Más libros de la semana de Literatura

“Vida. Biografía y antología de José Hierro”

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Vida

Vida

Hierro del Real, José / Marchamalo García, Jesús

ISBN

978-84-19320-63-6

Editorial

Nórdica Libros

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Tal vez no era completamente necesario que llegase el centenario del nacimiento de José Hierro para que nos pusiéramos a pensar en él (como sí ocurre con autores que dependen de esas efemérides para que alguien se acuerde de ellos), pues se trata de un poeta muy querido, casi popular, que ha tenido exposiciones, homenajes, y premios e instituciones y hasta una universidad con su nombre, aparte de “cariño editorial” en forma de reediciones, estudios, congresos…, pero sin duda esta ocasión multiplica las oportunidades y supone un hito en la reflexión general sobre el poeta madrileño-cántabro.

A la gran exposición que todavía puede verse en la Biblioteca Nacional de España, o a la excelente monografía sobre Las palabras vivas. La poesía y la poética de José Hierro que para los más interesados acaba de publicar Lorenzo Oliván (procedente de su tesis doctoral, dirigida por José-Carlos Mainer en la Universidad de Zaragoza), se ha unido ahora un volumen en el que el mismo Oliván (que este 202, por cierto, ha visto publicado Los daños, su último libro de poemas) antologa a lo largo a Hierro, desde su debut de Tierra sin nosotros hasta su flamante despedida en el Cuaderno de Nueva York, y donde el periodista Jesús Marchamalo amplía lo que, para abrir el centenario, hizo en Hierro fumando, ofreciendo una primera biografía fundamental del poeta, de hito en hito, muy sucinta pero suficiente para enterarse de todo lo importante.

Esta Vida, tan imponentemente titulada, ofrece, por tanto, un “Hierro básico”, pero lo hace no de forma superficial sino autoexigente. Tanto el recorrido biográfico de Marchamalo como la selección de poemas de Oliván, así como la amplia iconografía y la buena documentación con la que se ven acompañados los textos, hacen que este libro pueda quedar como una especie de catálogo extra-oficial del centenario, la publicación más completa y visible al respecto.

La cercanía de estos poemas, su bondad, su afán comunicativo o eso que se llama “humanidad” son coherentes con la agitada trayectoria vital del poeta, que pasó de las cárceles a cierta gloria, y que no renunció a ninguna de las fuentes de vida y de verdad que se le ofrecieron. Hierro sabía disfrutar del dibujo y de la cocina, de los juegos con las nietas y del vino, de los viajes y de las cafeterías, de la música y de la amistad…, y lo hacía todo a lo grande, entregándose por entero a cada instante, a cada actividad, a cada manifestación de alegría o de alimento.

Y eso, de una forma natural, pasa de su vida a sus poemas, que van pasando de lo más formal (aunque siempre vitalista) a lo más voluptuoso, de lo más “académico” a lo más desatado, de lo que se esperaba a lo que le salía. Hay un endecasílabo suyo que es todo un lema para entender cierta actitud ante la vida -“Llegué por el dolor a la alegría”…-, y hay poemas finales, como la sublime “Oración en Columbia University”, donde ciertos recuerdos amargos se ofrecen en un poema que es pura libertad o, mejor, pura liberación, toda una cura, una expiación, una sanación de la que el lector participa.

Esas y muchas otras del autor son palabras inmortales, palabras encendidas, palabras -como dice Oliván en su título- totalmente vivas. No es verdad, al cabo, que “después de todo, todo ha sido nada”: tal afirmación, tan tremenda, puede ser tristemente exacta en algunos aspectos literales, pero cuando se ha vivido y se ha dibujado y se ha escrito como lo hizo Hierro, puede quedar entonces un libro como éste, que, recogiendo algo de todos los demás y, sobre todo, levantando una semblanza general del hombre, dan cuenta cumplida de una vida fecunda, activa y luminosa.

Juan Marqués, para ‘Las Librerías Recomiendan

“El fin de la novela de amor” de Vivian Gornick

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El fin de la novela de amor

El fin de la novela de amor

Gornick, Vivian

ISBN

978-84-19261-17-5

Editorial

Editorial Sexto Piso

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A través de la consciencia y el autoconocimiento, las personas tratamos de construir relatos válidos que nos ayuden a definirnos y a explicar las circunstancias. Y la literatura, en esa extensión nuestra que es, se convierte en una puerta para la comprensión –aun en su abstracción– de nuestra propia esencia y devenir. El puente que conecta ambos relatos –el que nos contamos y el que leemos– bien sabe recorrerlo la ensayista y crítica literaria Vivian Gornick, que con su sagaz mirada nos alumbra sobre un tema tan paradigmático, complejo y, a veces, caprichoso como es el amor y sus determinaciones.

Traducido por Julia Osuna Aguilar y editado por Sexto Piso, “El fin de la novela de amor” se compone de once capítulos a modo de ensayos que, aun siendo escritos en 1997, conservan su vigencia pese a tratarse de un tema permanentemente en revisión. Aunque se puedan entender de manera independiente, mantienen un hilo conductor que confluye en un último capítulo genial y redondo. Resulta también muy sugerente que, tal como ocurrió en su anterior “Cuentas pendientes”, éste sea un libro que salga al encuentro de otros libros y llame a la puerta de la curiosidad lectora.

A lo largo de estos capítulos, asistimos a episodios de la vida o de las obras de escritores como George Eliot, Virginia Woolf, George Meredith, Hannah Arendt, Martin Heidegger, Raymond Carver, Ernest Hemingway y Richard Ford entre otros, que le sirven a la autora para ir desgranando su tesis: el amor es un concepto, no una función; el amor no es suficiente para explicar ni sustentar nuestra experiencia. Mediante no más de 150 páginas y favoreciendo esa capacidad tan suya de hacer de lo complejo algo sencillo, Vivian Gornick favorece la reflexión sin dramatismos aun cuando plantea un postulado incómodo: el concepto de amor romántico, tan perpetuado por la literatura occidental, ha dejado de ser una metáfora válida y creíble para representar la felicidad y la realización personal.

Y es que la autora, en ese juego de posibilidades que crea a través de la literatura, lo que cuestiona no es la propia novela de amor, pues precisamente es un tema que, incluso con toda su ferocidad, no deja de estar presente en sus libros de múltiples maneras, sino el propio concepto de amor romántico como fin último y que invalida la autonomía. De lo que se trataría, a ojos de la autora, no es de obviar el amor, sino poner en el centro qué hacemos con él y cómo nos recolocamos ante él –ya no sólo en la literatura sino en la vida misma– y, ojalá, así alcancemos el desapego necesario para querer no más, pero sí de la mejor manera posible. Tras esta lectura resuena otra idea: deambular de la mano de Vivian Gornick es siempre transitar un camino sereno hacia el conocimiento.

 

Estrella Villalba, Librería Saltés (Huelva)

 

“Tenemos que hacer algo” de Max Booth III

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Tenemos que hacer algo

Tenemos que hacer algo

Booth III, Max

ISBN

978-84-122813-9-2

Editorial

LA BIBLIOTECA DE CARFAX

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Contrariamente a la creencia popular, la claustrofobia no constituye el pánico incontrolable a los espacios cerrados o estrechos, sino el miedo a las consecuencias negativas que una estancia prolongada en ellos puede acarrear. La claustrofobia es el terror a que el oxígeno se agote, a la asfixia, a los pulmones vaciados; es el temor a la quietud, al embalsamamiento de los miembros; es el pavor absoluto a la ausencia de salidas, al confinamiento, a la prisión del cuerpo y de la mente. Para cualquier claustrofóbico, toda estancia reducida es un futuro ataúd, todo pasillo es mausoleo. No en vano angosto y angustia poseen la misma raíz etimológica.

Tenemos que hacer algo, la segunda novela publicada a través del sello Démeter, de la editorial La Biblioteca de Carfax, se erige en un relato febrilmente claustrofóbico y sofocante. Frente a los grandes espacios abiertos y los paisajes apabullantes que proponen géneros como el western o la fantasía, la novela de Max Booth III ofrece un escenario de fronteras fácilmente reconocibles, cuya fuerza reside, precisamente, en su prosaísmo.

Cuando lo anormal, lo weird y lo grotesco (y creedme, de esto hay bastante) se dan sobre un marco tan cotidiano y vulgar, sus efectos son mucho más profundos y devastadores. Constituye Tenemos que hacer algo un relato fácil de descomponer en sus elementos básicos, a saber: un cuarto de baño como único escenario, una familia media –padre, madre, hijo e hija– y un tornado que los encierra en la mentada estancia sin posibilidad de escape.

Con exactamente el mismo escueto andamiaje, Stephen King escribió en 1977 El Resplandor, una de las novelas de terror más influyentes y populares del género. Y, aunque ambas distan entre sí en cuanto a extensión, intenciones y ambición –masiva la una, más contenida la otra, efervescentemente sobrenatural la del escritor de Maine, más oblicua en ese sentido la que nos ocupa–, las dos nos hablan de lo mismo, esto es, de la progresiva degeneración de una familia profundamente disfuncional, sometida a una situación extrema de confinamiento forzoso en el interior de un entorno arquitectónico y sujeta a las fuerzas arbitrarias de los elementos y la entropía.

Este escenario tan acotado, ya sea un hotel o un cuarto de baño, permite someter a los personajes a situaciones de estrés tan intensas que la historia acaba deviniendo en actos de locura y muerte. Son escenarios cotidianos transformados en cárcel, en ollas a presión a punto de bullir, en los núcleos de bombas termonucleares. Cuando se alcanza la masa crítica, los personajes sucumben al desvarío, se arrancan las máscaras que esconden al lobo que llevamos dentro y lo sacan a la luz de manera dolorosa e irreversible. Se evidencia así que la aceptación del otro y la unidad familiar no son más que espejismos levantados en torno a ese otro animal, el social, ahíto de mansedumbre. Libres de las convenciones culturales autoimpuestas, y sometidos al imperio de los instintos, las diferencias entre los individuos, lejos de atenuarse, se ven exacerbadas, al verse sin el bozal de la culpa y el remordimiento.

En Tenemos que hacer algo, una suerte de La Cabina o El Ángel Exterminador, el autor, Max Booth III, no sólo degrada la mente de sus protagonistas hasta reducirlos a un manojo de estímulos, sino que licúa el tiempo y el tejido mismo de la realidad, los convierte en algo maleable y esquivo, como un delirio o un país extranjero, regido por sus propios códigos y leyes físicas. Asistimos a toda una nueva cosmogonía, un nuevo Génesis de monstruos híbridos y bastardos, como si el tornado que ha provocado su confinamiento hubiera devorado el mundo y lo hubiese vuelto a regurgitar en formas nuevas y caprichosas. Parafraseando a Dorothy, tengo la sensación de que ya no están en Texas.

Haciendo un uso extensivo de planteamientos narrativos que inciden en el aislamiento y en el asedio, Max Booth nos coloca frente al declive del sujeto como algo terrorífico, atroz y violento, cuyas consecuencias recaen especialmente sobre sus allegados más directos. Sobre sus páginas aletea el fantasma de la paternidad no deseada, el espectro del matrimonio fracasado. Cuando el alfa y el omega caben en el interior de cuatro paredes alicatadas, los choques son inevitables. El espacio es demasiado pequeño, los rencores demasiado grandes, el dolor demasiado enquistado y profundo.

En última instancia, Tenemos que hacer algo se establece como una exploración no ya de la muerte, sino de su reverso luminoso, el de la vida, en el deseo terco de mantenerla a toda costa a pesar de tener todo en contra. Aquí, como en ¡Viven!, el motor de la historia es el de la renuencia a morir, la negativa a rendirse, la resistencia que opone el ser humano a atravesar el umbral definitivo.

 

Sergio García, Librería Dorian (Huelva)

“La encomienda” de Margarita García Robayo

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La encomienda

La encomienda

García Robayo, Margarita

ISBN

978-84-339-9951-1

Editorial

Editorial Anagrama

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Acercarnos a la prosa de la cartagenera Margarita García Robayo es siempre una invitación placentera y afectable. Sin duda, con este último texto, la colombiana se asienta entre las voces más privilegiadas del castellano.

En La encomienda (Editorial Anagrama), García Robayo ahonda en el relato minucioso de los hechos cotidianos, cual relojero en un proceso continuo de vinculación y deconstrucción de un mecanismo que sólo ella sabe manejar. No es la primera vez, dirán sus lectores asiduos, pero en este caso la hipérbole argumental nos arrastra hasta la médula del texto, nos altera, transita y consigue distorsionar los límites entre los personajes, la propia escritora y el lector.

La verbalización en primera persona es utilizada con una colmada ejecución digna de ser mencionada. Porque no, no es autoficción lo que tenemos entre las manos, pero la ficción es refutada constantemente por la objetividad de los hechos, la cercanía de las experiencias de la propia autora expuesta página tras página. Y sí, es ella, pero podríamos ser cualquiera de los que nos acercamos a su obra: espíritus indolentes obsesionados con la escritura, viviendo en el límite de lo económicamente razonable, mutando y mutados para no ser auténticos bichos raros y huyendo de un pasado que nunca quisimos darle el valor que tiene.

Soy habitualmente muy cauto, por otro lado, de no dar demasiada información sobre la trama de los libros que reseño, y ésta no será una excepción (“Todo lo que se cuenta se daña”, nos dice la autora). Se puede destacar la cirugía que realiza Margarita de las tan hirientes relaciones familiares, sobre sus secretos, los enormes monumentos de falacias que se erigen para esconder un jardín nada destacable. Lo superfluo y nimio que resulta el orden autoimpuesto hasta que cualquier hecho inesperado, pequeño, irrazonable, penetra en nuestras vidas y nos siembra la semilla del desasosiego. Lo estático contra lo prescindible. La madre y la hija, en definitiva.

Pero Margarita no reduce el lienzo a un mero viaje por los lugares comunes de una relación familiar. Nada más lejos. En la obra hay auténticos pleitos en contra de la implacable sociedad del bienestar, una que no se puede mirar al espejo cada mañana porque es una patraña de egos enfermizos. Es una agenda de víctimas –ella misma y su madre– de un gremio compuesto por Homo Sapiens, el de hoy y el de ayer, las cuales no hallará nunca ni la más remota de las recompensas o respuestas. Un reflejo de que lo colectivo agoniza mientras se alimenta de la estulticia del individuo.

Es sin duda una lectura recomendable para muchos tipos de lectores, pero aquellos con mirada crítica, los que yo llamo “realistas”, se sentirán como pez en el agua.

Porque “la gente que tiene mucho amor propio es porque no se ha mirado lo suficiente”.

Bienvenida, Margarita, de nuevo a mi biblioteca.

Vicente Velasco Montoya, La Montaña Mágica (Cartagena, Murcia)

“Los incomprendidos” de Pedro Simón

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Los incomprendidos

Los incomprendidos

Simón, Pedro

ISBN

978-84-670-6437-7

Editorial

Espasa

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Los incomprendidos, de Pedro Simón, es una historia que trata sobre la dificultad de entendimiento entre distintas generaciones.

Javier y Celia son padres de una familia media de Madrid cuya vida cambia por un incidente desastroso en un viaje a los Pirineos. A partir de ahí nos muestran la dificultad del paso de la infancia a la adolescencia de su hija Inés, el aislamiento en un cuarto cerrado en el que es imposible entrar. Nostalgia de abrazos, de bromas, de conversaciones que años atrás eran habituales en su vida y que ahora, por desgracia, no existen.

Éste es el hilo conductor de la novela, esa barrera que las nuevas tecnologías imponen y que marcan la vida de esta familia. A través de sus capítulos vamos entendiendo a los personajes y las situaciones en las que se encuentran inmersos. Una novela que nos va sorprendiendo a medida que nos adentramos en sus páginas y cuya lectura merece la pena. Una reflexión sobre este periodo en que nos ha tocado vivir, de nuestros valores y de las bondades del ser humano.

Virginia López Cueto, Librería Luces (Málaga)

 

 

 

“La Historia Natural de Plinio. El bibliotecario del mundo” de Xosé Antonio López Silva

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Historia Natural de Plinio

Historia Natural de Plinio

Xosé Antonio López Silva

ISBN

978-84-17547-59-2

Editorial

Guadalmazán

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¿Qué visión tenían los romanos acerca del mundo natural y los fenómenos de la naturaleza? A través de la biografía y la obra de Plinio el Viejo (23-79 d.C.) este libro, La Historia Natural de Plinio. El bibliotecario del mundo”, da respuesta a esta y otras preguntas.

Xosé Antonio López Silva ha escrito un ensayo novedoso y fascinante que nos acerca al inmenso decorado natural del Imperio Romano que nos ha transmitido Plinio, y sus conexiones, a veces insospechadas, con nuestro propio presente.

Los romanos, igual que hoy nosotros, estaban fascinados con la inteligencia de los pulpos, se preguntaban por qué los cetáceos se quedaban varados en las playas, por el origen del ámbar, por el significado de los fósiles de reptiles y dinosaurios o por las propiedades de la magnetita. Se maravillaban, igual que nosotros, con los cometas y asteroides. Pero, además, Plinio se pregunta a dónde nos conduce la explotación indiscriminada de nuestro planeta, y a lo largo de sus páginas describe como ningún otro autor las manifestaciones del poder de la Naturaleza.

Plinio lo supo bien: murió intentando averiguar el origen de la famosa erupción que asoló Pompeya y Herculano. Comentando su obra de forma amena y amplia, Xosé Antonio López Silva muestra la plena vigencia de las visiones romanas sobre la naturaleza, y nos muestra que el legado de Roma también es fundamental para comprender y actuar mejor, hoy y en el futuro inmediato, sobre nuestro planeta.

Óscar Porral, Librería Lenda (Bertamiráns, A Coruña)

“¿Cómo va a ser la montaña un dios?” de Eduardo Romero

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¿Cómo va a ser la montaña un dios?

¿Cómo va a ser la montaña un dios?

Romero, Eduardo

ISBN

978-84-18998-19-5

Editorial

Pepitas de calabaza

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«Y es que la razón occidental se ríe de las creencias de indios y negros. ¿Cómo va a ser la montaña un dios? Hagámosle un agujero y saquemos ese puto carbón»..

Eduardo Romero vuelve a las mesas de novedades con ¿Cómo va a ser la montaña un dios? (Pepitas de Calabaza, 2022), un texto híbrido, a caballo entre el ensayo histórico y sociológico, la novela, la crónica periodística y la memoria. Paco Cerdà definía hace unas semanas al autor como «un alquimista de la literatura de lo real». Y es que si hay algo de lo que no cabe duda, es de que este libro es pura literatura social. Un puzle de historias que se sienten, se huelen, se escuchan. Relatos reales, personajes humanos, sin idealizaciones, se suceden por estas páginas para dibujar un mapa del carbón trazado de Colombia a Asturies y para contar las historias de estas tierras y de sus gentes.

Colombia, La Alta Guajira. Sesenta y nueve mil hectáreas conforman Cerrejón, la mina de carbón a cielo abierto más grande de América Latina. La actividad extractivista va arrinconando a la agricultura, modificando los cauces de ríos, acaparando millones de litros de agua al día para extraer carbón en una región seca que alcanza en verano los 45ºC. «Cuando se trazó la vía, pasaba por lugares sagrados wayúu. ¿Con cuánta plata se compra el traslado de un cementerio?».

Colombia, Valle del Cauca, Puerto de Buenaventura. Cientos de trabajadores se desloman en las actividades portuarias. Contenedores llenos de café, azúcar, banano, carbón y cocaína llenan barcos que desatracan a diario de Buenaventura. Economías legales e ilegales se entrelazan con un objetivo común: acaparar tierras y asegurar rutas de mercancía. El narcoparamilitarismo vela por la simbiosis.

Asturies, Xixón, Puerto de El Musel. Buques graneleros procedentes de Buenaventura descargan carbón en una tierra minera con las minas cerradas, con el recuerdo reciente de la desindustrialización de sus cuencas, de su condena al vacío y al silencio. Trabajadores asturianos, o trabajadores colombianos, a los que les sale carbón de la nariz incluso tras días de descanso. «El carbón, con la pila de vueltas que da, muy barato tien que ser. A veces, mientras lo estibamos, dígome: si yo fuera una de esas piedras de carbón, acabaría mareáu».

Mientras tanto, Javier Orozco (sindicalista), Gustavo Mestre (militante antiparamilitarista), Yeni (auxiliar en una residencia) o Victoria (prostituta) miran al horizonte desde el Cerro de Santa Catalina y ven los barcos partir de Gijón, rumbo de vuelta a la Colombia que los vio nacer y los condenó a huir. Que los envió, por azar, a esta tierra también minera, ahora ahogada, de cuya historia del carbón ya solo quedan rastros de ceniza.

Natalia González Menéndez, Librería Cervantes(Oviedo)

“Tostonazo” de Santiago Lorenzo

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Tostonazo

Tostonazo

Lorenzo, Santiago

ISBN

978-84-19172-20-4

Editorial

Blackie Books

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Santiago Lorenzo es un autor a quien siempre adoraremos después de haber leído Los asquerosos, una novela que conquistó especialmente a quienes habitamos o nos toca muy de cerca la España vaciada, por su argumento, su ironía y su perfecto dominio del lenguaje.

Tostonazo nos vuelve a maravillar con su inconfundible estilo literario, rebusca de nuevo en los entresijos estilísticos y en el lenguaje, creando neologismos a partir del rescate de expresiones añejas para resituarlas en la actualidad.

También sigue el patrón de sus novelas anteriores Los millones, Los huerfanitos y Las ganas, poniendo en el foco del huracán a uno de esos protagonistas corrientes y anodinos en un maravilloso elogio de la mediocridad.

No obstante y a difeencia de sus novelas anteriores, Tostonazo da un giro radical e inesperado en el guion. Y es que el personaje principal, del que no conocemos ni el nombre, no deja de ser una simple excusa para hablarnos de los verdaderos protagonistas de su novela, Sixto y Pacomio, Pacomio y Sixto. A partir de ellos estructura la novela en dos partes, la primera centrada en los entresijos del mundo cinematográfico, mientras que la segunda en la vida de una pequeña ciudad de provincias. No hemos podido parar de preguntarnos mientras leíamos la novela si Santiago Lorenzo coquetea o no con la autoficción.

Pero lo importante es que, igual que sus lectoras y lectores hemos conocido a la “mochufa” de ‘Los asquerosos’, también nos hemos encontrado con muchos Sixtos y Pacomios, a los que Lorenzo radiografía como nadie.

Los Sixtos y Pacomios son esos tostonazos insoportables que pasan por nuestra vida. Sixto es ese típico enchufado, trepa, sin mérito ninguno, que de todo sabe pero no sabe de nada, capaz de meter la pata hasta destrozar cualquier proyecto en su torpe y soberbia creencia de que lo que hace es la octava maravilla del mundo. Y Pacomio es el patriota de bandera, el cuñado, el católico incoherente, el defensor de la historia desde la ignorancia.

Y es a través de los ellos como Lorenzo teje una doble trama donde se despacha a gusto contra el mundo del cine y de la política, todo tamizado a través de su particular filtro estilístico, ese que hace que no puedas soltar las páginas del libro hasta el final y que te diviertas y rías como siempre que lo lees.

Tostonazo es el antitostonazo del año. Leed a Santiago Lorenzo.

Bea Fernández, Sputnik (León)