Sobre la microliteratura


Se cuenta que en el verano de 1862, cuando se publicó Los miserables, Victor Hugo andaba ausente de París, e, inquieto por no saber cómo estaba siendo recibida por el público su nueva novela, tan potencialmente popular, telegrafió a su editor un lacónico “?”. El editor lo pilló al vuelo, y, dado que en todas las librerías de las principales ciudades francesas se estaban formando colas y hasta tumultos para comprar el libro, respondió con un revelador “!”. Éste pasa por ser el epistolario más breve de la Historia y, en efecto, consideramos complicado revelar más cosas con menos caracteres, pero hay autores que parecen tener esa extrema economía de recursos como meta. Si “abril es el mes más cruel”, como sentencia la literatura, febrero es el más breve, y esto es objetivo, universal, definitivo, de modo que nos ha parecido un mes adecuado para repasar algunos libros articulados a través de microtextos, o minicuentos, o cualquier otro subgénero de la narrativa o de la poesía que tengan la brevedad ya no como sistema de trabajo sino como horizonte, diríamos, filosófico. Es famosísimo el adagio de Baltasar Gracián: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”, y, en efecto, la calidad ha de ser crucial a la hora de valorar esta literatura, o a la hora de discernir la creación duradera del pasatiempo trivial. No todo vale en el mundo de lo sucinto, pero todos estos libros, y muchos más que encontrarás en las librerías, sí:

Fuegos de palabras. De Carmen CamachoFUEGOS DE PALABRAS de Carmen Camacho (Fundación José Manuel Lara)

Desde la sevillana Librería Palas, las libreras Amparo y Sonia nos cuentan que “nos gustaría destacar el profundo trabajo de investigación de la poeta y aforista andaluza Carmen Camacho, que más allá de modas, se propuso en Fuegos de palabras demostrar que hay un linaje muy importante de aforistas poéticos en la tradición literaria española, desde inicios del siglo XX y hasta nuestros días. Una fusión de poesía y pensamiento, engarzada con los rigurosos ensayos introductorios que preceden a la selección de textos de cada autor o autora. Textos breves e intentos que predisponen, como ella dice, a tener el alma disponible para enamorarse de las palabras“. Lo cierto es que lo que ha hecho Camacho es filológicamente encomiable, un trabajo de rastreo ejemplar, y una relectura valiente y muy meritoria, por los autores a los que llega, por demostrar que siempre se puede encontrar a autoras cuando se busca con verdadera buena voluntad (y sin bajar en absoluto el listón de la exigencia), y por el modo en el que comenta lo hallado y reunido. Hay otras antologías, como la preparada por León Molina, o esa en la que Manuel Neila ha juntado a una asamblea de mujeres aforistas. Aparte, siguen apareciendo un montón de libros que se unen a la “tradición de moda” del aforismo, como los maravillosos de Vicente Verdú, Tazas de caldo (donde leemos un definitivo “Cenar es morir un poco”), o los de Antonio Cabrera, Gracias, distancia. Y Ester Vallejo, de la Librería Lex Nova (Madrid), añade el recién publicado Gnómica, de Eugenio d’Ors: “En este libro todo es breve, los aforismos que lo llenan y los dibujos del propio autor que los acompañan. Pequeñas gotas de pensamiento del que fue uno de los intelectuales más destacados de su tiempo”.

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Piedad, de Miguel Mena. Xordica.PIEDAD, de Miguel Mena (Xordica Editorial)

El librero Arturo, desde la librería que Santos Ochoa tiene en la calle Calvo Sotelo (Logroño), escribe que “a mí este libro de Miguel Mena me estremeció: ya me temía que el policía de su trilogía (Días sin tregua, Todas las miradas del mundo y Foto Movida) tenía mucho del autor, pero aquí se certifica, pues habla mucho de su hijo”, y añade un enigmático pero sugerente comentario que casi podría ser recogido en la ficha anterior, de aforismos: “El sentimiento más terrible que puede despertar un padre es la compasión, aunque no sea necesaria, ni siquiera compartida”. Lo cierto es que ese libro del periodista y escritor aragonés Miguel Mena es una joya secreta, que sin embargo mereció en su día estupendas críticas, y un tiempo después fue celebrado en la prensa por Rosa Montero. Es uno de esos libros a los que cabría calificar como “la otra prosa”, literatura genéricamente fronteriza, a medias entre el diario, la crónica, la columna de opinión e incluso la ficción, pues incluye relatos, enseñanzas que tienen el sabor de un “exemplum” medieval. Y también fotografía, pues todos los textos van acompañados de alguna imagen captada por el propio autor, y en muchas de ellas reposa la poesía del libro, o en ellas se vislumbra su alcance.

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Crímenes ejemplares, de Max Aub. Libros del Zorro RojoCRÍMENES EJEMPLARES, de Max Aub (Libros del Zorro Rojo)

Uno de los cuarenta y ocho autores convocados al libro de Carmen Camacho comentado arriba es el cada vez mejor conocido Max Aub (1902-1972), uno de los principales escritores españoles del siglo XX, parisino y mexicano, apátrida y siempre desobediente, como todos los hombres que valen algo, corazón rebelde y libertario, pero respetuoso y trabajador, amable y ambicioso. Uno de los textos que allí recoge Camacho es uno literalmente fascinante, brutal pero embrujador, que dice que “Lo maté porque era de Vinaroz”. Procede de estos Crímenes ejemplares que destacamos, todo un clásico (y un precedente) de la microliteratura que ha conocido otras ediciones, como la de Media Vaca y la de Calambur, y que ha prestado también textos a la antología Trampas, de Reino de Cordelia. Su título es un claro homenaje al de Cervantes, y en él se recogen cientos de mínimas justificaciones a diferentes crímenes por parte de quienes los cometieron, y hay desde lo estrafalario hasta lo filosófico, desde lo dadaísta hasta lo metafísico. Ese de Vinaroz no es tan irracional como pudiera parecer a simple vista, si sabemos hasta qué punto la caída de esa población fue decisiva en la Guerra Civil, pero mantiene su extraña fuerza, su poder cautivador. El veterano librero Carmelo Bujanda, también de Santos Ochoa, y de Logroño, pero del local de Gran Vía, cree que “es uno de los libros mas hilarantes y contranormativos (si se puede decir esto) que he leído jamas. Alguna risa y mucha sonrisa garantizadas”.

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Departamento de especulaciones, de Jenny Offil. Libros del AsteroideDEPARTAMENTO DE ESPECULACIONES, de Jenny Offill (Libros del Asteroide)

He aquí un exitoso ejemplo de cómo construir una novela (breve, sí, pero ambiciosa y prolongada en el tiempo) a través de fragmentos especialmente pequeños, mini-módulos narrativos yuxtapuestos, algo que en España han hecho Félix Romeo (en Dibujos animados), Ray Loriga (en Héroes o Caídos del cielo), Manuel Rivas (en Los comedores de patatas) o Isabel Bono (en Una casa en Bleturge). Desde anotaciones muy cotidianas (“Cuando te ibas al trabajo, me quedaba mirando la puerta como si fuera a abrirse de nuevo”) hasta pequeños relatos o anécdotas que casi podrían funcionar como microcuentos independientes, pasando por intuiciones poéticas (“en los lugares donde no cantan los pájaros nos ponemos en estado de máxima alerta”), este Departamento de especulaciones de Jenny Offill obtuvo cierto clamor entre críticos, lectores y libreros. En la reseña que la Librería Taiga (Toledo) escribió para ‘Los Libreros Recomiendan’, se hablaba de “una escritura viva, rica en matices y sensaciones, [en la que] cada reflexión que encontramos, cada cita literaria, forman parte de un todo, compacto y armónico. Los espacios en blanco, esa aparente desconexión entre párrafos, no son sino silencio, también imprescindible para subrayar la intensa vida emocional de la novela”.

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Breviario de Escolios de Nicolás Gómez Dávila. Ediciones AtalantaBREVIARIO DE ESCOLIOS, de Nicolás Gómez Dávila (Ediciones Atalanta)

Federico Ocaña, director de la Librería Internacional Pasajes (Madrid), ha leído este compendio de los aforismos del filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila, y nos aconseja hacer lo mismo: “En la lectura de Gómez Dávila encontramos un doble disfrute: el placer de recuperar para el archivo a un autor clave para la filosofía del siglo XX en español, menospreciado precisamente por lo breve -y acaso lo hiriente- de sus críticas, y el placer de encontrar en su pensamiento reaccionario motivos para reírnos de nosotros mismos, cuando no para tomar nota de nuestros errores y afinar tanto nuestro modo de ver el mundo como nuestra praxis política”. También le ha gustado a Raquel Vicedo, de Cervantes y Compañía (Madrid), y en la cuenta de Instagram que la librera madrileña Eva Boj, ahora en la Librería Rafael Alberti, mantiene en nombre de su añorada librería Atticus Finch, espacio ya sólo virtual donde sigue recomendando novedades editoriales, ha escrito esta semana al hilo del Breviario que “Si bien he de admitir que con (en) algunos de sus pensamientos-aforismos me he perdido, también he de admitir que (con) en otros, me encontré”.

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Sucederá la flor, de Jesús Montiel. Pre-Textos
SUCEDERÁ LA FLOR, de Jesús Montiel (Editorial Pre-Textos)

El poeta granadino Jesús Montiel empieza a ser un secreto a voces. Acaba de llegar a las librerías El amén de los árboles, uno de los libritos leves y hondos con los que está encandilando a lectores de todos los segmentos de edad, de todos los géneros, pues lo suyo es una mezcla perfecta de anotación casual, proverbio, cuaderno de lecturas o reflexión biográfica (como demostrará en pocas semanas Señor de las periferias, el libro que Montiel ha escrito sobre Robert Walser)… “La ficción y yo no nos hablamos”, afirma, muy a la manera de su admirado Christian Bobin (de quien Montiel tradujo Resucitar), y con esa fórmula ha convencido a autores como Eloy Tizón o Juan Gracia Armendáriz, que lo recomendaban estos días pasados. Otro de los ya atrapados por Montiel es Juan Francisco Comendador, de la Librería Ars de Zaragoza (con local también en Logroño y que hace pocas semanas ha abierto una nueva librería en la calle Ayala de Madrid), pero él aún anda impactado por la lectura de Sucederá la flor, el cuaderno que Montiel dedicó a la enfermedad de uno de sus hijos: “Sucederá la flor no me pareció angustioso. Más bien esperanzado, paradojicamente lleno de vida… Un libro completamente delicioso”. Y sabio en su aceptación: “para qué, por qué inventar nada, si todo está bien hecho”.

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DOSCIENTAS SESENTA Y SIETE VIDAS EN DOS O TRES GESTOS . LIBRO DE LAS CANDELAS, de Eugenio Baroncelli. Periférica
DOSCIENTAS SESENTA Y SIETE VIDAS EN DOS O TRES GESTOS. LIBRO DE LAS CANDELAS, de Eugenio Baroncelli (Periférica)

Lo de la hiper-brevedad es un fenómeno transversal a los géneros, común a todos. En poesía, hace pocos años, se abusó tal vez de la moda del haiku, que se ha eclipsado un tanto en beneficio de otras formas de laconismo. El librero Javier, de la Librería Cámara de Bilbao, recuerda que Karmelo C. Iribarren (que fue hace pocos meses el I Premio ‘Los Libreros Recomiendan’ de Poesía por su Mientras me alejo) recurre de forma estructural a lo directo, que en la mayoría de las ocasiones implica economía de caracteres: “Me encanta su desamor, su crapulismo nocturno y sus aforismos: En cuanto el amor deja de dolernos, salimos a por más“. Lo brevísimo puede ser también apócrifo o postizo, jugar a la impostura, como en el curioso y muy reciente Libro de las máscaras de Javier Vela (que atribuye citas verosímiles a los más diversos autores, como ese posible diálogo de Julian Barnes: “-¿Cuánto he dormido? -Lo que dura un sueño”). Entrando en el territorio de la biografía hay que hablar de semblanzas, sean reales o ficticias, y a nuestra amiga Rocío, de la librería albaceteña Popular Libros, le gustó esta propuesta de Eugenio Baroncelli, de título revelador (y paradójicamente largo). Son, dice Rocío, “pequeñas joyas biográficas que nos desvelan los secretos y peculiaridades de personajes imprescindibles que han hecho mucho por nuestra historia literaria, musical y divulgativa. Entrar en la vida de un genio está al alcance de nuestra mano con sólo abrir este libro”.

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