“La ciudad” de Lara Moreno

La ciudad

La ciudad

Moreno, Lara

ISBN

978-84-264-0775-7

Editorial

LUMEN

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Imagínate paseando por el barrio de La Latina, en Madrid, y merodear por la Plaza de la Paja, cruzar la Calle Costanilla de San Andrés y entrar en uno de sus edificios, pongamos el número 8. Seguramente tengas que tener cuidado de no resbalar al entrar, el suelo está recién fregado y, sin saber si se esconde o remata su tarea, verás de refilón a una mujer que se escurre por una puerta. Ella es Horía, procedente de Marruecos, que, tras haber ingresado en el país como temporera en los campos de fresa de Cartaya (Huelva), ha logrado llegar a la capital en búsqueda de un asidero de esperanza, aun aterida por el desconsuelo. Vive en la portería. La antesala donde echar cada día un pulso al desánimo.

Llega alguien. Dos niños aparecen cargados con sus mochilas del colegio y vienen acompañados de su cuidadora. Ella es Damaris, de origen colombiano. Se dirigen al tercero, a la casa de sus patrones, donde cuida, limpia, cocina. Ella no vive allí, comparte piso lejos de allí y es raro el mes que puede ahorrar para poder mandar algo a su familia. El puente que toma de regreso cada noche cruza la ciudad, pero no sortea el abatimiento.

Cerca está el acceso al patio interior del bloque por donde manan voces procedentes del cuarto piso. Ya de lejos nos alertan de una discusión entre un hombre y una mujer. Lo que quizás cueste visualizar, ahí y entonces, son los dilemas, paradojas, humillaciones y vergüenzas que cimientan una relación de maltrato. La que sufre su inquilina. Ella es Oliva, española, autónoma y económicamente autosuficiente, al menos para pagar una casa de treinta metros cuadrados. El ascensor de este edificio es también social.

En La ciudad, escrita por Lara Moreno y editada por Lumen, convergen estas tres mujeres que sufren y enfrentan diferentes violencias originadas por una sociedad machista y que, a su vez o tal vez por eso, no abandona los excesos del capitalismo. Lo que maravilla de esta novela es la destreza con que la autora explora, sin dramatismos y otros efectismos, la vigencia transversal de estas violencias y la imposibilidad, en tantos casos, de romper con ellas.

Tres relatos en paralelo bien compactados que se ven enriquecidos por un ritmo de alta intensidad amparado en la escalada progresiva que dibujan. Lo poético y deslumbrante de su prosa hace de contrapeso y medicina ante la conmoción que genera. Sus personajes, elegante e inteligentemente definidos y armados por una pluralidad de matices, resuenan traspasando el papel. Uno de ellos quizá sea la ciudad misma, esa que preserva y donde hay jaulas que parecen casas. Esa ciudad que separa, que hiere, que mira a otro lado y que desdibuja rostros.

Estrella Villalba Ruiz, Librería Saltés (Huelva)