Entrevistas

María Elena Morán: “Hay mucho romanticismo en eso de decir que los personajes tienen vida propia”

Entrevista a María Elena Morán, Premio de Novela Café Gijón 2022 por “Volver a cuándo” (Siruela). Las librerías recomiendan. Libros recomendados.

2023 ha comenzado con un copioso caudal de buenas nuevas novelas entre las que ya sobresale la que obtuvo el último Premio Café Gijón, titulada Volver a cuándo, escrita por la venezolana María Elena Morán (Maracaibo, 1985) y publicada en Madrid por la editorial Siruela.

La novela, realmente formidable, cuenta principalmente la historia de Nina, una joven venezolana que ha de emigrar a Brasil, abandonando a su madre y a su hija para intentar compensar la pobreza que trajo el régimen chavista. Pero al padre de la niña, Camilo, bien colocado en el organigrama de ese régimen, se le ocurren otros planes para tratar de volver atrás en el tiempo y recuperar a su familia.

P.: En Volver a cuándo das cuerpo y voz a tres generaciones de mujeres. La abuela, Graciela, ha claudicado hasta casi la demencia tras la muerte de su marido; la madre, Nina, emigra a la desesperada a Brasil para poder encontrar trabajo y enviar dinero; y Elisa, la niña, es la principal víctima, pero también la esperanza. ¿Responde a algún modelo o tendencia real que se dio en Venezuela como respuesta a ese hartazgo que produjo la precariedad, y que tan bien transmites en las páginas?

R.: Pienso que de alguna forma sí, son tres reacciones o posiciones frente a la ruina, muy marcadas por las edades de los personajes y lo que eso significa con respecto a su experiencia de la revolución. Graciela pertenece a una generación que en su juventud soñó con la revolución y que luego “la logró”. Nina, en cambio, vio coincidir el auge de su rebeldía joven con el auge de la revolución. Frente al fracaso, una se entrega al dolor y se aferra a los restos, mientras la otra tiene algo así como una rabia por momentos lúcida y por momentos inconsecuente que la mueve hacia delante. Ya Elisa, que nació cuando Hugo Chávez tenía seis años en el poder, sólo conoce la vida en revolución y desde que tiene uso de razón está viviendo la debacle de la misma, una urgencia básica a ser resuelta día a día, que le está robando la infancia.

P.: En la novela hay un osado tratamiento de la muerte, con el abuelo, *Raúl, presente de una forma tácita pero real, como un fantasma bondadoso, velando por todas, atento…

R.: Raúl y su existencia “entre mundos” están basados en mi papá y lo que yo creo que es la muerte o mi experiencia con ella, que no tiene nada que ver con poderes mediúnicos pero sí con una especie de presencia permanente y muy concreta, casi socorrista, hecha de memoria. El darle a ese personaje esos poderes de visitar, conversar y hasta ayudar fue una forma de llevar a un extremo la vividez de esas presencias en nuestras vidas, pobladas y movidas también por nuestros muertos.

P.: Tu novela es cualquier cosa menos maniquea. No todos los personajes tienen razón, pero todos tienen razones, y las explican o las expones magistralmente. Incluso Camilo es “un posible hombre bueno que no sabe ejercer”… ¿Responde a un empeño tuyo por evitar los extremos, por entender a todas tus criaturas?

R.: Sin duda. Ésa era una de las preocupaciones más grandes que tenía porque, para maniqueísmos, bastan las historias oficiales. Yo prefiero los personajes que, como nosotros, son complejos y las historias que usan esas complejidades para generar dilemas. En una historia como la que trabajé, con un tema tan espinoso, era indispensable redoblar los cuidados en ese sentido. Me propuse hacer un juego con el lector en que a cada capítulo, a cada nuevo narrador, sus convencimientos a priori sobre cuál personaje y cuál versión merecen su empatía fueran cuestionados.

P.: En uno de esos monólogos interiores en segunda persona que elevan tanto la novela Camilo se dice a sí mismo, hablando de Nina, que “la conocéis tan bien que justo por eso no sabéis qué esperar de ella”. ¿En algún momento te ha sucedido a ti con tus personajes algo parecido?

R.: Yo siempre he creído que hay mucho romanticismo en eso de decir que los personajes tienen vida propia. Lo que hay, me parece, es un conocimiento tan grande de ese ser de papel que has creado y con el cual convives tanto tiempo que sus movimientos comienzan a surgir con una naturalidad que asusta. Muchas veces llegas a un punto en que tenías planeado hacer algo con él y de repente pierde sentido y percibes que el destino del personaje es otro, casi como si él te lo dictara. Creo que eres simplemente tú con las intuiciones que el propio proceso te ha despertado. No hay combustión espontánea ahí. Hay un fuego bien alimentado.

P.: “Muchas veces lo que es una fake news exagerada, algunas semanas después se vuelve verdad, tal vez causada por el empujoncito de la primera mentira. En su Venezuela, parece que toda mala noticia es o será cierta, es sólo cuestión de tiempo”… ¿Han cambiado algo las cosas desde el tiempo de la novela a esta parte?

R.: Han cambiado algunas cosas, me parece, tal vez hay una leve sensación de que las cosas están un poco menos explosivas o agudas, si comparamos el momento actual con el momento retratado en la novela. Pero debo confesar que muchas veces veo algo que pienso que es una mentira o un meme –como la historia de Super Bigote…– y resulta que no.

P.: En 2021 publicaste una primera novela, Los Continentes del Adentro. ¿Dialoga de alguna forma con ésta, la adelanta, o construyen mundos narrativos totalmente diferentes?

R.: Son mundos bastante distintos, pero hay un punto en que tal vez se asemejen, que tiene que ver con una voluntad dramatúrgica de contar a través de puntos de vista variados. Los Continentes del Adentro es narrada desde dos tiempos diferentes que van entrelazándose, completándose el uno al otro. En Volver a cuándo la alternancia es más radical, pues son cinco narradores en un mismo tiempo narrativo. Aunque con efectos diferentes, creo que esas elecciones responden a un mismo deseo de juntar el disfrute estético de la polifonía con la experiencia de complejidad empática que esta ofrece al lector, al obligarlo a ese constante cambio de perspectiva y el consecuente reajuste de opiniones y juicios sobre los personajes.

P.: ¿Hay ya alguna tercera novela en camino, en proceso?

R.: Sí, estoy comenzando a trabajar en una nueva historia. De nuevo tengo personajes emigrantes, pero esta vez el protagonismo lo tienen quienes los reciben. Estoy entendiendo el camino, pero el tema gira en torno de la idea de altruismo y sus límites y complejidades.

P.: ¿A qué autores venezolanos (o brasileños) que tal vez no conocemos deberíamos leer en España?

R.: De los venezolanos, si no los conocen, los van a conocer: Carlos Egaña, Héctor Torres, Natasha Tiniakos, Sol Linares.

De los brasileños, yo recomendaría de ojos cerrados a Jeferson Tenório, Carola Saavedra y Paulo Scott, de los contemporáneos ya consagrados, y, de los más jóvenes, Taiane Santi Martins, Camila Maccari y Davi Boaventura, que son nombres sobre los que se va a hablar mucho.

 

[Preguntas y fotografía de Juan Marqués para ‘Las Librerías Recomiendan’]