Siete “Novelas de Campus”

Hay quien dice que somos demasiado alarmistas, que ya en el siglo XVIII había quien hablaba de la degradación de la Universidad, y que en realidad las cosas, al contrario, nunca han sido más flamantes y venturosas que hoy: nunca ha habido más alumnos, más opciones, más licenciaturas… pero lo afirman sin reparar en que esa saturación de personas y asignaturas ha podido ser, precisamente, una de las causas del colapso, de la confusión, de la intrusión de la mediocridad en lo que sólo podía ser excelente… Lo cierto es que, si ya desde hace años leemos libros que anuncian, simplemente, el final de la Universidad tal como la conocíamos y tal como la deseamos y tal como nos hace falta (como el elegíaco Adiós a la Universidad de Jordi Llovet o los agudos Estudios del malestar de José Luis Pardo), en los últimos meses la idealmente insustituible institución universitaria ha vuelto a la primera línea de la actualidad por motivos que no contribuirán a devolverle el prestigio. Si la universidad pública languidece por falta de financiación o por exceso de leyes contraproducentes, el descrédito y lo que podríamos llamar “caprichocracia” parece abalanzarse sobre la universidad privada, ya lastrada desde siempre por su elitismo, por la arbitrariedad a la hora de contratar su profesorado o por la evidencia dolorosa de que la gente se matricula no por afán de aprender, sino por la necesidad social de títulos sellados.
¿Y la literatura, tan maltratada precisamente en los nuevos planes de estudios? Pues la literatura, especialmente en el mundo anglosajón, forjó hace ya décadas un subgénero narrativo denominado “novela de campus” que indagaba, con mayor o menor protagonismo del paisaje universitario, o de su personal, o de su espíritu…, en la vida de los departamentos, en el carácter de sus habitantes, en el sentido o la trascendencia de su misión, pero entrando también en temas como las peleas internas por una plaza titular, el plagio o las relaciones sexuales entre profesores y alumnos (como ocurría en la determinante Desgracia de J.M. Coetzee, uno de los hitos de esta línea novelesca). Aquí proponemos releer siete grandes ejemplos de ese curioso y estimulante género, en días en los que, francamente, apetece más que nunca volver a la universidad, pero no por nostalgia sino por afán refundador, no con un cuaderno de apuntes sino con un cortacésped y una buena caja de herramientas.
 
EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO, de J.D. Salinger (Alianza)EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO, de J.D. Salinger (Alianza)
¿Qué diremos de El guardían entre el centeno? Convertida en una de las lecturas de culto más multitudinarias y ya clásicas del siglo XX, es, efectivamente, un prodigio de sensibilidad indirecta, un canto al afán de protección que sólo se lee en lo no escrito, y en buena medida el punto de partida de la narrativa norteamericana de hoy, reinventada por Jerome David Salinger en apenas cuatro títulos magistrales. Como suele suceder con este tipo de libros, lo que quieren decir es inmensamente mayor que lo de que de hecho dicen, pero todo está contenido en ellos, esperando a ser descodificado, interpretado, reconocido…, y ese pasaje en el que se revela el sentido del título es, aunque pudorosamente escrito, casi afeado por la coloquialidad de la explicación, extremadamente conmovedor. Si preside esta lista es, por supuesto, por sus primeras páginas, en las que el desorientadísimo joven Holden Caulfield es expulsado de su facultad por haber suspendido cuatro asignaturas y no estudiar nada, ni interesarse por nada, ni expresar ninguna emoción… Pero de repente le apetece volver a ver los patos de Central Park, y siente la necesidad de visitar a su hermana pequeña, y en todo caso pasear sin rumbo… y se alza una de las fábulas más arrebatadoras de la contemporaneidad. Holden Caulfield es, bien leído, un nuevo principito.
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EL LIBRO Y LA HERMANDAD, de Iris Murdoch (Impedimenta)
EL LIBRO Y LA HERMANDAD, de Iris Murdoch (Impedimenta)

La dublinesa Iris Murdoch publicó veinticinco novelas que la han hecho justamente famosísima, y que hacen olvidar que, en realidad, ella se dedicó ante todo a la filosofía, materia que estudió y después impartió en Oxford (en uno de cuyos jardines se esparcieron en 1979 sus cenizas, culminando una existencia muy vinculada a la universidad en la más noble de sus posibilidades). Es precisamente una fiesta de antiguos alumnos de Oxford la que en las primeras páginas de El libro y la hermandad atrapan al lector de un modo magnético. La gracia y la inteligencia con las que Murdoch retrata las esperables excentricidades de un brillante grupo de ex-estudiantes merecerían cruzar la puerta de cualquier antología de literatura. Lo que comienza como una novela de campus en estado puro, y en su más genuina vertiente británica, con viejo profesor al que visitar, desaparecidos en los lagos en medio de la noche, malentendidos, desencuentros y conversaciones brillantes… deriva en una trepidante novela netamente política que también es una novela de acción, y de persecuciones, y en la que llega a haber disparos. Y todo porque un grupo de amigos decidió financiar la escritura de un libro al más dotado de ellos, pero pasan los años, pasan los años…, y de ese libro, para el que toda la “hermandad” sigue aportando dinero, produce más rumores (y muy inquietantes) que páginas de adelanto…
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INDIGNACIÓN, de Philip Roth (Literatura Random House)INDIGNACIÓN, de Philip Roth (Mondadori)

La crítica literaria internacional parece haberse puesto de acuerdo en dictaminar que el último tramo de la obra narrativa de Philip Roth (que, no se sabe si influido por ello, decidió dejar de escribir varios años antes de su muerte) produjo pocas novelas memorables, pero todo el mundo sabe que los críticos literarios no son gentes muy de fiar… Lo cierto es que hay varias obras maestras entre las últimas líneas de la bibliografía rothiana, y entre ellas sobresale Indignation, la novela de 2009. Tras un año en la universidad más cercana a su domicilio familiar, el narrador de esta novela acaba “al año siguiente en Winesburg, una pequeña universidad de Humanidades e Ingeniería ubicada en la región agrícola del centro y norte de Ohio, […] a unos ochocientos kilómetros de la puerta trasera de nuestra casa”… y ya se sabe lo que ocurre tan lejos del hogar, sobre todo si vives en un colegio mayor (concretamente en “el peor cuarto en el peor piso de la peor residencia durante el último siglo”), y hay rivalidades enconadas entre las diferentes fraternidades, y eres judío, y virgen, y no sabes qué hacer con tu juventud. Lo estrafalario se hace normal, y hay algo casi costumbrista en ver a las tres de la mañana “al decano Caudwell, con sus casi dos metros de estatura en el porche delantero de Dowland Hall, con abrigo y bufanda, gritando por un megáfono […] ¡Alumnos de Winesburg, alumnos de Winesburg, volved a vuestras habitaciones! ¡Volved inmediatamente si no queréis arriesgaros a ser expulsados!”…
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SOBRE LA BELLEZA, de Zadie Smith (Salamandra)SOBRE LA BELLEZA, de Zadie Smith (Salamandra)

La tercera novela de la londinense Zadie Smith, cuando todavía no se habían apagado los ecos y las réplicas de la conmoción que produjo su debut, Dientes blancos, es una novela de campus al estilo clásico, como el Stoner de John Williams o el Lucky Jim de Kingsley Amis, esto es, novelas en las que la presencia del mundo universitario sirve ante todo para ubicar una psicología, para enmarcar los sueños y frustraciones de un personaje particular, pues, aunque en este On beauty el protagonismo se reparte entre varias criaturas, el foco principal apunta al profesor Howard Belsey (cuyo nombre homenajea a Regreso a Howards End, de E.M. Forster, una de las novelas preferidas de Smith). Las fiestas navideñas de cada departamento, las discusiones sobre Rembrandt con sus compañeros (esto es, con sus rivales) y la ambición desbocada de gente que “cuando hubiera terminado con Wellington, pasaría a Harvard, y de allí a donde quisiera, sin excluir el Pentágono” terminan de dibujar un paisaje más destinado a la melancolía, o incluso a la depresión, que a la sabiduría.
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TODAS LAS ALMAS, de Javier Marías (Alfaguara)TODAS LAS ALMAS, de Javier Marías (Alfaguara)

Publicada por primera vez por Anagrama en 1989, Todas las almas no sólo importó a nuestro país esa melodía narrativa de la que estamos hablando, creando la versión española de esa perspectiva literaria naturalmente foránea (y abriendo el camino a obras posteriores como La velocidad de la luz, de Javier Cercas, o, en su versión más insolente, Un momento de descanso, de Antonio Orejudo), sino que demostró definitivamente que Javier Marías iba a ser uno de los nombres principales de la novela española en los años siguientes, como han certificado después, rematando lo que ya se conoce como la “trilogía oxoniense”, Negra espalda del tiempo y Tu rostro mañana, aparte del resto de su obra. Por supuesto que hay antecedentes en nuestra literatura de bocetos del ambiente universitario (recordemos el arranque de El árbol de la ciencia, en el patio de la Escuela de Arquitectura, o La tesis de Nancy, de Ramón J. Sender, que no en vano vivía y enseñaba en Estados Unidos), pero Marías acertó a “traducir” eso tan indefinible y característico que tiene la novela de campus contemporánea como entre líneas, agazapado, sugerido, secreto… Y, por culminar la nómina nacional, quien simplemente desee ser feliz durante un rato, que lea las entradas “Oxford” y “Cambridge” de Pompa y circunstancia, el portentoso diccionario anglófilo de Ignacio Peyró.
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NATURALEZA CASI MUERTA, de Carme Riera (Alfaguara)NATURALEZA CASI MUERTA, de Carme Riera (Alfaguara)

Con una frecuencia curiosa, la novela de campus se desliza hacia el territorio de la novela negra, o de la novela policiaca, o incluso de la novela de terror. Como ejemplo paradigmático de profesor-detective tenemos a Gervase Fen, ese especialista en literatura de la Universidad de Oxford creado por Edmund Crispin al que habitualmente le caen casos misteriosos que resolver, entre los cuales brilla el desarrollado en la desopilante La juguetería errante (novela dedicada, por cierto, a Philip Larkin, quien por su parte ofreció en Jill, su debut como narrador, su propia novela de campus). Tesis, de Alejandro Amenábar, sería un buen ejemplo de “película de campus” que deriva hacia la intriga, y en esta Naturaleza casi muerta, la veterana escritora y académica mallorquina Carme Riera demuestra que se puede compatibilizar el estudio riguroso de los poetas barceloneses de los años 50 con las tramas de la mejor estirpe de lo ‘noir’, en este caso con la Universitat Autònoma de Barcelona como decorado principal. Sin alejarnos de Barcelona, pero abordando lo que puede ocurrir en los congresos internacionales de los medievalistas, puede leerse Erec y Enide, de Manuel Vázquez Montalbán.
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DÍAS DE NEVADA, de Bernardo Atxaga (Alfaguara)DÍAS DE NEVADA, de Bernardo Atxaga (Alfaguara)

No sólo existen las novelas de campus, sino también los “poemas de campus” (como bien saben, en el contexto español, los lectores de Jaime Siles, Miguel d’Ors o Luis García Montero), y este libro de Bernardo Atxaga, el último suyo hasta hoy, vendría a ilustrar la posibilidad de unos “diarios de campus”, aunque es bien sabido que en el caso de Atxaga eso de los géneros es siempre especialmente difuso y fronterizo, y desde luego hay, desde el comienzo, mucho de ficcionalización en esta crónica del curso universitario 2007-2008, que el escritor vasco pasó con su familia en la prestigiosa Universidad de Reno. La interposición de viejas historias escuchadas o de relatos secundarios, la recuperación de antiguas obsesiones suyas (como el boxeador Paulino Uzcudun), la exploración un tanto lunar de las inmediaciones, las reflexiones de carácter político y esa extraña poesía que ha teñido desde el comienzo toda la literatura de Atxaga se alían para armar un grueso cuaderno misceláneo pero coherente, como una esponja donde hubiese quedado retenido, en deliberado desorden, todo lo significativo de aquellos diez meses lejos de casa, desde el mapache de la primera noche hasta la receta de filetes de antílope del final, pasando por ese perturbado que en el supermercado va explicando que “un poema circunstancial no tiene por qué valer para un libro. Pero un poema que ha merecido estar en un libro debe valer para cualquier circunstancia”… Con la universidad sucede lo mismo: no todo el mundo está obligado a pasar por ella, pero todo el que recorra sus pasillos debería contribuir a preservar su valor.
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