“Canto fenicio” de Juan de Dios García

CANTO FENICIO

CANTO FENICIO

DE DIOS GARCIA, JUAN

ISBN

978-84-124677-7-2

Editorial

CHAMAN EDICIONES

Donde comprarlo

Leer Canto fenicio (Chamán Ediciones, 2022) es un verdadero ejercicio de exploración, probo sin duda del que es el cuarto libro de poemas del autor cartagenero Juan de Dios García. Al terminar un primera lectura del mismo la primera impresión es que nos hemos encontrado ante un libro minuciosamente ordenado, tanto texto a texto como parte a parte, pues, como buen navegante (y cabe destacarlo así), el poeta sabe el rumbo exacto, su punto de destino, pero ni él ni nosotros acabaremos nunca de presagiar, por muchas lecturas que hagamos, el deleite, la ofrenda, que recibimos tras cada lectura. Y escribo estas líneas tras tres lecturas, cada viaje más concienzudo y cada puerto al que atracamos resulta diferente.

Extraña virtud en estos tiempos que corren. Puedo dar fe de ello.

Porque Juan de Dios García nos invita cálidamente a dejarnos guiar por las aguas cercanas de su hábito diario en la primera de las tres partes. En la segunda nos alejamos de la costa reconocible y recorremos sus recuerdos de juventud, las raíces del propio canto que aún era sólo una idea, las frases/versos/oleajes inesperados que sólo él conoce bien. Y en la tercera, ya ávidos y prendados de lo vivido, llegamos al final y el poeta nos mira directamente a la cara y nos pregunta: “¿Eres capaz de recorrer el mismo trayecto que yo?”, “Te has reconocido en alguno de estos pasajes, ¿verdad?” o “Sé que estás mareado por el oleaje. ¡No disimules, imbécil!”.

“Los hombres púrpura”, “Nudo de rizo” y “Pueblo errante” son los nombres de cada uno de los trayectos en este Canto fenicio. En el primero nos encontramos con textos como Talasocracia o Cala Cortina, en los que nos transmite ese deseo aún latente de amor por lo imposible, por la redención. El padre y el mar, la creación y el pasado. “El mundo se reinventa en una ola de sangre.”, nos dice, para decirnos la verdad absoluta de este viaje en Estado de la embarcación: “Tu patria no son tus huellas. Si acaso, el alfabeto de con que las marcas”. Demasiado sabe este poeta y no quiere polizones estúpidos a bordo. Así llegamos, con levedad, a Ondas, uno de esos textos que una y otra vez te sorprenden. Ya estamos en pleno viaje y no hay vuelta atrás porque “no hay caminata por donde no pise fantasmas”…

Y nos vemos arrojados a “Nudo de rizo”, la segunda parte, que cada vez que la leo se me viene a la cabeza la melodía desgarradora del Helter Skelter de The Beatles. Estamos en el tobogán de la marea, del canto, de la juventud, de las tribus, de la Generación del 75 (“Estamos hechos de velocidad, pero eso no era la literatura / No puede uno elevarse sin ensuciarse las manos…”), de las bandas, de la música, del éxtasis de la juventud, porque “Aquí no va a comenzar nada, ni falta que hace”. Hemos puesto nuestro destino en las manos del nihilismo, pero sí,  es divertido, no importa las veces que lo leas, que pongas los textos del revés, que encuentres mensajes perturbadores porque sólo lo serán porque los necesitas. O calidez y llanto, porque sí. Sin más razones que la digna inspiración del creador de este viaje literario.

Llega el final de todo viaje. Todos lo sabemos. Él mejor que nadie, y en “Pueblo errante” nos deja en puerto seguro, pero nos señala con la mirada, nos interpela, nos reta a volver: “Me haré un caldo con los huesos de esta civilización”.

Yo quiero estar con él cuando llegue el momento, por ello os invito encarecidamente a no dejar este libro pasar de largo. Hay viajes que te eligen.

Vicente Velasco Montoya, La Montaña Mágica (Cartagena, Murcia)