Soyinka: 'Enviemos cayucos a África con europeos emprendedores'

Con todos esos cabellos blancos y endiabladamente ensortijados que suben a las alturas y su blanca perilla y su porte (delgado y elegante), Wole Soyinka (Abeokuta, Nigeria, 1934) se ha convertido en Occidente en el gran referente del África negra desde que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1986. Ayer, durante una conversación con el crítico literario Landry-Wilfred Mampika, cumplió sobradamente las expectativas que se esperan de su magisterio crítico y humanista. "El 11-S no fue el primer ataque contra la humanidad", dijo. "Unos 10 años antes un avión fue derribado cuando sobrevolaba la República de Níger. Pero es que en África la aniquilación de la voluntad de las personas viene de lejos, de la esclavitud, y hay todo…

Por en Para libreros

Con todos esos cabellos blancos y endiabladamente ensortijados que suben a las alturas y su blanca perilla y su porte (delgado y elegante), Wole Soyinka (Abeokuta, Nigeria, 1934) se ha convertido en Occidente en el gran referente del África negra desde que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1986. Ayer, durante una conversación con el crítico literario Landry-Wilfred Mampika, cumplió sobradamente las expectativas que se esperan de su magisterio crítico y humanista. "El 11-S no fue el primer ataque contra la humanidad", dijo. "Unos 10 años antes un avión fue derribado cuando sobrevolaba la República de Níger. Pero es que en África la aniquilación de la voluntad de las personas viene de lejos, de la esclavitud, y hay todo un reguero de desastres: lo que hizo Pol Pot en Camboya, las masacres de Ruanda, la guerra que continúa en el Congo, lo que pasa en Darfur, las batallas de Sudán…".

"No hay que intentar hacer de la realidad algo romántico", había comentado Soyinka un poco antes, cuando su interlocutor le habló de los tópicos que hacen de África un continente abandonado a su suerte y con tanta miseria y corrupción que parece ya lejos de engancharse al tren de la modernidad. "Todo lo negativo existe, pero también ocurren cosas positivas que no se llegan a conocer. África necesita una canal como Al Yazira que transmita al mundo una visión más equilibrada de lo que ocurre en el continente. Erradicar una enfermedad en un país no es noticia porque a los periódicos occidentales sólo les importa el sensacionalismo".

En el Festival Hay, África fue la gran protagonista. "Las excavaciones arqueológicas revelan que en distintos lugares hubo culturas sofisticadas", comentó Soyinka. "Pero la historia de África fue perturbada por los cazadores de esclavos, tanto árabes como europeos, que destruyeron cuanto había. Luego vinieron los imperios extranjeros a explotar nuestras riquezas y, cuando se fueron, se sucedieron los conflictos que provocaron para seguir conservando su dominio".

Guerras y hambruna, dictaduras e inestabilidad política. Soyinka insistió en la diversidad: "Tienen que saber que en África es un continente plural, también nieva allí y hay cumbres como el Kilimanjaro. La situación de las mujeres, por ejemplo, es distinta en el norte que en el sur. La cultura de las viudas de Kenia es diferente que en otros países. En Liberia han elegido a una presidenta y hay zonas donde las mujeres tienen que seguir cubriéndose con un velo". El presente irrumpió con el problema de la emigración, donde sugirió desarrollar programas de intercambio. "Por cada cayuco que llega a Europa con 100 africanos que arriesgan su vida por buscar una vida mejor debería salir otra embarcación en sentido contrario que llevara europeos emprendedores a África. No tienen que mandarnos a sus criminales, sino a aventureros que busquen nuevas oportunidades. Les aseguro que si se instalan en Lagos, ya no querrán salir de allí".

El profesor y el activista

Wole Soyinka se trasladó a Inglaterra en 1954 y estudió en la Universidad de Leeds. Allí empezó a dirigir sus primeros textos dramáticos, pero su teatro más político lo hizo al volver a Nigeria en 1960 ("era teatro de guerrillas, que se podía hacer en cualquier parte, lo mismo en los mercados que delante de una asamblea de políticos"). Pasó una larga temporada en la cárcel, entre 1967 y 1969, durante la guerra civil que asoló a su país. Salió al exilio donde estuvo cinco años, enseñó en diversas universidades, regresó a Nigeria para convertirse en activista político (y siguió enseñando como profesor invitado en Harvard, Yale, Cornell y Cambridge). Luego vino el Nobel. Escribe en inglés y ha cultivado todos los géneros. Ahora viaja de un lado a otro, impartiendo conferencias. En España acaba de publicarse Clima de miedo (Tusquets), que reúne cinco textos, los que pronunció en 2004 en el prestigioso ciclo de las Conferencias Reith que organiza la BBC. Tratan de la violencia terrorista indiscriminada, del caos de Irak, de Al Qaeda.

Ayer se ocupó también de muy diversos asuntos: "Hay muchos dioses en la religión yoruba y ahí las cosas funcionan con una especie de consejo de ministros". "Los fundamentalismos, los extremismos que se producen en las distintas religiones, son los principales enemigos de la humanidad y del mundo". "Estados Unidos es una sociedad hermética, sus ciudadanos se aferran a sus valores y no se abren a los que son distintos". "Al inventor de Internet habría que darle el Nobel, sacarlo en un paseo triunfal y luego colgarlo en la plaza pública". "La violencia es como un gen que está en el ADN de los seres humanos y hay que acostumbrarse a tratar con ella de una manera profesional". Se refirió, en fin, al Premio Nobel: "Ya lo dijo Bernard Shaw, que podía perdonarse al hombre que inventó la dinamita pero que había que ser muy diabólico para crear el Premio Nobel".