Entrevistas

Cuestionario librero 59: Raquel Vázquez

La bibliografía y el currículum que acumula la novelista, cuentista y, ante todo, poeta Raquel Vázquez (Lugo, 1990) parecen desmentir que en este 2020 haya cumplido treinta años, pero así es, y a los libros se añaden los premios. El último, recién anunciado, es el Premio Ojo Crítico de Poesía por Aunque los mapas, libro […]

La bibliografía y el currículum que acumula la novelista, cuentista y, ante todo, poeta Raquel Vázquez (Lugo, 1990) parecen desmentir que en este 2020 haya cumplido treinta años, pero así es, y a los libros se añaden los premios. El último, recién anunciado, es el Premio Ojo Crítico de Poesía por Aunque los mapas, libro que ya apareció condecorado con el Premio Loewe a la Creación Joven. Ya es mala suerte que una gallega pase dos días en Madrid y le llueva, pero así fue, lo cual no impidió que el “cuestionario librero” llegase hasta sus manos, en los aledaños del Museo del Prado y con pregunta final de Esther Gómez, su librera en Moito Conto (La Coruña). “Distinguir a lo lejos / de frente, por la calle, / a alguien desconocido / pero que por su manera de andar, / su silueta o sus gestos, / en cierto modo me recuerda a ti. / Bajar la vista, seguir caminando / sólo un segundo o dos. / Y volver a mirar. / Por si ahora ya, tal vez, / te hubieras vuelto tú completamente”…

[Fotografía: Raquel Vázquez, en Madrid, 10 de diciembre de 2020. Fotografía de Juan Marqués.]

¿Cuál fue el libro que inoculó en ti el veneno de la lectura?

Empecé a leer a muy temprana edad, y desde entonces siempre me recuerdo con un libro en las manos. Algunos de los que más huella dejaron en mi infancia fueron las novelas de Christine Nöstlinger, los libros de Tintín y los de Manolito Gafotas.

¿Hay algún personaje de novela al que te gustaría parecerte (o te hubiera gustado cuando lo leíste)?

Me sucedió sobre todo en la adolescencia. Uno de los personajes que más me marcó entonces fue Holden Caulfield, de El guardián entre el centeno: me sentía, igual que él, alejada de las convenciones de la sociedad, de la hipocresía hegemónica, y admiraba su capacidad para expresar esta disconformidad, una rebeldía que manifestaba sin ambages. Otro personaje con el que conseguí identificarme en aquella época fue Kafka Tamura, de la novela Kafka en la orilla, de Haruki Murakami. Los discos preferidos de este personaje son Kid A, de Radiohead, y My favourite things, de John Coltrane. Radiohead es el grupo por el que sentía, y siento, mayor predilección, así que razoné: “si le gusta Radiohead, a mí también podría gustarme John Coltrane”. Así fue como me introduje en el jazz, que sigue siendo uno de los géneros musicales que más escucho hoy en día.

¿Cómo eliges tu siguiente lectura? ¿Qué peso tiene la selección de la librería o la recomendación del librero / de la librera en tu decisión de compra?

Elegir lecturas es un proceso en el que siempre sufro un poco: elegir leer un libro significa, inevitablemente, descartar otros, al menos por el momento. En mi habitación tengo dos “torres” de libros, de medio metro cada una, con los libros que se supone que querría leer cuanto antes. Pero puedo ir a una librería, no resistirme a llevar alguno y que adelante al resto de lecturas pendientes. Lo mismo me sucede al navegar por internet; la inmediatez de los e-books es tentadora. Sobre las recomendaciones, suelo tener muy en cuenta los libros que sugieren personas –lectoras, escritoras, libreras…– que sigo en las redes y cuyo criterio tengo en muy buena estima. Mis dos librerías de cabecera, Biblos en Betanzos y Moito Conto en A Coruña, lanzan recomendaciones por las redes muy interesantes, y que con frecuencia anoto para próximas lecturas.

Sé valiente, por favor: ¿qué lectura “insoslayable” tienes todavía pendiente?

Muchas. Por una parte, es un alivio saber que todavía tengo pendientes tantas dosis de entusiasmo y hallazgo. Por otra, soy consciente de que muchas lecturas me quedarán sin hacer, de que habrá libros que no llegue a abrir –esto me hace recordar el poema “Límite” de Jorge Luis Borges–. Algunos ejemplos de lecturas clásicas que aún no he hecho: la Divina Comedia, la Eneida y la Ilíada, Moby Dick, Orgullo y prejuicio, Cumbres borrascosas, Guerra y paz, La montaña mágica, Rojo y negro, La señora Dalloway, El gran Gatsby… Hasta hace unos meses mencionaría en esta lista a Proust, pero al menos ya he leído –y disfrutado enormemente de su prosa– los dos primeros tomos de En busca del tiempo perdido. Y uno de los libros que estoy leyendo actualmente es otro clásico: Ada o el ardor, de Nabokov.

¿Sabes de algún libro extranjero que habría que traducir con urgencia, o alguno descatalogado o muy desconocido que haya que reeditar para bien del mundo?

Me encantaría que se volviera a reeditar De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall, de Blanca Andreu. Es un libro maravilloso, del que disfruto y aprendo cada vez que me asomo a él, lleno de música e imágenes fascinantes. Pero hace años que sólo se encuentra de segunda mano a precios muy elevados, y no dispongo de mi propio ejemplar. Es un poemario que merecía llegar a muchos más lectores. Otros dos libros que me gustaría ver reeditados –y que, efectivamente, sería por el bien del mundo– son Rumbo a peor, de Samuel Beckett, y Amarte sin regreso. Poesía amorosa 1981-1994, de Jorge Riechmann.

Algún vicio inconfesable sobre libros (subrayar, tirar a la basura, robar, gastarte lo que no tienes, esconder los libros que compras para que no te riñan en casa, hacer listas y hasta estadísticas con los libros que lees, leer hasta el ISBN y el colofón…)

Unos cuantos. Me gusta subrayar a lápiz y sin piedad los libros que me entusiasman. Sobre comprar libros, me gasto más dinero del que debería. Recuerdo cuando, en mayo de este año, se volvieron a abrir las librerías: sufrí una fiebre compradora. Y llevo una lista de los libros leídos desde julio de 2009 –sólo de aquellos que termino—. Anoto título y autor, pero últimamente estoy pensando en completar la lista con otros datos que son esenciales, como la editorial y, si procede, el traductor –el problema: son más de mil libros–. Finalmente, reconozco que algunas veces saco estadísticas de esta lista de lecturas, como el porcentaje de libros de autoras que he leído en un año o cuánto ha variado el número de libros que he leído en un año con respecto al anterior.

Define tu perfil de librero/a ideal: tímido/a, parlanchín/a, con un ordenador en la cabeza, sabelotodo, a la última, clásico/a…

Me gusta salir de las librerías con algún libro bajo el brazo y una buena conversación con el librero o librera: que hablemos, por ejemplo, de los libros que nos han apasionado últimamente; que me comente qué libros están funcionando, qué presentaciones tiene previsto hacer… Y en ello está implícita una cualidad esencial: que le entusiasmen los libros y la lectura.

¿Qué tiene que tener una librería para que te apetezca volver a ella?

Las librerías son, desde que tengo memoria, mis comercios favoritos: sería tremendamente difícil que no quisiera volver a una de ellas. Lo que más me agrada es llegar a una librería y sentirme, por una parte, como en casa, en un espacio cálido que me acoge y me recibe y, por otra parte, como en un templo, donde admirar y agradecer tantos libros allí dispuestos. Más en concreto, me gustan las librerías que no sólo tienen novedades, en las que hay bastante fondo, y en las que pueda pasarme horas hojeando libros, entusiasmándome al cogerlos de los estantes, mirando sus cubiertas, fantaseando con lo que contendrán en su interior. Por ejemplo, la librería Sandoval de Valladolid encajaría perfectamente en esta descripción.

Recomiéndanos, por favor, un clásico (o varios), y un libro reciente.

Algunos nombres clásicos para mí imprescindibles: la poesía de Hölderlin, Rilke, Szymborska o Huidobro. Samuel Beckett, en cualquier género. En Hispanoamérica, Cortázar, Rulfo, Onetti, García Márquez, Sabato. Los cuentos de Carver, las novelas de Bernhard y Faulkner. Sobre libros recientes, recomiendo tres libros de jóvenes poetas que se han publicado este año y que tienen mucha calidad: Hágase mi voluntad, de Ángelo Néstore, Los días eternos, de María Elena Higueruelo, y El bello mundo, de Francisco Javier Navarro Prieto. Y también las Jitanjáforas de Eduardo Fraile, un libro de poesía para niños que podría ser un regalo muy oportuno durante estas fechas navideñas.

[Y la pregunta 10 la lanza Esther Gómez, librera en Moito Conto (La Coruña):]

“Raquel, sé que eres una gran amante de la música, que tocas algunos instrumentos virtuosamente. Me gustaría saber si escribes en silencio o acompañada de banda sonora. Y, si ésta te acompaña, ¿de qué piezas se compone la mayor parte del tiempo? También eres una grandísima lectora, ¿tienes alguna manía para sentarte a leer algún libro que te apetece mucho?”
Suelo escribir con música, que puede llegar a ser bastante variada. Pero tal vez lo que más me guste para escribir sea el jazz con protagonismo del piano –Bill Evans, Monk, Jarrett, Resende, Mehldau, Hamasyan…– y el barroco: en especial, Bach y Purcell. Tengo predilección, respectivamente, por la Pasión según San Mateo y la ópera Dido y Eneas. Y Radiohead, siempre. De todas formas, a veces lo que me sucede es que estoy tan ensimismada escribiendo que la música ya ha dejado de sonar y puede pasar bastante tiempo hasta que me doy cuenta de ello. Es ese momento en el que el tiempo ya no existe, sólo un presente volcado en la escritura en el que no hay nada más que las palabras. Resulta muy gratificante. En cuanto a la segunda pregunta, para leer un libro que me apetece mucho me gusta tener al lado una taza de té o café. También un lápiz cerca, porque con un buen libro delante sé que lo necesitaré para subrayar. Y, para las pausas, uno de los marcapáginas hechos a ganchillo por mi tía Merce.