Entrevistas

Cuestionario librero 90: Edurne Portela

Lo mal zanjado, lo sepultado sólo a medias, lo cerrado en falso… son los temas implícitos, casi en realidad los protagonistas, de Los ojos cerrados, la última novela de Edurne Portela, quien se ha colocado en la primera línea de la prosa española en apenas cinco años, y en “sólo” tres libros, aparte del de […]

Lo mal zanjado, lo sepultado sólo a medias, lo cerrado en falso… son los temas implícitos, casi en realidad los protagonistas, de Los ojos cerrados, la última novela de Edurne Portela, quien se ha colocado en la primera línea de la prosa española en apenas cinco años, y en “sólo” tres libros, aparte del de hoy: el ensayo El eco de los disparos y las novelas Mejor la ausencia (Premio del Gremio de Librerías de Madrid al mejor libro de Ficción de 2018) y Formas de estar lejos. En Los ojos cerrados, que ya está siendo masivamente recomendada en nuestras librerías (ayer mismo formó parte de los diez libros más destacados para abril), un lugar llamado Pueblo Chico funciona como metonimia de una España en la que hay, realmente, muchas heridas abiertas o penosamente cicatrizadas, y en donde queda claro que a menudo no hay nada más violento que el silencio, nada más agresivo que el olvido, nada más dañino que mirar hacia otro lado con la voluntad de pasar página. Edurne Portela vive desde hace más de un año en la Sierra de Gredos (un lugar envidiable para confinarse y escribir y leer…), pero la entretenemos un momento en una de sus visitas a Madrid y le entregamos el “cuestionario librero”, abrochado hoy con una última pregunta de Luci Romero, de la Librería Bartleby (Valencia):]

[Fotografía: Edurne Portela, en Madrid, 24 de marzo de 2021. Fotografía de Juan Marqués.]

¿Cuál fue el libro que inoculó en ti el veneno de la lectura?

Momo, de Michael Ende. Lo leí con unos diez años. Es difícil afirmarlo, pero creo que fue la primera vez que sentí la fuerza de la ficción y la imaginación al vivir, como si yo misma fuera Momo, todas su aventuras, a sentir con ella sus alegrías, sus miedos. Creo que ahí también descubrí que la lectura era un espacio seguro en el que reconocerte, aprender, sentir, descubrir la belleza, asombrarte.

¿Hay algún personaje de novela al que te gustaría parecerte (o te hubiera gustado cuando lo leíste)?

De niña me hubiera gustado ser la misma Momo: valiente, inteligente, sensible. De adulta, no sé, mis personajes favoritos sufren mucho y acaban fatal. ¿Quién quiere parecerse al Claus y Lucas de Agota Kristof?

¿Cómo eliges tu siguiente lectura? ¿Qué peso tiene la selección de la librería o la recomendación del librero / de la librera en tu decisión de compra?

Me llegan muchísimos libros de las editoriales directamente y a veces leo algunos porque me siento un poco obligada a ello, sobre todo si son de editoriales a las que me gusta apoyar. Así descubro joyas que igual de otra manera no hubiera descubierto, pero también me condiciona mucho el proceso de selección y eso me preocupa un poco, la verdad. Pero si de alguien me fío es de la opinión de libreros/as a quienes sigo en redes o a quienes visito en las librerías. No es por haceros la pelota, pero creo que la mayoría de los lectores y lectoras voraces os consideramos los principales prescriptores.

Sé valiente, por favor: ¿qué lectura “insoslayable” tienes todavía pendiente?

Imagino que muchas. Entre ellas, ay, qué vergüenza, En busca del tiempo perdido de Proust. Lo he intentado varias veces pero se me cae de las manos.

¿Sabes de algún libro extranjero que habría que traducir con urgencia, o alguno descatalogado o muy desconocido que haya que reeditar para bien del mundo?

Estos días estaba pensando en Dolores Medio y, no estoy del todo segura, pero creo que hay parte de su obra como El urogallo que está descatalogada. Y como contó muy bien Noelia Adánez en su ensayo Vivir el tiempo: mujeres y creación literaria, es una de esas autoras excelentes ninguneadas en el proceso de formación del canon literario español del siglo XX. Ya que estamos hablando de rescatar obras, me gustaría aplaudir la reedición que ha hecho la editorial Contraseña de Contraataque de Ramón J. Sender, la crónica de su participación en la guerra civil española. Era una obra olvidada, como buena parte de la obra de Sender que esta editorial está reeditando.

Algún vicio inconfesable sobre libros (subrayar, tirar a la basura, robar, gastarte lo que no tienes, esconder los libros que compras para que no te riñan en casa, hacer listas y hasta estadísticas con los libros que lees, leer hasta el ISBN y el colofón…)

Siempre que puedo subrayo los libros con regla. Uso los marcapáginas para ello. Y tiene que ser a lápiz. Si no lo hago y se tuercen los renglones me siento fatal (a veces vuelvo a ello, borro y subrayo como es debido). Anoto los márgenes, también siempre con lápiz y con buena letra. Y me enfado mucho, muchísimo, si alguien se atreve a doblar una página de mi libro o a usar tinta indeleble para marcarlo. Saca lo peor de mí.

Define tu perfil de librero/a ideal: tímido/a, parlanchín/a, con un ordenador en la cabeza, sabelotodo, a la última, clásico/a…

Conozco libreros/as de todo tipo, pero siento debilidad por las personas tímidas que vencen su timidez para hablar con entusiasmo de los libros que les apasionan, que comparten sus gustos e ideas tanto como preguntan por los tuyos, que tratan con igual cariño a los libros que a las personas.

¿Qué tiene que tener una librería para que te apetezca volver a ella?

Una buena selección de libros, que se note que hay una mirada personal, una selección propia. Y un buen trato. Lo primero para mí es tan importante como lo segundo.

Recomiéndanos, por favor, un clásico (o varios) y un libro reciente.

Hace poco leí Lo prohibido de Benito Pérez Galdós. No la había leído y me lo pasé de maravilla. Es una obra que disecciona, con esa ironía tan propia de Galdós, a la clase burguesa madrileña de su tiempo: su corrupción financiera y política, su degradación moral, su hipocresía. Es una novela muy contemporánea. Ahora tengo ganas de releer Fortunata y Jacinta. Y para completar, la magnífica Insolación de Emilia Pardo Bazán.

En cuanto a libros recientes, me ha impactado mucho la lectura de Sacrificios humanos de María Fernanda Ampuero, publicado este marzo en Páginas de Espuma. Una colección de cuentos en los que Ampuero, a través de una imaginación terrorífica, amplifica la violencia cotidiana sobre el cuerpo de las mujeres y la transforma en relato de horror.

[Y la pregunta 10 la lanza Luci Romero, de la Librería Bartleby (Valencia):]

“Edurne, tanto en El eco de los disparos, como en las anteriores novelas abordas el tema de la violencia en diversos ámbitos, en este caso hablamos de la guerra, de la memoria histórica y aquí me gustaría plantearte algo que iba y venía en mi cabeza al leer Los ojos cerrados: la memoria está atrapada en el origen traumático, doloroso, esta atada por el miedo a perderse y que, en parte, se enraíza en el registro histórico de lo sucedido, pero por otra parte como trauma sufrido pienso que hay una parte de realidad que se vuelve fantasma, que los convoca y esa idea la tenía presente mientras leía la novela. Mi pregunta es: ¿crees que el trauma, llámese también violencia o silencio, va a seguir alojando esos fantasmas en lo venidero y que hemos construido un espacio que apenas se nombra y necesita ser nombrado –como, por otra parte bien haces en la novela–? Muchas gracias”.

El trauma, cuando se reprime, cuando no se elabora, cuando se cubre con silencios o no se nombra, vuelve como síntoma. Se enquista. Está muy bien que menciones los fantasmas porque, al fin y al cabo, ¿qué es un fantasma? Es la presencia, en el presente, de un pasado que no está resuelto que vuelve, repetidamente a recordarnos su origen traumático. En alguna ocasión he dicho que necesitamos crear una memoria hospitalaria para las víctimas de la violencia y la literatura puede ser el lugar donde hacer ese ejercicio. Creo que eso está en el fondo de Los ojos cerrados, pero creo que eso es algo que he hecho también en mis libros anteriores.