Entrevistas

Cuestionario librero 45: Sofía Castañón

El Congreso de los Diputados nunca ha andado falto (pero tampoco sobrado, ni mucho menos) de escritores o escritoras, entendiendo por tales no tanto los que escriben libros y memorias como las que escriben literatura. En ese sentido, hoy por hoy la embajadora de la poesía en la Carrera de San Jerónimo es Sofía Castañón, […]

El Congreso de los Diputados nunca ha andado falto (pero tampoco sobrado, ni mucho menos) de escritores o escritoras, entendiendo por tales no tanto los que escriben libros y memorias como las que escriben literatura. En ese sentido, hoy por hoy la embajadora de la poesía en la Carrera de San Jerónimo es Sofía Castañón, diputada por Asturias y portavoz adjunta de Unidas Podemos. Autora de varios poemarios estupendos desde 2007, tanto en castellano como en asturiano, incluida la primera convocatoria del Premio Pablo García Baena, con ella quedó anulado ese debate de si la poesía ha de ser escrita con la cabeza o con las emociones y los impulsos: si alguna vez la sangre demostró inteligencia fue en muchos de sus poemas, intensos e incisivos, sencillos y elaborados. Quedamos con ella de madrugada en la puerta de su trabajo para entregarle el “cuestionario librero”, con pregunta final de Rafael Gutiérrez, librero en La Buena Letra (Gijón). Su Señoría tiene la palabra.

[Fotografía: Sofía Castañón, en Madrid, 30 de septiembre de 2020. Fotografía de Juan Marqués.]

¿Cuál fue el libro que inoculó en ti el veneno de la lectura?

Me cuesta ver la lectura como veneno. Si hablamos de adicción me recuerda a la que genera el deporte. Te aleja de otras cosas, pero te sienta bien y te fortalece distintos músculos. Y ese enganche me vino en casa, lo mamé de cría por mis padres y en la biblioteca del cole, donde pasaba muchas de las horas de recreo de la EGB.

Si hablamos de qué libro recuerdo especialmente como el elemento que me enganchara probablemente sería Todos los detectives se llaman Flanagan de Andreu Martín o Memorias de una vaca de Bernardo Atxaga. Quizás no suene glamuroso, pero eso es porque no hemos reivindicado lo suficiente la labor que hace la literatura juvenil en ese “inocular el antídoto al tedio”.

¿Hay algún personaje de novela al que te gustaría parecerte (o te hubiera gustado cuando lo leíste)?

No sé si parecerme o reconocerme, pero sí me gusta mucho Villanelle, protagonista de La Pasión, de Jeanette Winterson.

¿Cómo eliges tu siguiente lectura? ¿Qué peso tiene la selección de la librería o la recomendación del librero / de la librera en tu decisión de compra?

Me influyen mucho mis librerías de cabecera, ya sea por recomendación ya sea por la mesa de destacados. Aunque esto se da no sólo en el plan físico, también en el virtual: normalmente cuando entro en la librería ya voy con el objetivo en la cabeza. Lo que no quita para la improvisación, y que me lleve alguno más. A esto me refiero con el “enganche”.

Sé valiente, por favor: ¿qué lectura “insoslayable” tienes todavía pendiente?

Tengo pendiente La Regenta, y decirlo habiendo estudiado en la Universidad de Oviedo es una muestra de valentía. Ahora bien, sé que la leeré ya en su torna al asturiano por Víctor Suárez que publicó Saltadera.

¿Sabes de algún libro extranjero o en otro idioma que habría que traducir con urgencia, o alguno descatalogado o muy desconocido que haya que reeditar para bien del mundo?

La poesía de Raquel Lima. Un espectacular y reciente descubrimiento para mí.

Algún vicio inconfesable sobre libros (subrayar, tirar a la basura, robar, gastarte lo que no tienes, esconder los libros que compras para que no te riñan en casa, hacer listas y hasta estadísticas con los libros que lees, leer hasta el ISBN y el colofón…)

Comprobé algunos de ellos viendo a mi hijo (8 años) leer en la cama, subrayando con un lápiz lo que consideraba importante, y pidiéndome más libros cuando vamos a La Buena Letra o a Identidad Secreta o a La Revoltosa, cuando aún tiene uno o dos por leer. Las veces que le he llamado la atención sobre esto me ha señalado que siempre leo lápiz en mano y la pila de libros que acumulo y sigo alimentando. Por cierto, a la basura nunca jamás.

Define tu perfil de librero/a ideal: tímido/a, parlanchín/a, con un ordenador en la cabeza, sabelotodo, a la última, clásico/a…

Creo que el término es “librera o librero de cabecera”, alguien en quien confías tus lecturas futuras inmediatas como si le confiaras tu salud.

¿Qué tiene que tener una librería para que te apetezca volver a ella?

Entusiasmo por ser librería.

Recomiéndanos, por favor, un clásico (o varios), y un libro reciente.

De los clásicos; Nada, de Carmen Laforet y cualquiera de Carmen Martín Gaite. Si metemos fantasía, Ursula K Le Guin, siempre. Entre los títulos recientes: Panza de burro, de Andrea Abreu. Un amor, de Sara Mesa. Y Los cuerpos partidos, de Álex Chico.

[Y la pregunta 10 la lanza el librero Rafael Gutiérrez, de La Buena Letra (Gijón):]

¿Qué papel han jugado las bibliotecas públicas en su vida lectora?

Un papel de ida y vuelta: mi madre nos dejaba muchas mañanas de verano en la biblioteca pública del Ateneo de la Calzada mientras ella trabajaba, y allí mi hermano y yo descubríamos planetas, universos y casas. Desde entonces, han sido el sitio en el que buscaba cuentos y poemas con doce años para el programa de radio que hacía, donde me documentaba, donde chapoteaba sin rumbo. Y en la vida adulta han sido espacio de trabajo, coordinando clubes de lectura e impartiendo talleres literarios. Y repitiendo el ciclo con mi hijo.
Necesitan del cuidado de la administración pública para que estén en todos los municipios y su catálogo sea diverso. Porque las bibliotecas públicas son democracia y son casa.