“De bestias y aves” de Pilar Adón

De bestias y aves

De bestias y aves

Adón, Pilar

ISBN

978-84-19075-45-1

Editorial

Galaxia Gutenberg

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Cada vez que una escritora de la profundidad de Pilar Adón publica un libro, como su último De bestias y aves, el olfato lector se pone alerta y uno se prepara para un evento insospechado, una perpetua esencia a varias jornadas de café o, por qué no decirlo, un halo de sobriedad portentosa.

Así lo ha ido demostrando a lo largo de su trayectoria literaria, la cual abarca más de tres lustros de hilar con precisión artesanal cada uno de sus textos. Pero nada me pudiera hacer sospechar al iniciar la confusión de Coro Mae (protagonista errante) adentrándose en un camino repleto de grava y peñascos, rural y alejado de las autopistas, que estaba delante de uno de las más elegantes e inigualables homenajes a la obra de Virginia Woolf, Al faro. O quizá sea pertinente puntualizar que es el diálogo con la obra de Woolf más inteligente que cualquier lector de hoy en día pueda imaginar.

Y hago esta afirmación, ya no como librero, sino como admirador y feroz defensor de la audacia literaria ante cualquier atisbo de edulcorada pretensión por ofrecer un texto amigable o libre de cualquier tipo de interpretaciones posteriores. En De bestias y aves (Galaxia Gutenberg), Pilar Adón cumple con creces cualquier expectativa del lector avezado en duelos argumentales y lingüísticos, además de invitar a todo aquel a experimentar el asombro ante la creatividad.

Pero habrá que justificar todo lo dicho, ¿verdad? Pues, por fortuna, las grandes obras no sufren de la inquina de los “spoilers”, así que desmenucemos el manto argumental: Coro Mae termina en un camino pedregoso que desemboca en unas verjas cerradas; sin gasolina por su imprudencia, la pintora de éxito, la mujer de ciudad, se encuentra en completo abandono, sin saber que tras aquel final de camino se encuentra una recreación de la Betania bíblica en la que solo vive un grupo de mujeres. Una comunidad pequeña, ajena a todo pasado y futuro, en la que sus residentes solo viven el presente. Invitada a pasar la noche, Coro no podrá salir de aquel paraíso salvaje y materno, ya sea por insistencia de Gloria (la que duerme en el sótano), por cualquiera de las evasivas insistentes de las demás o por su propia incapacidad para recuperar una vida que, lentamente, se desvanece.

Allí, en un amplio terreno que abarca desde ovejas a un lago, cuestas empinadas y unos límites difusos, Coro irá descubriendo y recapacitando sobre el verdadero sentido de la creación, de la inutilidad del pensamiento lineal de la existencia, del propio legado. Y es aquí donde Pilar Adón nos acerca a la anteriormente citada obra maestra de la inglesa Virginia Woolf. Porque lo primero “que hace una mujer cuando decide aceptar que va a pasar un tiempo en una tierra que desconoce es medirla”, comprende que “no hay dos días iguales” y que la vida es “el resultado de una suma de segmentos separados”. En definitiva, en ese trayecto anímico al origen no tiene sentido en dejar más huella que aquella que te pueda guiar al siguiente día, al mismo lugar para volver a retratar el instante que nunca se repite. Descubrir la paz de la costumbre y la rutina.

He aquí, por tanto, una novela preciosista que deja al lector todo tipo de espacios para la reflexión sosegada y los debates intensos que tanto gustan (muchas veces se echan de menos) sobre tal o cual apreciación de un párrafo y, sobre todo, el silencio de las hojas (las de papel, pero también las otras) al terminar de leerlo.

Y solo os dejo una afirmación más: quien lee este libro no se lo quita de la cabeza en semanas. Dicho queda.

Vicente Velasco Montoya, La Montaña Mágica (Cartagena, Murcia)