Entrevistas

Cuestionario librero 37: Violeta Gil

En el difícil espacio en el que se funden la poesía y el teatro (y acompasando, por tanto, la privacidad y el espectáculo), Violeta Gil ha publicado un libro de poemas que es también una obra escénica híbrida, una criatura vivísima que va más allá de la performance, con música, danza y monólogos que acogen […]

En el difícil espacio en el que se funden la poesía y el teatro (y acompasando, por tanto, la privacidad y el espectáculo), Violeta Gil ha publicado un libro de poemas que es también una obra escénica híbrida, una criatura vivísima que va más allá de la performance, con música, danza y monólogos que acogen y amparan a los demás, y con una energía ante la que la palabra “recital” se queda acobardada. Antes de que tiréis mis cosas es un viaje, pero no la crónica de un periplo sino la de una estancia que incluye también su antes (incluso su mucho antes) y su después, su temblor previo y su nostalgia. El balance de sus años en Iowa se ha hecho texto y número, una función llena de fuerza física que tiene momentos realmente hipnóticos de tan potentes, como la exaltación de la canción “La ventanita”… Co-fundadora y responsable de la compañía teatral La Tristura, Gil co-dirige esta temporada en Matadero-Madrid el grupo de trabajo Una fiesta salvaje. Era fácil intuir que es, además, una lectora adicta, así que salimos a su encuentro para que nos respondiera el “cuestionario librero”, con pregunta final de Pilar Torres Vicente, de La buena vida. (Bajo la entrevista reproducimos la intervención-recital de Gil, junto a Abraham Boba, en el festival Cosmopoética de Córdoba 2019).

[Fotografía: Violeta Gil, en Madrid, 14 de septiembre de 2020. Fotografía de Juan Marqués.]

¿Cuál fue el libro que inoculó en ti el veneno de la lectura?

Creo que el primer libro que leí por mí misma -me lo trajo el Ratón Pérez- se llama Camilón, Comilón, y lo escribió Ana Maria Machado. Leí muchísima literatura juvenil, y las novelas que más me abrieron el cerebro fueron las de Christine Nöstlinger. Después, creo que Industrias y andanzas de Alfanhuí, de Sánchez Ferlosio, fue de las novelas que me hizo continuar hacia lo adulto. Suena fatal lo de “novela adulta”, igual podríamos empezar a no hacer distinciones.

¿Hay algún personaje de novela al que te gustaría parecerte (o te hubiera gustado cuando lo leíste)?

Ahora pienso que ni de coña, pero quise totalmente ser La Maga, de Rayuela. Y también Scout, de Matar a un ruiseñor, aunque quizá un poco ya lo era. Y como sigo creyéndome mucho lo que leo, continúo teniendo deseos de ser muchos personajes, la verdad. De los últimos que he leído, me gustaría ser Arthur Montana, en Just above my head, de James Baldwin.

¿Cómo eliges tu siguiente lectura? ¿Qué peso tiene la selección de la librería o la recomendación del librero / de la librera en tu decisión de compra?

Casi siempre voy a comprar algo concreto y salgo de la librería con varios más, seguramente porque sí me dejo aconsejar, pero también porque miro mucho las mesas de novedades y, sinceramente, me dejo seducir. El primer impulso suele venir por puro deseo, pero también porque me hayan insistido en que lea algo, o porque esté investigando algún tema. Pero, aunque tengo que confesar que siempre desconfío un poco de primeras, me gusta llevarme los libros que me recomiendan las libreras, me parece que se establece un vínculo bonito de esa manera.

Sé valiente, por favor: ¿qué lectura “insoslayable” tienes todavía pendiente?

Va, muchas, y también El Quijote.

¿Sabes de algún libro extranjero que habría que traducir con urgencia, o alguno descatalogado o muy desconocido que haya que reeditar para bien del mundo?

Voy a insistir en James Baldwin, me han dicho que hay una editorial que tiene ahora todos los derechos, y no entiendo a qué están esperando. Tanto sus novelas como sus ensayos son flipantes, muy inspiradores y necesarios tanto a nivel íntimo como político. Y también las novelas de María Luisa Puga, la he descubierto por casualidad gracias a un ejemplar marcadísimo con subrayados y post-its de mi amiga y novelista Andrea Chapela, y no me explico cómo no es una lectura obligatoria. Sobre todo, Pánico o peligro.

Algún vicio inconfesable sobre libros (subrayar, tirar a la basura, robar, gastarte lo que no tienes, esconder los libros que compras para que no te riñan en casa, hacer listas y hasta estadísticas con los libros que lees, leer hasta el ISBN y el colofón…)

Digo que me han regalado un libro pero en realidad lo he comprado. También los escondo para que no pillen mis compras y me riñan. Sin duda me gasto más de lo que tengo. Los presto y no apunto a quién. Dejé uno de Knausgård en la calle porque me apestaba. Y devolví uno, que no confesaré, después de haber leído las ochenta primeras páginas, diciendo que me lo acababan de regalar. Creo que un poco les he perdido el respeto como objetos, o quizá simplemente los amo de otra manera. Subrayo con lápiz, con bolígrafo, con colores, permito que se mojen, que se manchen, escribo en los márgenes o en las páginas del final… Sin embargo sigo siendo muy crítica con las esquinas dobladas: no tiene sentido, pero me molestan un montón.

Define tu perfil de librero/a ideal: tímido/a, parlanchín/a, con un ordenador en la cabeza, sabelotodo, a la última, clásico/a…

Amable, sensata, callada, y que responda cuando pido ayuda. Jajajaj, qué vergüenza releer esa descripción. Mira, sobre todo que no me hagan sentir una intrusa, y que me respondan de corazón cuando pregunto.

¿Qué tiene que tener una librería para que te apetezca volver a ella?

Una selección de poesía grande. Para mí eso es lo que distingue unas librerías de otras. Hay muchas que me gustan mucho, pero que me dejan triste por su falta de poesía, como si se tratara de algo ajeno, como si fueran otro tipo de libros. Realmente, creo que ya está bien de distinguir un género de otro. Me parece que estamos en otro momento. Y me gusta que no sólo tengan novedades. Me gusta mucho que haya una sección de segunda mano, creo que en España nos falta un poco de cultura en ese sentido. He de reconocer que mis librerías favoritas están en otro país. Vivo en Madrid y me gusta hacer rutas, voy a Arrebato, Enclave, Nakama, Desperate Literature, Traficantes de sueños, Pasajes, Tipos Infames, La buena vida

Recomiéndanos, por favor, un clásico (o varios), y un libro reciente.

No sé bien ya qué es un clásico, igual está un poco gastada la palabra, por suerte estamos cambiando los paradigmas. Creo que La muerte llama al arzobispo, de Willa Cather, es una lectura hermosa y devastadora no muy habitual, la recomiendo mucho, sobre todo a las amantes de Bolaño. También soy de las que aman a Proust, En busca del tiempo perdido, me parece un aburrimiento maravilloso, de una belleza y una intimidad espectaculares. Y El rojo y el negro, de Stendhal, me cambió de algún modo, me conmovió de una manera que no esperaba, tiene fuerza y vida, y amor y muerte, qué más se puede pedir. Y lo más reciente que os puedo decir, La vida mentirosa de los adultos, la última de Ferrante.

[Y la pregunta 10 la lanza Pilar Torres Vicente, de la librería La buena vida (Madrid):]

Antes de que tiréis mis cosas tiene un correlato escénico que lleva el libro mucho más lejos del texto. ¿Qué otro libro te gustaría ver en escena?

Soy ya muy amante de Hacía un ruido, de María Salgado, que es increíble en su versión escénica con Fran Cabeza de Vaca. Eso, de lo que existe ya, y por deseo, creo que La edad de merecer, de Berta García Faet, sería muy intensa y también divertida, a la par que dolorosa. Me atrevo hasta a desear dirigir a Berta en la empresa. También creo que sería un hit Lectura fácil, de Cristina Morales, y Amuleto, de Bolaño. Y cualquier libro de Hanif Abdurraqib, tanto los ensayos como los de poesía.