“Yo, Tituba, la bruja negra de Salem” de Maryse Condé

Yo, Tituba, la bruja negra de Salem

Yo, Tituba, la bruja negra de Salem

Condé, Maryse

ISBN

978-84-18668-28-9

Editorial

Impedimenta

Donde comprarlo

La editorial Impedimenta, a la que tantos descubrimientos y buenas lecturas debemos, ha publicado la novela Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, de la antillana Maryse Condé, autora, también, de Corazón que ríe, corazón que llora, La vida sin maquillaje y La Deseada, publicadas en nuestro país por la misma editorial. La novela de Tituba, traducida al español por Martha Asunción Alonso, se publicó en francés en 1986 y obtuvo el Grand Prix Littérarie de la Femme.

La novela, dividida en dos partes a las que se añade un breve epílogo, narra en primera persona la vida de la bruja Tituba, juzgada en Salem a finales del siglo XVII. Partiendo de un hecho histórico, la escritora da voz a esta esclava negra de la que poco se sabe, inventándole una vida nos obliga a presenciar, leyendo, la esclavitud en Barbados, la travesía hacia el continente americano en un barco negrero, los latigazos, las violaciones, el maltrato continuado, la escasez, las limitaciones de las religiones del libro, el miedo y las ansias de libertad. Una novela de esas que no se deja hasta que se termina o cuyo final (reconozco que fue mi caso) se lee anticipadamente para evitar sorpresas no deseadas.

La escritura en primera persona nos sorprende desde el inicio produciendo la extraña sensación de que la escritora se ha metido en el cuerpo de la esclava y desde su mirada, sus sentimientos y sufrimientos, nos habla, como traduciendo los pensamientos de Tituba a nuestro lenguaje. Así ocurre desde el inicio de la novela, en que leemos:

“Abena, mi madre, fue violada por un marinero inglés en la cubierta del Christ the King un día de 16**, mientras el navío zarpaba rumbo a Barbados. Yo fui fruto de aquella agresión. De aqu”el despreciable acto de odio” (p. 13).

Con esa voz, prestada por Marysé Conde, Tituba nos relata su nacimiento, su aprendizaje del uso de las hierbas con Man Yaya, su relación con los muertos que la guían y con los vivos que la atormentan, su viaje con la familia Parris a Boston, su sorpresa ante la radicalidad religiosa de los colonos blancos, su deseo y su sexualidad feliz con sus parejas, sus impotencias. Con esa voz, la de una mujer que sufre numerosas injusticias, nos presenta la sociedad de la época introduciendo en el relato a los amos y sus familias, a sus parejas, a los jueces y a las juzgadas, a los pastores y a sus demonios. Y es que Tituba, la bruja negra de Salem, protagoniza la historia dando voz a otros personajes, a otras personas, que contribuyen a dibujar con exactitud su vida de esclava, una vida llena de violencia que tiene, pese a todo, momentos de felicidad.

Muchos son los temas que se abordan en esta novela: el colonialismo, la esclavitud, el racismo, la violencia, el poder, el machismo, la crianza, la sabiduría popular, la pobreza, los lazos entre mujeres, la infancia, los prejuicios. Muchísimos temas, todos importantes, entre los cuales dos me han resultado, como lectora, especialmente curiosos.  El primero, el de las relaciones entre mujeres, que aparece continuamente y que, como es lógico, solo adquiere rango de amistad cuando se trata de mujeres en situaciones similares por su condición social.

En este sentido resulta particularmente bella la relación que se establece entre Tituba y Hester, una mujer a la que conoce cuando ambas esperan ser juzgadas, la una por bruja, la otra por adúltera, y con la que entabla una amistad que permanecerá más allá de su muerte. Una mujer que provoca a la protagonista con pensamientos contemporáneos que dejan patente el feminismo de la autora. “Da igual que sean blancos o negros, ¡la vida ya se porta demasiado bien con los hombres!” (p. 170), le dice Hester a Tituba.

El segundo tema que me ha sorprendido tanto como a la protagonista es el de la infancia, ligado a la inocencia en principio, pero también como antesala de una adultez que estará marcada inevitablemente por los dictados de la familia. Así, las niñas como Betsy, a las que cuida Tituba, pasan de ser criaturas indefensas que encuentran cobijo en la esclava a convertirse en niñas modélicas que la insultan y la vejan, que mienten y la acusan, para integrarse en la familia que las encorseta.

En definitiva, Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, es una novela apasionada y apasionante que se lee con facilidad, como si de una novela de aventuras se tratara, pero que deja un poso profundo para reflexionar porque Tituba es uno de esos personajes que, una vez conocidos, no nos abandona.

Izaskun Legarza Negrín, Librería de Mujeres (Santa Cruz de Tenerife)