Reflexiones sobre el Día del Libro
DÍA DEL LIBRO
Existe una tendencia real a construir nuestras rutinas conforme estas encuentran acomodo en el mundo digital, un mundo que se va filtrando en la vida diaria y se normaliza sin demasiado ruido ni sorpresa. Hace unos años, cuando empezaron los primeros lectores digitales (me niego a llamar libros a esos aparatos), las descargas y formatos distintos al libro de toda la vida, o sea, al libro, se auguraba el su final y la consecuente muerte de las librerías.
Hoy, los libros en papel, es decir, los libros, siguen existiendo; las librerías también y, además, rebosan de novedades y fondos que siguen llamando la atención del lector que gusta de perderse entre estanterías que huelen a papel y letra impresa.
Afortunadamente, los libros no han muerto, las librerías no han muerto, las editoriales no han muerto, y los escritores siguen publicando.
Desde luego que se lee en distintos formatos, y que muchos lectores incluso alternan la lectura digital con la tradicional, pasando páginas; sin embargo, el protagonismo del libro a la hora de sentarse y disfrutar de la lectura es indiscutible.
Si los augurios se hubiesen cumplido, ¿para qué un día con descuentos especiales? ¿para qué un día con autores que firmen ejemplares? ¿para qué las casetas de feria? Es decir, ¿para qué un día del libro?
Pero esas profecías agoreras no se han cumplido y por eso seguimos celebrando cada año, el Día Mundial del Libro. Por eso, las librerías abrimos nuestras puertas ofreciendo libros y más libros a los lectores ávidos de leer, de tocar, de atesorar letra impresa.
Porque los libros están muy vivos y las librerías viven y vibran.
¡Feliz y provechoso día del libro!
Oliva Lahoya, Librería Estudio (Miranda de Ebro)