Entrevistas

Cuestionario librero nº 16: Brenda Navarro

Autora de momento de un solo libro, sí, pero qué libro… La novela Casas vacías, publicada por Sexto Piso en enero y reimprimida ya dos veces, ha despertado un clamor general, un aplauso unánime, y ha colocado de sopetón a la socióloga mexicana Brenda Navarro en el centro de la atención literaria, mientras que sus […]

Autora de momento de un solo libro, sí, pero qué libro… La novela Casas vacías, publicada por Sexto Piso en enero y reimprimida ya dos veces, ha despertado un clamor general, un aplauso unánime, y ha colocado de sopetón a la socióloga mexicana Brenda Navarro en el centro de la atención literaria, mientras que sus dos protagonistas, tan magníficamente retratadas, la han llevado también al centro de la curiosidad. Brenda Navarro habla hoy de su formación lectora al responder al “cuestionario librero” (insistimos: las 9 preguntas proceden de las librerías), con última pregunta lanzada por Esther Gómez, de Moito Conto (La Coruña):

¿Cuál fue el libro que inoculó en ti el veneno de la lectura?

Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco. Recuerdo que lo vi en la casa de una compañera de colegio y lo empecé a leer pensando que eran cuentos, creo que lo inicié justo en las páginas de en medio y me atrapó. Lo leí ávidamente mientras hacíamos una tarea en equipo (ellas hacían, yo estaba leyendo) y lo leí muy rápido porque lo quería terminar antes de que su mamá me mandara a casa.

¿Hay algún personaje de novela al que te gustaría parecerte (o te hubiera gustado cuando lo leíste)?

Tuve una fuerte obsesión por Milan Kundera en bachillerato y Agnes, su personaje en el libro La inmortalidad, me impactó mucho. Me gustaban esos cuestionamientos que tenía sobre su vida, el amor romántico y la posteridad, el deseo de morir en paz (en soledad) y el proceso de resignación ante la muerte. Recuerdo que en algunos de esos primeros chats que existían a principio de los dosmiles, me ponía como sobrenombre “La mujer del laúd” en su honor. Me da risa contarlo, pero bueno, lo he dicho ya. Todavía pienso en ella, aunque ya con una perspectiva distinta, por supuesto.

¿Cómo eliges tu siguiente lectura? ¿Qué peso tiene la selección de la librería o la recomendación del librero / de la librera en tu decisión de compra?

Como soy una persona que dedica gran parte de su tiempo a los cuidados, mis lecturas suelen ser discontinuas, de pronto en una semana leo tres libros seguidos y después me tardo mucho en volver a leer. Eso hace que escoja los libros más por los temas que tengo rondando la cabeza en ese momento. Sin embargo, cuando voy a una librería sí que me dejó guiar por las recomendaciones de las mesas de novedades, quizá no los compro en ese momento, pero sí que me los guardo en una lista que saco cuando no existe un tema que me taladre la cabeza cuando termino de leer un libro.

Sé valiente, por favor: ¿qué lectura “insoslayable” tienes todavía pendiente?

Es increíble pero no he leído a Ricardo Piglia.

¿Sabes de algún libro extranjero que habría que traducir con urgencia, o alguno descatalogado o muy desconocido que haya que reeditar para bien del mundo?

Alicia Erian escribió un libro llamado Towelhead que la editorial Lumen publicó en español como Abrázame. Creo de verdad que es un gran, gran, gran libro y que merece ser leído y conversado en estos momentos.

Algún vicio inconfesable sobre libros (subrayar, tirar a la basura, robar, gastarte lo que no tienes, esconder los libros que compras para que no te riñan en casa, hacer listas y hasta estadísticas con los libros que lees, leer hasta el ISBN y el colofón…)

Tengo una obsesión con deshacerme de todo lo que no uso. Le tengo miedo a la acumulación. Esa obsesión hace que me desprenda de las cosas sin mucho remordimiento, sin embargo, cuando vine a vivir a España regalé toda mi biblioteca y es algo que todavía no me perdono; a veces me acerco a mi librero y busco uno de esos libros que ya no me pertenecen y de verdad me duele. En esa misma contradicción soy de las que subraya, dobla páginas, hace anotaciones en los libros y no le importa que se maltraten porque siempre me digo: para esto son, para usarse, leerse, morirse. En estos meses he dicho en bastantes ocasiones que NECESITO un libro. Las primeras veces mi pareja pensaba que era sexy verme obsesionada por leer ESE LIBRO, luego ya me ha dicho que es mi truco vil para comprar y comprar. Fue bueno mientras duró.

Define tu perfil de librero/a ideal: tímido/a, parlanchín/a, con un ordenador en la cabeza, sabelotodo, a la última, clásico/a…

Me gusta que me dejen rondar por la librería pero cuando me ven tomar algunos libros sí que agradezco que me recomienden más sobre la editorial, la autora o el tema. Sí que lo valoro.

¿Qué tiene que tener una librería para que te apetezca volver a ella?

En la Ciudad de México apreciaba mucho ir a la librería Rosario Castellanos porque para mí lo tenía todo: podíamos leer entre las estanterías, había clubes de lectura, teatro y cuentacuentos infantiles, mesas para trabajar y el té. Podía pasarme todo el día en la librería y salía siempre con libros bajo el brazo. No lo he hecho en Madrid así que recomendadme lugares así para cuando podamos convivir sin restricciones, por favor.

Recomiéndanos, por favor, un clásico (o varios), y un libro reciente.

Lo de los clásicos me cuesta trabajo porque siempre estoy con esa retórica rompepelotas de ¿qué es un clásico? Pero continuamente vuelvo a Darío Fo y su Muerte accidental de un anarquista. Ahora bien, siempre voy a recomendar a Agota Kristof como MI clásica, como la mejor escritora del siglo XX. La trilogía que Libros de Asteroide publicó como Claus y Lucas es un imprescindible.

[Y la pregunta número 10 de hoy la lanza Esther Gómez, de Moito Conto (La Coruña), que fue además la librera que reseñó Casas vacías para ‘Las Librerías Recomiendan’:]

Las páginas de Casas vacías están llenas de drama y de preguntas. Me gustaría saber si, después del tiempo que lleva publicado, las entrevistas, las reseñas y sobre todo la valoración de las lectoras, ha encontrado alguna nueva respuesta. Es decir, si ha cambiado mucho su percepción de la historia después de haber escuchado y leído tantos comentarios sobre ella.

Las lectoras han permitido que mire el libro de distinta manera. A veces he estado tentada a releerlo para saber si es cierto todo lo que se dice. No lo he hecho justo porque las lecturas que hacen me parecen sumamente enriquecedoras y prefiero seguir escuchando. Cuando empecé a escribirlo pensé que estaba hablando de desapariciones, después las lectoras me dijeron que se trataba sobre maternidades y con el paso del tiempo -especialmente y gracias a los círculos de lectura en los que me han permitido participar-, sé que ese libro cuestiona al Estado feminicida que es México y que existe en muchos otros Estados del mundo. Pero lo sé hasta ahora y afirmo que es una novela que ya no me pertenece, que mi opinión ya no importa, el libro es de quien lo lee y es un alivio como escritora saber esto.

[Fotografía: Brenda Navarro, en Madrid, 15 de junio de 2020. Fotografía de Juan Marqués.]