Entrevistas

Cuestionario librero 107: Sara Mesa

“Implacable” e “impecable” son adjetivos que vienen repitiéndose respecto de la prosa de Sara Mesa y su novela Un amor, Premio ‘Las Librerías Recomiendan’ de 2021 en su categoría de Ficción, no se ha quedado atrás en esos calificativos. Decía Shklovski, el formalista ruso, que la cotidianidad hacía que se “perdiera la frescura de nuestra […]

“Implacable” e “impecable” son adjetivos que vienen repitiéndose respecto de la prosa de Sara Mesa y su novela Un amor, Premio ‘Las Librerías Recomiendan’ de 2021 en su categoría de Ficción, no se ha quedado atrás en esos calificativos. Decía Shklovski, el formalista ruso, que la cotidianidad hacía que se “perdiera la frescura de nuestra percepción de los objetos”, que todo acababa siendo algo automatizado, cuando “el propósito del arte es el de provocar la sensación de las cosas como son percibidas y no como son sabidas (o concebidas)”. La descripción que Sara Mesa hace en su relato de situaciones aparentemente cotidianas (aunque sus personajes anden siempre cerca del abismo o, al menos, de la frontera exterior de eso que se quiere calificar como “normalidad”) no se basa en lo extravagante, pero con la precisión y los giros imprevistos de sus historias logra ese mismo efecto distorsionador: la sensación de extrañamiento, de alienación. Los personajes de Sara Mesa bordean casi siempre la incomprensión: o porque viven instalados en ella o porque la suscitan. “Aquí, en este sitio, nadie entiende a nadie”, comenta, con amargura, un personaje de la novela premiada. Primero nos ganó la literatura de Sara Mesa; después, su personalidad. Hace unos días se acercó a la Librería Palas (Sevilla) para recoger el premio, y son sus libreras quienes le lanzan la última pregunta de este “cuestionario librero”.

[Fotografía: Sara Mesa, en Sevilla, 21 de mayo de 2021. Fotografía de Sonia Domínguez.]

¿Cuál fue el libro que inoculó en ti el veneno de la lectura?

Creo que no fue un único libro, probablemente fueron varios, que iban inoculando el veneno en pequeñas dosis… Desde los tebeos de Ibáñez a los libros de Gerald Durrell y Agatha Christie. En la infancia ya estaba completamente envenenada.

¿Hay algún personaje de novela al que te gustaría parecerte (o te hubiera gustado cuando lo leíste)?

Creo que no. Pero me encantaría vivir en algunas de las casas que describe Iris Murdoch en sus novelas.

¿Cómo eliges tu siguiente lectura? ¿Qué peso tiene la selección de la librería o la recomendación del librero / de la librera en tu decisión de compra?

Un libro va llevando a otro, es un diálogo constante de libro a libro. Creo que las librerías me influyen desde el momento en que ponen en sus escaparates o mesas de novedades unos títulos y no otros. Es una manera sutil, elegante y nada invasiva de recomendar.

Sé valiente, por favor: ¿qué lectura “insoslayable” tienes todavía pendiente?

¡Montones! Por ejemplo, La montaña mágica de Thomas Mann, y ya me vale, porque no hay nada que me guste más que una historia ambientada en un sanatorio en las montañas.

¿Sabes de algún libro extranjero que habría que traducir con urgencia, o alguno descatalogado o muy desconocido que haya que reeditar para bien del mundo?

Hay una novela maravillosa ya casi inencontrable que habría que reeditar de inmediato: La niña que amaba las cerillas, de Gaetan Soucy. También creo que alguien debería editar los títulos de Barbara Ehrenreich que no se han publicado en España, en especial Living with a Wild God: A Nonbeliever’s Search for the Truth about Everything. Y los ensayos de Lydia Davis.

Algún vicio inconfesable sobre libros (subrayar, tirar a la basura, robar, gastarte lo que no tienes, esconder los libros que compras para que no te riñan en casa, hacer listas y hasta estadísticas con los libros que lees, leer hasta el ISBN y el colofón…)

Me siento extrañamente culpable cuando llevo a librerías de segunda mano algunos de los títulos que me envían las editoriales sin que yo se los haya pedido. Libros que no me interesan o no tengo tiempo de leer pero que podrían interesar a otras personas.

Define tu perfil de librero/a ideal: tímido/a, parlanchín/a, con un ordenador en la cabeza, sabelotodo, a la última, clásico/a…

Por supuesto, una librera o librero que sepa de libros, pero también que deje revolver en las estanterías y hojear libros el tiempo que haga falta, sin presionar ni preguntar.

¿Qué tiene que tener una librería para que te apetezca volver a ella?

Un buen fondo que no esté supeditado a la dictadura de las novedades. Siempre digo que una buena librería es aquella en la que entras buscando un título y sales habiendo comprado otros que ni siquiera conocías.

Recomiéndanos, por favor, un clásico (o varios) y un libro reciente.

Voy a ceñirme a lo último leído o releído. En clásicos, los Relatos autobiográficos de Thomas Bernhard y La embriaguez de la metamorfosis de Stefan Zweig (un libro sobre el dinero y las clases sociales que resulta inquietantemente actual). En novedades, algunos rescates inéditos en España como Días de hambre y miseria de Neel Doff (una historia autobiográfica sobre la pobreza en la Holanda de finales del XIX) y Puta de Nelly Arcan (otra autobiografía, polémica y hermosa). Y dos recientísimos: La tiranía de las moscas de la cubana Elaine Vilar Madruga, una novela arriesgada contra la autoridad que ha editado Cristina Morales para la editorial Barrett; y Eterno amor, de Pilar Adón: este pequeño librito solo en apariencia, ilustrado por Kike de la Rubia, me ha conquistado el corazón. Un texto poético, ambiguo, inquietante, duro, de lo mejor que esta autora.

[Y la pregunta 10 la lanzan hoy las libreras de la Librería Palas (Sevilla):]

En un período que ha sido extremadamente complicado como sociedad, la novela Un amor te ha dado, y te sigue dando, muchas alegrías. ¿Cómo has vivido esa contradicción? También ha coincidido con tu tiempo de plena dedicación a la escritura. ¿Te está permitiendo trabajar con menos presión para tus nuevos proyectos?

Sí, lo he sentido como una contradicción, en algún momento casi como un campo de minas, como con cierta superstición. Por otro lado, el hecho de que el libro haya ido tan bien más que agasajar mi vanidad (siempre estoy llena de dudas) me va a permitir estar tranquila un tiempo. Ahora que en efecto me dedico sólo a escribir me parece un privilegio elegir qué quiero o no hacer y poder vivir de ello.