Entrevistas

Cuestionario librero 98: Diego Doncel

“Sólo puedo defenderme de tu muerte / haciéndote vivir en la memoria. […] Tengo que inventarme el mundo para poder vivir”…: son versos impactantes de La fragilidad, el largo poema en versículos con el que Diego Doncel (Malpartida, Cáceres, 1964) ha ganado el último Premio Loewe, y en el que, al hablar de un tema […]

“Sólo puedo defenderme de tu muerte / haciéndote vivir en la memoria. […] Tengo que inventarme el mundo para poder vivir”…: son versos impactantes de La fragilidad, el largo poema en versículos con el que Diego Doncel (Malpartida, Cáceres, 1964) ha ganado el último Premio Loewe, y en el que, al hablar de un tema tan literario y tan clásico como la muerte del padre, se diría más bien que es el poeta, el hijo, el que en cierto modo agoniza, dada la extrema sensibilidad con la que se abordan esos días dramáticos de hospitales y despedida. Doncel es un gran tipo, serio y amable, siempre atento. Quedamos con él en el Parque del Oeste, muy cerca de su casa, y paseamos hablando de la poesía de Al Berto y de la de Juan Manuel Bonet, vecino de la zona, de teatro (Doncel es crítico teatral en ABC), de pandemias y de otras mudanzas…, y por allí, Parque del Oeste adentro, le entregamos el “cuestionario librero”, con pregunta final de otro Premio Loewe, el poeta y periodista Antonio Lucas.

[Fotografía: Diego Doncel, en Madrid, 29 de abril de 2021. Fotografía de Juan Marqués.]

¿Cuál fue el libro que inoculó en ti el veneno de la lectura?

Fueron poemas, los que leíamos en casa o recitaba mi padre. Después encontré una edición de las Mil mejores poesías de la lengua y no me separé de ella. Mi primera lectura decisiva e importante fue la obra de Azorín.

¿Hay algún personaje de novela al que te gustaría parecerte (o te hubiera gustado cuando lo leíste)?

Cualquiera que sea capaz de dejar todo por algo fuerte y poderoso, por perseguir un sueño. Siempre he recordado a ese hombre, retratado por Tabucchi, que viaja de Madrid a Lisboa para el entierro de Maria do Carmo Meneses de Sequeira y se da cuenta que todo en ella era un misterio. O ese otro que apuesta por una nueva forma de mirar las cosas en La doctrina de Saint Victoire de Peter Handke.

¿Cómo eliges tu siguiente lectura? ¿Qué peso tiene la selección de la librería o la recomendación del librero / de la librera en tu decisión de compra?

Para mí las recomendaciones de mis amigos libreros son absolutamente valiosas. Están informados, saben emitir juicios sin condicionar y, sobre todo, saben entusiasmarme. Sin entusiasmo no hay lectura, solo un correr de páginas.

Sé valiente, por favor: ¿qué lectura “insoslayable” tienes todavía pendiente?

Sin ser pretencioso, tengo el deseo de conocer a fondo La Biblia. Su ironía, su sarcasmo, su dolor, su tragedia. Ya lo hicieron Milosz o Holan y recientemente Erri De Luca o Emmanuel Carrère. Pero para mí, sobre todo, un autor fascinante del que además fui amigo: Cristóbal Serra. En la Biblia, más allá de su carácter religioso, nos encontramos personajes literarios absolutamente únicos: Jonás, por ejemplo, o María Magdalena.

¿Sabes de algún libro extranjero que habría que traducir con urgencia, o alguno descatalogado o muy desconocido que haya que reeditar para bien del mundo?

Creo que si fuera editor me volcaría en tener como una autora de mi catálogo a Annie Ernaux. Sus novelas, tan sencillas, están llenas de encanto, algo difícil de conseguir. Hablan de la vida común de la gente. Celebro la apuesta de Cabaret Voltaire. Y por supuesto también a un autor de otro orden como el extraordinario Pascal Quignard, al que Sexto Piso no deja de seguirle la pista. De ambos hay obras fundamentales que rescatar o traducir. Un poeta que destacaría en mi catálogo sería Blai Bonet, es profundo, emocionante, sólido y secreto. Todo aquello que tiene un poeta grande, además de una voz propia y de un estilo novedoso. Se merece un puesto de honor en nuestra literatura.

Algún vicio inconfesable sobre libros (subrayar, tirar a la basura, robar, gastarte lo que no tienes, esconder los libros que compras para que no te riñan en casa, hacer listas y hasta estadísticas con los libros que lees, leer hasta el ISBN y el colofón…)

Me he gastado todo mi dinero en libros. Un libro es un sueño, me alegra el día. Puedo cruzarme la ciudad solo por la necesidad de leerlo inmediatamente. Cuando deseo un libro ya no hay espera posible, ni límite. Me gustan los libros que tienen una vida detrás, que han conocido a mucha gente, que se han ido haciendo viejos en muchas bibliotecas. Me gustaría que los libros tuvieran un listado de propietarios y unas mínimas notas autobiográficas de cada uno.

Define tu perfil de librero/a ideal: tímido/a, parlanchín/a, con un ordenador en la cabeza, sabelotodo, a la última, clásico/a…

Estar informado pero sin pretender imponer sus gustos. Que ame los libros y sepa crear la magia de desearlos. A veces basta con dos frases para que se desate el hechizo. Eso lo he encontrado desde hace años en Salva ( que se acaba de jubilar) y José Luis G. Ibáñez de la librería Visor. Y en Hiperión, un santuario para mí de la poesía durante años. Soy asiduo a las librerías especializadas en teatro, esas especies raras donde encuentras verdaderas joyas, de ellas soy adicto a Yorick y a Con Tarima, donde me gusta encontrarme con Clemente García, una joya de actor y de librero. Y cómo no recordar dos librerías de referencia: Juan Rulfo y Rafael Alberti, con Lola Larumbe dando cobijo y cariño a la historia de tantos lectores en este país.

¿Qué tiene que tener una librería para que te apetezca volver a ella?

Algo obvio: buenos libros. También agradezco que se arriesgue a apostar por tener un rinconcito al menos con lo menos conocido o comercial, y por supuesto con una buena sección de poesía. ¿No es cierto que muchos libros de poemas se venden tanto o más que muchas novelas? Pues entonces debemos darle un poco más de protagonismo comercial en las librerías. La poesía es frágil, por eso es poderosa.

Recomiéndanos, por favor, un clásico (o varios) y un libro reciente.

Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, una novela genial de un novelista genial, adorado por Cervantes.

Cualquiera de Juan José Saer, uno de los escritores que prefiero, el mejor de la prosa argentina después de Borges, según opinión de Beatriz Sarlo. Sus libros los está editando de nuevo Rayo Verde. Allí se pueden encontrar títulos como Glosa o El limonero real. Una fiesta.

[Y la pregunta 10 la lanza el poeta y periodista Antonio Lucas:]

“¿De la fragilidad saliste mejor armado o es un ir y venir?”

Querido Antonio, una buena pregunta. Tú sabes bien que de la fragilidad no hay ninguna estrategia que nos permita escaparnos. La propia poesía es algo frágil y a la vez poderoso. Es una construcción del cerebro humano, de siglos de civilización hecha con algo aparentemente débil y bello: la palabra. En relación a mi vida, la experiencia de lo que viví con mi padre me marcó para siempre. Necesité años para encajar todo aquello, el camino fue duro, sigo estando herido; sin embargo, me ha hecho apreciar el valor de buscar una posibilidad para la esperanza. Sentí en mi propia carne que tenía que alejarme de gran parte del pensamiento y la literatura del siglo XX, tan fascinada por la desolación, y buscar en aquella experiencia límite los momentos de la duración, es decir, los momentos en que la vida fue intensa y digna de vivirse, aunque resultara trágica.