¿En serio que los libreros no hacen nada en favor de la lectura?

¿LOS LIBREROS NO HACEN NADA EN FAVOR DE LA LECTURA…? No sin asombro y cierto desconcierto, he leído un artículo publicado en el último número de una revista literaria, en el que el autor compara las librerías y las bibliotecas destacando las diferencias entre ambas. Observo que es un punto de vista muy personal el […]

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¿LOS LIBREROS NO HACEN NADA EN FAVOR DE LA LECTURA…?

No sin asombro y cierto desconcierto, he leído un artículo publicado en el último número de una revista literaria, en el que el autor compara las librerías y las bibliotecas destacando las diferencias entre ambas.

Observo que es un punto de vista muy personal el suyo como cada uno puede tenerlo al respecto, pero sorprenden algunas de sus apreciaciones y afirmaciones que considero equivocadas o, al menos, no del todo precisas.

En las librerías se venden libros, cierto, es un comercio y, lógicamente, los libros que allí se exponen, son todos potencialmente vendibles. Es un negocio, claro, y cuantos más libros se vendan, mejor, mucho mejor, puesto que no es extraño que el librero tenga que vivir de ello. Dice que se habla de las librerías actualmente como si fueran centros de promoción de la lectura, y que si así fuese, no venderían libros, los regalarían.

¿De verdad alguien cree que el mero hecho de regalar libros promociona la lectura?

Las bibliotecas no los regalan, sólo los prestan. Y aunque no forma parte de este debate, por poner otro ejemplo, hay centros educativos, que en mayor o menor medida, promocionan la lectura, y no regalan libros.

Declara que los escritores adoran a los libreros (por propio interés).

Bueno, no todos, ni es así exactamente, ni tienen porqué. Que les utilicen para promocionar sus libros, es posible y lógico, pero no existen motivos para adorar y sí para mantener una cordial relación. Un librero no es juez ni crítico, es un simple lector y decide en el ínfimo y limitado espacio de su propia librería.

Dice también que los libreros no hacen nada en favor de la lectura, afirmación demasiado rotunda y negativa.

Hay libreros que, además de dedicarse a comerciar con libros, los leen, no todos, obviamente.

Hay libreros que adoran los libros y sienten la lectura como un placer cotidiano.

Hay libreros que organizan actividades no lucrativas en sus librerías destinadas a lectores que, como ellos mismos, encuentran en la librería salida a sus inquietudes culturales y literarias. Encuentros en los que se habla de libros, por supuesto, de géneros, de autores; en los que se intercambian impresiones sobre gustos literarios, críticas y recomendaciones apasionadas. Encuentros en los que se hacen lecturas elegidas por algún motivo o gusto personal, y que invitan en muchas ocasiones a querer leer
más, a querer conocer más y mejor la obra de un autor.

Hay librerías que, periódicamente, realizan cuentacuentos con los más pequeños, libro en mano, sin el afán inmediato de vender ese libro u otros, sino de involucrar a niños en una historia que les haga asombrarse, divertirse y llame su atención sobre esos objetos mágicos que contienen historias maravillosas. Porque si es así, en algunos casos, se habrá conseguido crear lectores, lectores que compren libros en las librerías o visiten las bibliotecas para hacer uso del préstamo.

Hay clientes de librerías que compran libros para leerlos, ¡sí! Y muchos. Y que además comentan sus lecturas con los libreros, y no siempre, quizá sólo en algunas de las ocasiones en que entran en una librería, compran algún libro. Porque hay quien gusta de entrar en las librerías a mirar, hojear, manosear libros y charlar con los libreros.

Es muy difícil mantener charlas en las biblotecas, donde rige un silencio casi monacal.

Así que cuando uno entra en una librería, no sólo quiere comprar y, de hecho, no siempre compra.

Un libro comprado no tiene por qué acabar olvidado en una estantería, en una caja del desván o tirado directamente a la basura. Un libro comprado puede pasar de mano en mano también, si su dueño quiere.

Hay libreros que, además de leer, hablar de lecturas, recomendar y vender libros, también se dejan aconsejar por los lectores, también prestan libros que hacen pasar de mano en mano, y, del mismo modo, reciben libros en préstamo de sus propios clientes.

Hay libreros que encuentran los momentos más agradables de su trabajo en aquellas actividades que nada tienen que ver con envolver un libro y abrir y cerrar caja.

Yo me pregunto ¿cuál es el principal interés de un escritor? ¿Que se vendan muchos, muchos libros (suyos) o que realmente sean leídos?

A estas alturas, nadie va a negar de ningún modo, ni libreros, ni escritores, ni editores, ni críticos, ni lectores, ni compradores de libros, que el negocio del libros es eso, un negocio.

Pero de ahí a afirmar que las librerías, los libreros, no hacen nada en favor de la lectura… no sé si hay que tomárselo en serio o es una mera provocación, jocosa y desafortunada.

Olivia Lahoya, Librería Estudio de Miranda de Ebro (Burgos).