Entrevistas

Cuestionario librero nº 21: Manuela Partearroyo

Exactamente hoy, lunes 6 de julio del extraño año de 2020, se pone a la venta Luces de varietés. Lo grotesco en la España de Fellini y en la Italia de Valle-Inclán (o al revés) (La Uña Rota), el primer libro de Manuela Partearroyo, quien hasta hace muy pocos meses fue una queridísima librera en […]

Exactamente hoy, lunes 6 de julio del extraño año de 2020, se pone a la venta Luces de varietés. Lo grotesco en la España de Fellini y en la Italia de Valle-Inclán (o al revés) (La Uña Rota), el primer libro de Manuela Partearroyo, quien hasta hace muy pocos meses fue una queridísima librera en la ya añorada librería madrileña Los Editores. Ahora, de vuelta al otro lado del mostrador, afirma que “yo creo que lo bueno de ir a librerías es dejarte llevar. Para los pedidos no hay mucho misterio, los pides y te los agencian, pero para mí el mayor placer es llegar a una librería y llevarme algo que no estaba para nada en mis planes”. Lectora, librera, y por fin escritora, Manuela se enfrenta a las nueves preguntas de las librerías:

¿Cuál fue el libro que inoculó en ti el veneno de la lectura?

No fui una lectora demasiado voraz hasta llegar a mi adolescencia pero de esos años no tan lectores recuerdo tres o cuatro autores que me ayudaron a no cejar en el empeño. Todos ellos hablaban sobre infancias diferentes, inquietas, divertidas: Jordi Sierra i Fabra, Judith Kerr, el Manhattan de Carmen Martín Gaite, el Carabanchel Alto de Elvira Lindo, la risa malvada de Roald Dahl… Pero tal vez me quede con una joyita ahora menos leída que bien merece ser recuperada: El tiempo y la promesa de Concha López Narváez.

¿Hay algún personaje de novela al que te gustaría parecerte (o te hubiera gustado cuando lo leíste)?

Una amiga de mis padres de Toledo, Ohio, me regaló un ejemplar de Mujercitas y evidentemente, yo quería ser Jo March en todo y para todo. Recuerdo también la impresión enorme que me produjo la Mrs Havisham de Grandes Esperanzas, no comprendía cómo no era el personaje central, como una Gloria Swanson oscura y decadente. Y luego están los detectives, yo siempre había querido ser detective privado y me empapaba de novelas clásicas de Chandler, de Cain y de Agatha Christie. Así que una mezcla entre Jo, Mrs Havisham y Miss Marple (por las plantas, que son muy lo mío) sería un cóctel fantástico.

¿Cómo eliges tu siguiente lectura? ¿Qué peso tiene la selección de la librería o la recomendación del librero / de la librera en tu decisión de compra?

Yo creo que lo bueno de ir a librerías es dejarte llevar. Para los pedidos no hay mucho misterio, los pides y te los agencian (no entiendo por qué tanto rollo con la prisa de ya sabe usted qué plataformas), pero para mí el mayor placer es llegar a una librería y llevarme algo que no estaba para nada en mis planes. Mucho de ello tiene que ver con buenos libreros, pero no sólo por lo que te recomienden explícitamente, la recomendación está en cada esquina, por el orden y concierto que se elija, por dar prioridad a unas cosas frente a otras, por la personalidad del local, vaya. El poder del libro de cara es infinito, palabra de librera. Es un placer entrar en una librería y descubrir a alguien que se te había pasado por alto o alguna rareza de un gran clásico. Todo está por aprender, así que sin duda el peso de la recomendación es enorme.

Sé valiente, por favor: ¿qué lectura “insoslayable” tienes todavía pendiente?

Muchísimas, por suerte. Sólo he leído el capítulo X del Ulises: el que entraba para examen en la facultad, me perdonen. Soy disciplinada con las lecturas esenciales, pero no con las novelas esenciales, me explico: creo que la Sonata a Kreutzer es una píldora de la obra de Tolstói que puede o no dar pie a leer novelas más canónicas. Hay que ir leyendo por intuición, sin agobios, sin prisa, sin obligaciones. Realmente nada es del todo esencial. Cuando en la librería entraban clientes y me comentaban abochornados que no habían leído, qué sé yo, Cien años de soledad, El Gatopardo, Crimen y castigouna sólo podía decirles que qué suerte. Es como ir por primera vez a Nueva York, sabes de qué va pero siempre te sorprende.

¿Sabes de algún libro extranjero que habría que traducir con urgencia, o alguno descatalogado o muy desconocido que haya que reeditar para bien del mundo?

Arrimando el ascua a mi sardina mencionaré el Diario Notturno de Ennio Flaiano, una reflexión ácida y grotesca que tiene un pasaje titulado Foglietti di Spagna donde habla de sus andanzas cinéfilas por Madrid y alrededores. Flaiano ha vivido una estupenda resurrección gracias a Errata Naturaepero creo que su obra (aunque anárquica y perezosa) debería recuperarse del todo porque rima con nuestros mejores de medio siglo. Luego están los muchísimos casos de libros que merecen reediciones, Renacimiento va a saldar una deuda importantísima con María Teresa León y su Memoria de la melancolía, y parece increíble que la última reedición de Tiempo de silencio, que me pedían habitualmente en la librería, sea de 1999. Por último, no puedo dejar de mencionar a Garson Kanin, recientemente recuperado también por Hatari Books pero del que están sin reeditar dos novelas geniales: Moviola y Apoteosis.

Algún vicio inconfesable sobre libros (subrayar, tirar a la basura, robar, gastarte lo que no tienes, esconder los libros que compras para que no te riñan en casa, hacer listas y hasta estadísticas con los libros que lees, leer hasta el ISBN y el colofón…)

Soy un desastre total para el orden de las lecturas, hay anarquía en casi todo. Firmo todos los libros que empiezo, anoto ideas y subrayo. Sólo soy ordenada con los libros que tengo urgencia por leer para los talleres o las clases. Pero además suelo tener tres o cuatro a medias, a veces reabro alguno a medio terminar, o releo, y siempre miro con sorpresa lo que pensé en su momento. Y luego están las obsesiones: si me da por un tema, me compro mil y una rarezas que a menudo ni necesito ni termino leyendo. Recuerdo un verano que Anatomía de un instante de Cercas me llevó a hacerme un croquis de los mandos del ejército durante la Transición. En fin… 

Define tu perfil de librero/a ideal: tímido/a, parlanchín/a, con un ordenador en la cabeza, sabelotodo, a la última, clásico/a…

No tengo un perfil claro, si le conozco bien me lanzo a charlar y le pregunto por algo que le haya gustado últimamente. Lo bueno es llevarme algo muy diferente a lo que normalmente me llevaría, pero hay días en que tengo claro lo que busco y prefiero ir a mi aire. Creo que es esencial como librero saber leer al cliente, si quiere ser interpelado o no, respetarle su espacio, que se pueda perder si quiere, o todo lo contrario, charlar durante horas y acabar haciendo grandes amigos. Ojo, también los clientes son grandes prescriptores, para los libreros o para otros clientes al lado. Nada más rentable que el entusiasmo de un lector.

¿Qué tiene que tener una librería para que te apetezca volver a ella?

Personalidad, línea editorial (valga la analogía) y sin embargo variedad de selección; un tipo majo que le guste su trabajo, porque es el más bonito de la tierra, y algún sarao con gancho, no sólo presentaciones sino actividades, talleres, charlas en petit comité. La librería Los Editores ha sido mi escuela, no me cansaré de decir que he aprendido allí infinitamente más que escribiendo una tesis. Porque se aprende de la gente, del barrio, del entusiasmo, del placer de vivir los libros.

Recomiéndanos, por favor, un clásico (o varios), y un libro reciente.

Siempre que me preguntan por mi libro favorito empiezo hablando de El jardín de los Finzi-Contini de Giorgio Bassani, una novela perfecta. Luego siempre salta Carson McCullers, delicadeza y escepticismo, y por supuesto cualquier esperpento de Valle-Inclán, genial fábrica de imágenesY de títulos recientes no puedo dejar de mencionar los cuentos siniestros y fabulosos de La isla de los conejos de Elvira Navarro y La tragedia del señor Morn de Nabokov, que acaba de editar La Uña Rota, una obra inédita y grotesquísima que es un espectáculo.

[Y la pregunta número 10 la lanza Pablo Bonet Ayllón, secretario del Gremio de Librerías de Madrid y de la Feria del Libro de Madrid:]

“¿Qué crees que te ofrece la literatura que no te ofrece el cine y viceversa?”

Son lenguajes diferentes y esenciales por razones distintas. Supongo que nada puede superar el poder de impresión que genera una imagen intensa en una pantalla, como por ejemplo la tibia a cámara lenta mientras suena el Zaratustra de Strauss en 2001. Con el teatro pasa algo parecido, es bestial, genera emociones imborrables. Pero los libros superan al arte visual en algo inevitable: la compañía. Siempre vamos a sentir más una novela que su adaptación porque convivimos con los libros, se hacen nuestros fieles socios durante días o semanas o meses. No es Emma Bovary, es la Emma Bovary que se ha imaginado tu cabeza a partir de las palabras de Flaubert. Los personajes que imaginas son tuyos y nadie puede arrebatártelos.

Manuela Partearroyo, en Madrid, 29 de junio de 2020. Fotografías de Juan Marqués.