Leer o no leer, he aquí el dilema
Leer o no leer, he ahí el dilema
A punto de acabar enero, y después de haber leído con fruición las interesantes contribuciones sobre el tema del mes, no quería dejar de aportar un breve resumen del reciente informe del National Endowment for the Arts, titulado To Read or Not To Read, que se refiere a la lectura en EE UU como actividad de ocio y fuente de placer.
A
modo de introducción, quería hacer una reflexión sobre cómo abordan
lectura y escritura nuestros adolescentes. Lo primero que me pregunto
es si todos nosotros -incluidos los que planean encuestas, analizan
datos o redactan informes- no estaremos inmersos en un “paradigma lector”
ya superado. En relación con esto, me parece de utilidad recordar aquí
que,…
Leer o no leer, he ahí el dilema
A punto de acabar enero, y después de haber leído con fruición las interesantes contribuciones sobre el tema del mes, no quería dejar de aportar un breve resumen del reciente informe del National Endowment for the Arts, titulado To Read or Not To Read, que se refiere a la lectura en EE UU como actividad de ocio y fuente de placer.
A
modo de introducción, quería hacer una reflexión sobre cómo abordan
lectura y escritura nuestros adolescentes. Lo primero que me pregunto
es si todos nosotros -incluidos los que planean encuestas, analizan
datos o redactan informes- no estaremos inmersos en un “paradigma lector”
ya superado. En relación con esto, me parece de utilidad recordar aquí
que, según la prensa de esta semana, las grandes discográficas dan por
agotado el modelo de negocio vigente, y ya se están planteando ofrecer
a los músicos otro tipo de servicios como la promoción virtual, la
mercadotecnia de todo tipo, o el montaje de conciertos; pero el hecho
es que consideran que los CDs ya no son negocio…
Sería estupendo
recibir algún post de adolescentes que pudiera iluminarnos sobre su
visión de la lectura. Yo pongo siempre un par de ejemplos muy cercanos
para ilustrar la relación de los jóvenes con las tecnologías y la
lectura. Hace un par de años, cuando mi ahijada tenía 16, fui a verla a
París, donde vive. Me sorprendió que se pasara la tarde entera, 4 ó 5
horas, conectada por el móvil con su “novio” que tenía tarifa plana y a
quien, por cierto, veía todos los días en el cole. No es que hablaran
todo el rato, no, pero la línea estaba abierta. Ella hacía los deberes,
oía música, jugaba con el ordenador, navegaba, enviaba algún email, se
conectaba al Messenger, echaba un ojo a la TV … todo mientras comentaba
con su novio, de vez en cuando, lo que hacía, sus dudas, sus ideas, y
quién llegaba de visita a casa. Tamaña capacidad “conectiva” tiene por
fuerza que afectar a la manera de entender el mundo, de enfocar el
aprendizaje, y de concebir el ocio y las relaciones sociales. Por otro
lado, mi sobrina de 15 años que parece pensar solo en salir, estar
guapa, y mandarse mensajes de todo tipo con sus amistades, es capaz de
devorar con fruición trilogías interminables que comenta y recomienda
con fruición; la pasión por los “novelones” va jalonada, eso sí, de
prolongadas “calvas lectoras”.
No me cabe duda de que estas dos
“jovencitas” -ambas conectadas electrónica y socialmente- muestran una
aproximación a la lectura distinta a la que acostumbramos. Y que su
capacidad de acometer distintas tareas al mismo tiempo es muy superior
a la nuestra. También es posible que no quede otro remedio para los
nuevos lectores, nacidos ya digitales, que adaptarse a un entorno
cambiante, lleno de estímulos simultáneos de diversa procedencia.
Es
cierto que la amplísima oferta de ocio y entretenimiento disponible
supone una fuerte competencia para la lectura placentera. Pero a
cambio, la costumbre de escribir -y de leer, por tanto- retorna. ¿No es
el email, el Messenger y el “eseemeese” la nueva forma que adopta el
género epistolar? Los chicos escriben y leen en la Web social, así
pasan el rato y, sobre todo, se comunican; ahí tenemos también la
lecto-escritura por placer, en un sitio y en un modo bien distinto al
que se acostumbraba. Esto me lleva a pensar en el grado de competencia
lectora que alcanzaríamos nosotros, lectores avezados, ante un texto
escrito con letra procesal del siglo XVI. Creo que el salto entre
nosotros y nuestros jóvenes es aún mayor que el que acabo de usar como
ejemplo.
En EE UU hay ya bibliotecas que explotan las nuevas
capacidades comunicadoras de los jóvenes para captar nuevos lectores y
ofrecerles servicios a su medida, como el MySpace de la Biblioteca Pública de Seattle gestionado por un “Centro de Asesores Adolescentes”, 17 jóvenes de entre 14 y 18 año, al que os recomiendo echar un vistazo.
To Read or Not To Read: la lectura voluntaria
El informe del NEA
que voy a comentar se refiere a la lectura como elemento de ocio y
fuente placer, y establece unas interesantísimas correlaciones, que no
relaciones causales, entre la competencia lectora y algunos factores de
éxito social y “buena vida”.
La habilidad lectora de los jóvenes
estadounidenses está en retroceso, como la de los españoles según el
informe PISA. Lo que es diferente de este reciente estudio es el nuevo
análisis que aplica a un conjunto de datos ya conocidos en EE UU. Han
usado informes de procedencia diversa, como los elaborados regularmente
por agencias del gobierno federal y otras instituciones académicas, así
como estudios y encuestas llevados a cabo por fundaciones, think-tanks,
y el sector privado.
La conclusión a que llega To Read or Not To Read es que existe un alarmante declive de los índices de lectura
en jóvenes y adultos, a pesar del progreso constante de la habilidad
lectora de los estudiantes de primaria. Dicho progreso lector parece
detenerse abruptamente cuando los niños llegan a la adolescencia y,
sorprendentemente, no experimenta mejoría alguna en el caso de
estudiantes y titulados universitarios. El informe destaca que una
deficiente capacidad lectora tiene consecuencias para la población en
el orden social, económico, cultural y cívico.
El informe del
NEA llega a conclusiones que nos resultan familiares: los jóvenes
estadounidenses no solo leen menos, sino que también leen peor, y por
ello obtienen peores resultados académicos. La deficiente comprensión lectora
está íntimamente ligada a una tasa más alta de abandono escolar y a una
mayor dificultad para integrarse en el mercado de trabajo: desempleo,
salarios bajos y menos oportunidades de mejora. Aunque el informe
aclara que no existe una relación de causalidad entre los datos que
maneja, recuerda que la población reclusa de EE UU muestra índices
bajísimos de lecto-escritura y apunta que existe también una
correlación entre los “malos lectores” y la ausencia de compromiso
social, de participación cívica o de vida cultural.
El informe
también defiende que el hecho de leer o no leer, junto a la calidad y
cantidad del hábito lector, juega un papel esencial en la buena vida
del individuo. La lectura regular impulsa el éxito académico y
económico de las personas, pero además parece despertar el afán por la
participación cívica y ciudadana. No es de extrañar tampoco que los
“buenos” lectores vayan más a conciertos, al teatro y a exposiciones;
más curioso puede resultar el hecho de que los lectores asiduos también
practican más deporte y ejercicio físico, independientemente del nivel
educativo alcanzado. Según el informe, no cabe duda de que los libros
son capaces de cambiar la vida a mejor.
Abunda el informe en que
la lectura es esencial para la configuración de una sociedad libre y
próspera. La lectura placentera es una actividad irremplazable para el
desarrollo de ciudadanos “activos y productivos” y de grupos humanos
saludables. Aunque los medios electrónicos puedan también ofrecer
beneficios, en ningún caso pueden sustituir el desarrollo intelectual y
personal que supone la lectura frecuente. Así que recomienda a padres,
profesores, bibliotecarios, escritores, editores, políticos,
empresarios, economistas y activistas sociales que se pongan manos a la
obra para frenar el declive de la lectura en EE UU; porque ese declive
no es solo un asunto cultural, aunque tenga una clara repercusión en la
literatura y las artes, es un problema muy serio que afecta a la
sociedad en su conjunto. Si el declive que muestra el informe
continuara al mismo ritmo, la sociedad estadounidense sufriría las
consecuencias del retroceso producido en las esferas económica, cívica
y social. Lo que pretende el estudio es, por tanto, plantear un debate,
ya que consideran suficientemente probado que el problema es acuciante.
EL NEA alerta a los estadounidenses: ha llegado el momento de
enfrentarse al problema y dedicar más atención y más recursos a
fomentar la lectura, actividad fundamental e irremplazable para toda
democracia que se precie.
¿Nos suena? Quiero recordar aquí
algunas de las cosas que han dicho nuestros políticos a raíz de los
malos resultados obtenidos por los estudiantes españoles en el informe
PISA; desde recordar la deficiente financiación del gobierno anterior a
las bibliotecas, hasta considerar que nuestra sociedad “merece” los
resultados obtenidos. Creo sinceramente que como profesionales del ramo deberíamos reaccionar y saltar a la arena pública
para recordar el papel dinamizador de las bibliotecas como elementos
esenciales para la educación de la sociedad en su conjunto y para el
aprendizaje permanente. Del mismo modo, la tarea de las bibliotecas
públicas en cuanto a la integración de los más desfavorecidos y de los
recién llegados debe ser destacada y fomentada por las administraciones
públicas, en lugar de caer en consideraciones fatalistas sobre la
pobreza intelectual de la sociedad española ante los resultados
descendentes del hábito lector de nuestros jóvenes.
Como he comentado, To Read or Not To Read
demuestra que la comprensión lectora de los jóvenes estadounidenses
está también en claro descenso. Los lectores juveniles leen menos veces
y menos tiempo cada vez, en comparación con otros grupos de edad y con
los jóvenes de hace 20 años. Algunos datos son destacables, como el
hecho de que uno de cada tres estudiantes universitarios no dedica
ningún tiempo a la “lectura voluntaria y placentera”. Históricamente,
el cambio en los hábitos lectores va unido al auge de Internet, de modo
que los lectores habituales notan también la competencia de otros
medios, lo que resulta en una acumulación de tareas simultáneas y en
una menor capacidad de concentración en el texto. Por ejemplo, el 58%
de los estudiantes de secundaria y bachillerato usan otros medios a la
vez que leen y el 20% de su tiempo de lectura se comparte con la TV,
los vídeos, los videojuegos, el envío de mensajes instantáneos, emails
y “esemeeses” y navegar por Internet. Al mismo tiempo que esto sucede
con los jóvenes “multitarea” en EE UU, los hogares invierten menos que
nunca en la compra de libros y, como recuerda el informe, existe una
clarísima correlación entre el número de libros de un hogar y el éxito
académico de los hijos.
Con esto termino ya la explicación de lo que podéis hallar en To Read or Not To Read
y vuelvo a preguntarme, como al principio, si para comprender las
profundas transformaciones que está sufriendo el paradigma lector en el
mundo occidental necesitaremos cambiar radicalmente el enfoque y dejar
de lado nuestras viejas “lentes analógicas” de lectores satisfechos.
María Jesús del Olmo
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Embassy of the US of America, Madrid
En: http://blog.sedic.es