Entrevistas

Teresa Valero, su debut como autora completa en Contrapaso la consagra como una de las más interesantes autoras de la actualidad

Entrevista a Teresa Valero publicada en el Nº 94 de la Revista Z. Descargar pdf. Formada en el mundo de la animación, Teresa Valero era conocida en el mundo del cómic por sus brillantes guiones para las series Brujeando y Curiosity Shop. Aunque ya había dado muestras de su talento como dibujante en diversas historias breves, […]

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Entrevista a Teresa Valero publicada en el Nº 94 de la Revista Z. Descargar pdf.

Formada en el mundo de la animación, Teresa Valero era conocida en el mundo del cómic por sus brillantes guiones para las series Brujeando y Curiosity Shop. Aunque ya había dado muestras de su talento como dibujante en diversas historias breves, su debut como autora completa en Contrapaso la consagra como una de las más interesantes autoras de la actualidad y nos hace esperar con ansiedad nuevas entregas de esta maravillosa serie.

Koldo Azpitarte, editor de la Revista Z, entrevistó a la autora en el número 94 que recuperamos aquí con ocasión del Premio Las librerías recomiendan en la categoría de cómic que entregan las librerías especializadas de la red Zona Cómic.

Z: Norma ha apostado fuerte a nivel promocional por esta obra.

La verdad es que da gusto tener editores así. Estoy muy contenta tanto con Dupuis como con Norma. Están haciendo un gran trabajo para dar a conocer Contrapaso.

Z: ¿Cómo surgió el proyecto?

Escuchando una entrevista a Juan Rada, que fue el último director del semanario El Caso, una publicación fundamental para entender la crónica de sucesos en el franquismo porque se las tenían que ver con la censura para hacer su trabajo. Se dice que aquí se mataba poco y mal (tal vez porque ya se mató mucho en la guerra y postguerra civil) y la verdad es que no había crímenes espectaculares al estilo americano. Me puse a investigar cómo se las arreglaban para eludir la censura y al poco tiempo salió una serie de televisión (El Caso, Crónica de Sucesos) con una premisa similar, así que tuve que reorientar mi proyecto. Me centré en las publicaciones clandestinas y creo que la obra ha ganado con ello.

Z: ¿Cuánto tiempo has tardado en preparar el proyecto?

Desde los primeros pasos y elaborar el proyecto, han sido cuatro años. Realmente los dos últimos han sido los que he estado trabajando a tope y cogiendo ritmo.

Z: ¿Estaba previsto un formato de tomo de 150 páginas desde el inicio?

En realidad yo tenía previsto que fueran dos álbumes pero el formato que se está imponiendo es el de la novela gráfica, una obra que empieza y termina. El coleccionista ha cambiado de perfil en buena parte debido a que la sobreproducción de álbumes ha llevado a que muchas series quedaran inconclusas y como consecuencia, el coleccionista ya no confía tanto en las series y los primeros números no funcionan tan bien como antes.

De hecho, hubo un pequeño debate acerca de si poníamos un número o no en el álbum. Al final, los franceses han puesto un número 1 en el lomo y en España no se ha puesto. En lo que estamos de acuerdo todos era en que el relato debía terminar. A ambos editores les gustó mucho el marco histórico y por eso han completado el libro con un dosier para poner a los lectores en situación y diferentes prólogos: Pierre Christin para la edición francesa y Elvira Lindo para la española.

Z: ¿Se ha hecho coedición para la tirada inicial?

Así es. Yo firmé el contrato con Dupuis y Norma ha adquirido los derechos pero el álbum ha sido impreso a la vez para Francia y España.

Z: Si para el número de páginas de una historia, los editores parecen flexibles, el ritmo narrativo que usas es el de la BD en vez de el de las novelas gráficas.

Parece que todo lo que se sale del formato de álbum clásico francobelga o del comic-book se le llama novela gráfica. Contrapaso tiene la extensión de una novela gráfica y un tamaño y una narrativa más clásicos… Si hubiera planteado una novela gráfica de dos o tres tiras en lugar de cuatro que es lo habitual en el álbum francés, es posible que me hubiera salido una obra de 300 páginas o más.

Z: Es una obra que trata de temas muy serios pero a la vez es una obra de género negro sin fisuras…

Para mí lo menos importante era la mecánica de género negro. Es muy divertido montar un caso policial, pero no es lo que más me interesa, aunque creo que el género es muy útil para intentar llegar a gente que no lee cómic habitualmente. He cargado tanto en el perfil psicológico de los personajes como en sus experiencias para poder contar cosas que pasaban en España y como algunas de las cosas que pasaban entonces no son tan distintas de lo que puede pasar mañana.

Hay gente, buena gente, que es capaz de abrazar causas que se convierten en experiencias terroríficas y lo hacen pensando que están haciendo un bien superior, que contribuyen a un mundo mejor y más justo. Eso sí, siempre lo hacen excluyendo a grupos muy grandes de conciudadanos. Quería incluir todo esto en mi libro, de modo que alguien que a lo mejor no está del todo familiarizado con el mundo del cómic pero que lee novelas, ve series o películas de género negro pudiera interesarse por la historia que cuento. No quería dar demasiadas páginas a una historia policíaca muy rocambolesca o con demasiados giros argumentales, prefería centrarme en las motivaciones de los personajes, de modo que nos revelaran cosas más importantes que quién era el autor de un asesinato.

Z: Es una obra con muchos personajes. Hace unos meses, entrevistando a Miguelanxo Prado, me comentó la dificultad de introducir muchos personajes ya que cada uno necesita una serie de páginas para poder hacer su ciclo en la historia y eso implica que la historia aumenta muy fácilmente el número de páginas…

Creo que no hay nada más caro que contar cualquier cosa en cómic. Las páginas vuelan, es esencial utilizarlas muy bien, pensarlas y repensarlas, para no usar viñetas en balde. Mientras preparaba la historia, sabía que había cosas que tenía que contar. Un proyecto surge de una frase, un diálogo, una escena… pero luego le tienes que dar forma. Lo más difícil para mí fue (y sigue siéndolo ahora que estoy preparando la segunda parte) montar el caso a nivel de mecánica. Quizá porque es lo que menos me interesa como narradora. Pero hay que hacerlo, y hacerlo bien, sin dejar cabos sueltos.

Con los personajes, a veces necesitas un personaje que lleve la acción de un lugar a otro, pero también lo tienes que dotar de contenido. Otras veces, tienes un personaje que te encanta pero lo tienes que quitar y darle su papel a otro que pueda realizar su función para simplificar la historia. Escribo rápido y reescribo lentamente: cada vez que me siento al ordenador releo lo que he escrito y corrijo todo antes de seguir escribiendo.

Cuando llevas cien páginas es más duro [risas] que al principio pero ayuda mucho a depurar, a conocer cada vez más en profundidad a los personajes y el ambiente, y a mantener la coherencia del conjunto.

Z: ¿Escribiste el guion completo o una vez que tenías perfilado el argumento te lanzaste a dibujar la obra?

Escribiendo género negro es necesario tenerlo todo escrito antes de empezar. Otra cosa es que mientras dibujas cambies cosas. Por ejemplo, hay un momento en el que se lanzan unas octavillas (no vamos a dar detalles). Yo había leído que en esa época a menudo se lanzaban desde una moto para luego huir. Sin embargo, al final esa solución me parecía visualmente un poco pobre. Necesitaba algo más épico. por cuestión de ritmo, al final cambié la escena e hice que las lanzaran desde lo alto y que fuera más épico. En uno de los libros de Fuera de la ley que edita La Felguera encontré la pista que me ayudó a que dicha escena fuera mucho más impactante y redondeara el guion

Z: Hay un personaje que no me parecía muy creíble: Charo, la hija del forense. Es un personaje muy simpático… pero ¿quién puede creerse que una niña vaya a la escena del crimen de madrugada?

Sí, es que es increíble, pero existe. La doctora Buitrago me contó que siendo casi una niña iba con su padre, forense, a levantar cadáveres y supo siempre que quería ser forense. Le pedí permiso para usar un personaje inspirado en sus vivencias de niña y accedió porque se siente muy orgullosa de ello.

Jon Sistiaga le hizo una entrevista en la que narraba todo esto y como vio su primera autopsia con 13 ó 14 años. La presencia de Charo humaniza las escenas y aporta un pequeño contrapunto que creo que beneficia a la obra.

Z: Emilio es un personaje muy interesante porque sigue siendo un falangista pese a que sea un personaje desencantado.

Emilio tiene un sentimiento socialista de la vida. Él se mete en la Falange, a parte de por un dolor personal, porque cree que así va a poder cambiar la sociedad y abraza la parte revolucionaria que entonces promulgaba el fascismo y que arrastró a muchos jóvenes desencantados con la revolución comunista, ya que además exaltaba los sentimientos nacionalistas y tradicionalistas. Cuando lees sobre la historia de España ves que se repite la figura del falangista que, como el padre Páramo, hace todo el recorrido desde el falangismo al comunismo buscando la justicia social.

Bastantes acabaron defendiendo un sistema democrático y parlamentarista que habían combatido duramente. Todo eso me interesa mucho. Franco abrazó el falangismo para dotar a su régimen de una ideología de la que carecía. Mucha gente se afilió a Falange tras la victoria para salvar la piel, muchos para medrar en la nueva España que se avecinaba… pero aquellos que tenían ideales de justicia quedaron decepcionados. En Opiniones de un payaso, Heinrich Böll explica muy bien cómo el pueblo alemán durante el nazismo no se veían como asesinos. Después, cuando el régimen cayó, la vergüenza se abatió sobre todos.

Aquí también sucedió. En el caso de Emilio, él sigue llevando la insignia falangista pese a que ya no se siente representado por ella: no apoya la contramanifestación estudiantil, es antifranquista… Emilio permanece fiel a aquella decisión que tomó y a su ideología por una especie de lealtad mal entendida. Y también por no poder soportar que muchas de las cosas que ha hecho en su vida no estaban tan justificadas como en un momento creía…

Z: León es el héroe de nuestra historia… León está a la sombra de la figura de su padre, un adolescente muerto antes de ser adulto y que nunca envejecerá.

La sombra de esa figura legendaria, oculta y presente mientras era educado por su tío militar es algo que no ha conseguido digerir. Es un hombre falto de cariño que paradójicamente no quiere querer a nadie. Quiere a Paloma (no lo puede evitar) pero no quiere querer a nadie más.

He vivido mi vida profesional rodeada de hombres y me fascina la manera de sentir de los hombres. Creo que muchas veces ellos tienen que soportar también estereotipos y expectativas y cuando creamos un héroe evitamos tratar conflictos humanos como el de la decisión consciente de no querer ser padre.

León ha encontrado en Paloma a un ser absolutamente afín pero esta dispuesto a perderla cuando se plantea la posibilidad de ser padre. Más tarde vuelve con la vana intención de hacer que las cosas sean como eran antes pero eso ya no es posible. Ni él ni ella son las mismas personas y tienen que reconstruir de nuevo su relación porque se quieren mucho y tienen muchas cosas en común pero no necesariamente implicará que vuelvan a estar juntos.

Z: La relación tiene un punto de tabú al ser primos, ¿no?

En la próxima entrega profundizaremos en la relación de León y Paloma cuando eran niños y cómo descubren el amor juntos. En el futuro tendrán que aprender a estar de nuevo bien. Quizá el principal tema de Contrapaso es la reconciliación. La de León y Paloma, sí, pero también la de todos los españoles tras la posguerra. Se trata de encontrar espacios en los que poder convivir…

Z: Paloma es dibujante. Un elemento verdaderamente original que contribuye mucho a la historia. Es una mujer independiente, que se gana la vida dibujando y que mantiene una relación poco convencional con un personaje no especialmente agradable.

Quería que el personaje femenino no fuera una mera comparsa. Las mujeres de los años cincuenta no eran todas amas de casa. Yo he conocido a madres solteras y a mujeres trabajadoras que nunca se casaron. Había parejas que creías que eran matrimonios y resulta que no, que “la legitima” vivía por su lado y como él no se había podido divorciar, vivía con su pareja sin estar casado con ella. Y viceversa. Siempre ha habido mujeres (y hombres) que han escapado a su destino.

En ese sentido, personajes como Magda, la amiga de Paloma, representa a esas personas libres que deciden vivir la vida de otra manera. Mis padres me han contado muchas historias de la cafetería de Madrid en la que trabajaban, donde se veían y toleraban muchas. cosas que por ejemplo en un pueblo no hubieran sido posibles. Ahora que estoy investigando para el segundo libro, veo que en los cincuenta la gente quería olvidar todo el sufrimiento pasado y, ya que no podían echar a Franco, intentaban vivir y ser felices.

El propio Partido Comunista cambió sus directrices y pasó a recomendar como mejor forma de oponerse al régimen ser parte activa de la reconstrucción y avance de la sociedad. Así había cineclubes dirigidos por un anarcosindicalista bajo la protección del SEU y en el que un falangista podía contribuir con una película prohibida a la que tenía acceso, y estaba allí Bardem que era un conocido comunista.

Entre todos había como una especie de voluntad de tratar de convencer al adversario. Se podía hablar de cine comprometido, de libertad de expresión, de hasta donde se podía llegar sin que te detuvieran. Bienvenido Mr. Marshall o El verdugo son películas que uno no se cree que puedan haber sido rodadas en una dictadura. La dictadura franquista era terrible y cruel por un lado y por otro era grotesca y cutre, muy cañí. No sé si es exclusivo del momento y del país o se da en otros lugares pero es una combinación única y fascinante.

Z: Me encanta tu uso del color en Contrapaso. Me recuerda un poco a Blacksad.

Lo veo como un halago. En color tengo varios referentes y uno de ellos, por supuesto, es Juanjo (Guarnido), por quien tengo una admiración total. Me encanta cómo narra con el color, aportando psicología y dramatismo a la historia, no solo con las paletas, sino también con las iluminaciones. Es algo que he tratado de hacer yo también en mi obra. Juanjo y otros artistas como Marini, Alex Alice o Gibrat son referentes para mí en un tipo de color que sea narrativo, de luz teatral y con aspecto de acuarela, con veladuras y otros recursos similares pese a que todo el color, en mi caso, es digital.

 

Z: Los planos generales me parecen espectaculares, cuadros auténticos en los que se reconoce perfectamente Madrid.

Pese a haber trabajado en layouts de animación durante mucho tiempo, lo de tirar las perspectivas nunca ha sido lo que mejor se me daba. Por suerte, tengo a Juan Díaz Canales para ayudarme con eso (él si es un gran “layoutero”) y cuando alguna cosa no me funcionaba, él me tiraba alguna perspectiva y lo arreglaba. Al final, cuando iba ya muy justa, me echó una mano con los bocetos de la secuencia de las cuadrigas de la calle Alcalá.

Hoy en día, programas como SketchUp ayudan mucho en este aspecto, aunque para mi gusto las imágenes quedan demasiado fotográficas y deforman un poco. Hay gente a la que le queda muy bien pero a mí no me termina de funcionar en mi dibujo. Así que me construí la redacción con SketchUp para tenerla de referencia pero no la he usado nunca sin adaptar.

Juanjo funciona de un modo especial con los espacios, es soberbio. Es capaz de meter en una viñeta doce filas de personas sin que nadie se estorbe. A pesar de que cuando él me lo explica, lo entiendo, luego me cuesta horrores hacerlo.

Z: Antes comentaba que el color de la obra me recordaba al de Juanjo Guarnido pero además del color, hay algo en el dibujo, en el lenguaje corporal de los personajes que también me recuerda a él. Imagino que tiene que ver con vuestra formación común en el terreno de la animación.

Muy probablemente. Llevo trabajando en animación más de treinta años y tienes que desarrollar una técnica muy concreta. El acting, la pose, es fundamental para caracterizar a un personaje. Trabajar en storyboard implica elegir poses no solo de lo que pasa sino también describir las acciones secundarias. Eso, el que los personajes den información adicional con lo que están haciendo, enriquece mucho las viñetas. Las escenas más corales transmiten mucha información, información que no se plasma en un diálogo. Eso es muy habitual en la animación.

El dibujante de animación estudia mucha actuación y cuida mucho el lenguaje corporal y la gestualidad de sus personajes. Es raro que alguien de animación ponga siempre la misma cara al personaje. Lo más habitual es que tenga muy interiorizadas todas las expresiones básicas del personaje (alegría, tristeza…) pero también dominar un gran catálogo de expresiones intermedias, más sutiles.

Z: Sin embargo, tus personajes están contenidos: no hay grandes escenas de acción, no hay persecuciones…

No era una historia dirigida a través de la acción. Hay acción pero no es la parte más importante. Me interesaba reservar el espacio para contar otras cosas y no iba a poner una persecución porque fue- ra divertida de dibujar, del mismo modo que me obligué a dibujar la Gran Vía llena de gente aunque no me apeteciera hacerlo, porque siempre ha de ser la narrativa la que mande, hay que ponerse al servicio de la historia.

Z: ¿Qué tal ha sido la recepción en Francia?

Las primeras reacciones de quien ya ha podido leerlo están siendo muy positivas. Lo que está claro es que en la editorial ha gustado porque me han encargado que prepare la segunda entrega. Creo que no será tan larga como esta, pero como ya me conozco, no voy a asegurar nada.

Z: Supongo que da un poco de miedo que salga en mitad de esta pandemia…

Parece que las ventas de libros no solo no han descendido sino que han aumentado. Están dando unas cifras de lectura y de ventas francamente impresionantes. Ojalá no sea solo una impresión, si no una realidad. Y que esté aquí para crear una tendencia.

Z: Hasta ahora habías escrito para otros (Brujeando, Curiosity Shop) o dibujado guiones de otros (We are Family) pero es la primera vez que haces una historia larga como autora completa. ¿Cómo te has sentido?

Me he sentido fenomenal. El trabajo así es más orgánico: está vivo hasta el final. No se trata de que así sea mejor. Pero siendo dibujante, cuando escribes una historia te haces ideas muy claras en la cabeza, imágenes concretas de lo que quieres contar y por muy bueno que sea el dibujante, aunque sea mucho mejor que tú, siempre lo va a contar de otro modo e inevitablemente hay un momento de extrañeza cuando ves el resultado.

Por otro lado, el trabajo de colaboración enriquece mucho y he tenido la suerte de trabajar con unos dibujantes excepcionales. Montse Martín y Juanjo Guarnido son capaces de hacer cosas que a mí como dibujante no se me van a ocurrir jamás pero en esta ocasión, al trabajar sola, he podido cambiar cosas que no me funcionaban hasta el día antes de entregar el álbum.

Como guionista soy tan pesada, quiero meter tantas cosas que los dibujantes tienen serios problemas conmigo para cuadrarlo todo. Yo podía permitirme el lujo de dibujarlo en dos páginas en vez de en una, de poner, de quitar… Tomo la decisión sin perjudicar a nadie.

Z: ¿Cuáles son tus próximos proyectos, más allá de la continuación de Contrapaso?

En breve saldrá a la venta Gentlemind, una historia que he escrito junto a Juan Díaz Canales y que dibuja Antonio Lapone. Está también ambientada en los años cincuenta pero en Nueva York. Bueno, en realidad la historia empieza en los años treinta y acaba en los ochenta: es una especie de novela-río que narra la historia de una revista masculina un poco subida de tono que acaba en las manos de una mujer y de cómo ella, junto a sus colaboradores, acaba construyendo una publicación muy diferente, algo así como una Esquire que tiene a las mejores plumas y los mejores ilustradores del momento.

A la vez vamos contando un poco la historia de los Estados Unidos y de los personajes del relato. Uno de ellos es un abogado puertorriqueño que empieza como contable en la revista. Otro es un ilustrador que fue el gran amor de Gina, la protagonista (que será quien tome las riendas de la revista) y cómo se van encontrando y desencantando a lo largo de todos estos años.

El talento de Gina, que cree que no sabe hacer nada, es precisamente saber rodearse de buenos colaboradores, como Maggie la fotógrafa, los humoristas Bert y Mosby, la redactora “Just Jo”, etc. saber cómo hacer que trabajen juntos y que lleven la revista a lo más alto.

Aquí saldrá en un integral editado por Norma pero en Francia ya ha salido el primer álbum y ha tenido una gran acogida. Son dos álbumes y ahora mismo Antonio Lapone está terminando el segundo. Se publicará simultáneamente el segundo álbum francés y el integral en castellano, imagino que a finales de año.