Entrevistas

Cuestionario librero 106: José Saborit

La vida muestra una cara especialmente bonita en el barrio valenciano de Ruzafa, un lugar sobrepoblado pero tranquilo, antiquísimo pero joven, lleno de arquitectura inspiradora y de buena gastronomía. Es allí donde el pintor José Saborit tiene su estudio, justo enfrente de la sede de la editorial Pre-Textos, donde el poeta y profesor José Saborit […]

La vida muestra una cara especialmente bonita en el barrio valenciano de Ruzafa, un lugar sobrepoblado pero tranquilo, antiquísimo pero joven, lleno de arquitectura inspiradora y de buena gastronomía. Es allí donde el pintor José Saborit tiene su estudio, justo enfrente de la sede de la editorial Pre-Textos, donde el poeta y profesor José Saborit publica habitualmente sus libros de poemas y sus ensayos. Su última obra, de este mismo 2021, es Con los ojos de nadie, lleno de poemas buenos, muchos de ellos sobre pintura o sobre el propio hecho de pintar, o, mejor, sobre aquellos mismos motivos que le impulsan a agarrar los pinceles. Los paisajes, los amigos, los recuerdos, sus padres, el amor… son sus temas, por ser los temas: “Caminar inconsciente, / como camina el joven. // Detenerse un momento / y apreciar el dibujo / trazado por el paso. // De nuevo en el camino / pensar en el dibujo / que el paso dejará. // Y que sea el dibujo imaginado / quien impulse el andar, / quien oriente la ruta, / quien sostenga la vida // camino de sí misma”. Comisario de exposiciones y profesor de pintura en la Universitat Politècnica de València, Saborit nos recibe en su amplio estudio, donde se superponen ahora los lienzos sobre el mar, un mar minimal, a veces más insinuado y a veces más colorido, diverso, siempre sereno. Y allí, “matando dos pájaros de un tiro” en esa activa campaña que en esta sección lanzamos por la (buena) poesía y la (buena) pintura, le entregamos el cuestionario librero, con pregunta final de Almudena Amador, librera en la Llibreria Ramon Llull (Valencia).

[Fotografía: José Saborit, en su estudio de Valencia, 25 de mayo de 2021. Fotografía de Juan Marqués.]

¿Cuál fue el libro que inoculó en ti el veneno de la lectura?

Me recuerdo siendo casi un niño y tomando conciencia de lo que hacía, sobre la cama, muchas tardes a la hora de la siesta, para no armar ruido. Me acompañaban las leyendas de Bécquer, los relatos de Poe, El viejo y el mar de Hemingway.

¿Hay algún personaje de novela al que te gustaría parecerte (o te hubiera gustado cuando lo leíste)?

Lord Jim. Incapaz de hacer lo que él hizo, pero rendido de admiración. Tampoco me vendría mal algo de la paciencia y mansedumbre del Job de Joseph Roth.

¿Cómo eliges tu siguiente lectura? ¿Qué peso tiene la selección de la librería o la recomendación del librero / de la librera en tu decisión de compra?

En este asunto creo en la metáfora del canasto lleno de cerezas, cuando coges una inevitablemente se enganchan otras muchas. Generalmente ocurre así, unas lecturas me llevan a otras, o me llevan a tantas que no soy capaz de atenderlas todas. Y por si esto fuera poco, en ocasiones también me dejo recomendar.

Sé valiente, por favor: ¿qué lectura “insoslayable” tienes todavía pendiente?

Ser y tiempo de Heidegger.

¿Sabes de algún libro extranjero que habría que traducir con urgencia, o alguno descatalogado o muy desconocido que haya que reeditar para bien del mundo?

Me pasa en esto como a san Agustín, cuando no me lo preguntan se me ocurren y cuando me preguntan no recuerdo.

Algún vicio inconfesable sobre libros (subrayar, tirar a la basura, robar, gastarte lo que no tienes, esconder los libros que compras para que no te riñan en casa, hacer listas y hasta estadísticas con los libros que lees, leer hasta el ISBN y el colofón…)

Todos en general. Siempre leo con un lápiz en la mano. Subrayo, marco, escribo en los márgenes, dibujo, no dejo de comentar y discutir hasta en las páginas de cortesía. En mis libros bien leídos siempre quedan muchas huellas gráficas de la lectura. Tampoco me he privado en otros tiempos de sustraer algún que otro ejemplar. Y en más de una ocasión he incurrido en gastos desproporcionados para mi economía. Y sí, también tengo una libreta donde voy apuntando de un tiempo a esta parte los libros que voy leyendo para que la desmemoria no me impida ubicar su lectura en su momento preciso.

Define tu perfil de librero/a ideal: tímido/a, parlanchín/a, con un ordenador en la cabeza, sabelotodo, a la última, clásico/a…

Cercanía, cordialidad, eficacia, buena información… todo eso y también respeto al silencio cuando recorro las estanterías y deseo dialogar solamente con los lomos y las portadas de los libros.

¿Qué tiene que tener una librería para que te apetezca volver a ella?

Me resulta imprescindible una buena sección de poesía, cosa cada vez más infrecuente. Y unos fondos decentes que puedan llamarse así, que no se limiten a las novedades de rápida sustitución.

Recomiéndanos, por favor, un clásico (o varios) y un libro reciente.

La poesía de sor Juana Inés de la Cruz y El huerto de Emerson de Luis Landero.

[Y la pregunta 10 la lanza Almudena Amador, de la Llibreria Ramon Llull (Valencia):]

“En tu obra la naturaleza, la contemplación, el silencio, el caminar y la mirada, son cuestiones recurrentes y de relevancia. Yo te preguntaría si la lectura sería también un sendero de introspección para ti. Y, de ser así, qué autores u obras te han ayudado o acompañado más en esa forma de estar en el mundo”.

Claro, la lectura ha supuesto un camino de conocimiento y autoconocimiento, seguramente el que con más eficacia ha sido capaz de vertebrar y encauzar la vida del espíritu, por así decirlo, desde hace tantos años que no resulta posible señalar sus principales hitos sin llenar un montón de folios. Ahora bien, si he nombrar a ese autor que supuso en su momento una deslumbrante revelación en el sendero introspectivo que mencionas, no lo dudo: Agustín García Calvo. De su mano traía una riqueza inabarcable.