Anna Freixas: “El feminismo siempre se ha planteado hacer visible lo invisible”
Las librerías entrevistan a Anna Freixas, una escritora que lleva décadas estudiando el proceso de envejecimiento femenino desde una perspectiva feminista, como nos demuestra en sus dos libros en la editorial Capitán Swing: “Sin reglas” (2018) y “Yo, vieja” (2021).
La profesora, investigadora y escritora Anna Freixas lleva décadas estudiando el proceso de envejecimiento femenino desde una perspectiva feminista, campo en el que se la puede considerar una pionera en España.
Sus contribuciones han ido apareciendo en varias monografías y obras colectivas desde los años 90 en adelante, y se han complementado, más recientemente, con sus dos libros en la editorial madrileña Capitán Swing: Sin reglas (2018) y Yo, vieja (2021).
Sus libros constatan cómo la difícil la tarea de envejecer, en una época en la que la esperanza de vida se ha extendido notablemente, es todavía más difícil para las mujeres, en un contexto social que sigue dando tanto valor a la juventud y a la apariencia física. Anna Freixas nos enfrenta ante todas esas contradicciones (y más aún cuando las mujeres de las próximas generaciones lo harán en situaciones de educación, incorporación al mundo laboral o relación con la maternidad muy diferentes), y, apelando a tres valores esenciales (libertad, justicia y dignidad), plantea la necesidad de crear imágenes positivas del envejecer que sirvan de modelo a las jóvenes generaciones. Para hablar de todo esto, Anna Freixas nos atiende, amablemente, por teléfono.
PREGUNTA – ¿Por qué considera usted que también los jóvenes serían lectores adecuados para su libro?
RESPUESTA – Yo creo que mi libro es una conversación con las viejas, y con los viejos también, pero realmente es una conversación que interpela de manera clarísima a la gente joven, tanto en su calidad de gente con poder para transformar determinados asuntos que competen a las personas mayores, como porque, si tienen suerte, serán viejos y, por lo tanto, todo lo que pueda transformarse en la actualidad puede ser de gran utilidad para su futuro.
P – Usted reivindica la independencia de las mujeres mayores, pero se hace en un contexto como el nuestro, en el que, tradicionalmente, las mujeres mayores o bien son dependientes o bien las percibimos como cuidadoras naturales. Usted alude con gracia, si es que esa palabra es adecuada, a esa extraña ley natural que hace que las mujeres ancianas automáticamente deriven en cuidadoras en cuanto surge el más mínimo problema social o familiar…
R – Este país nuestro es una especie de país de madres solteras, donde las chicas jóvenes cuidan de sus criaturas con poca conciliación por parte de sus parejas, o no con el nivel de conciliación que debería darse para que ellas puedan desarrollarse profesionalmente, y eso incluso ahora que las chicas tienen carreras, trabajos fuera de casa…
Pues imaginaos las personas que son viejas actualmente: muchas de ellas no dispusieron de acceso al mercado, por lo que no tienen pensión y su situación económica es bastante adversa, así que parece como si su destino natural fuera el de cuidar, atender, limpiar, cocinar, este tipo de tareas. Y además, son actividades que muchas de nosotras reivindicamos como propias… Tenemos una sabiduría al respecto, lo “hacemos muy bien”, pero este “hacerlo muy bien” no implica que sea el único destino.
P – Nos ha gustado particularmente cómo el libro nos enfrenta a muchas paradojas: la forma en la que el lenguaje (sobre todo el femenino), al relacionarse con la edad, lo hace desde la autocrítica, el quitarse importancia (esas frases de “ya no tengo edad”, “no estoy para estos trotes”) y la contradicción que eso representa respecto de quienes tienen todavía un capital cultural, profesional, humano importantísimo en términos demográficos en el contexto occidental.
R – Es que nos encontramos, realmente, en una situación paradójica. Lo que pretende este libro es iluminarnos: el libro está hecho de una perspectiva feminista y el feminismo siempre se ha planteado hacer visible lo invisible, poner luz allí donde parece que todo es oscuridad, y creo que el libro tiene como objetivo poner en evidencia todas esas situaciones que, de tan habituales como son, nos parecen naturales… y naturales no son.
P – En nuestro contexto, ¿qué diferencias fundamentales existen entre ser anciana y ser anciano?
R – En este momento, las diferencias son grandes tanto en lo bueno como en lo malo: envejecemos como vivimos y, por lo tanto, muchas viejas (muchas viajes actuales) se encuentran en una situación en la que no han tenido acceso a la cultura, no han tenido acceso al mercado laboral, su vida se ha dedicado al núcleo familiar y, por lo tanto, son personas que no tienen la misma capacidad económica que tienen sus compañeros varones. Ser vieja y no tener dinero es una realidad y no es nada buena.
Además, nosotros seguimos viviendo en una cultura en la que la permisividad respecto a la vejez de los hombres es mucho más alta que la que se da ante la vejez de las mujeres: las mujeres tenemos más exigencias sociales y culturales, de tipo estético, una menor permisividad en el ámbito sexual, afectivo, etcétera. Sin embargo, quiero resaltar también que las mujeres tenemos algunos elementos que nos ponen, en la vejez, en una posición mejor: por ejemplo, el hecho que hemos estado hablando del cuidado nos permite que, cuando llegamos a viejas, seamos autónomas, capaces de resolver nuestra intendencia, cosa en la que muchos hombres flaquean. Y, sobre todo y de manera muy importante, el hecho de que nosotras nos hemos especializado en la zona de la comunicación, en la zona de los vínculos, en esta parte de las relaciones, nos dota de unas redes muy importantes, redes de amigas y de actividades de tipo social y cultural que hacen que envejezcamos sin sentir tanto la opresión de la soledad o del no tener mundo donde agarrarnos.
De hecho, las mujeres nos suicidamos mucho menos que los hombres: por cada tres hombres que se suicidan, se suicida una mujer, y eso quiere decir que tenemos dónde agarrarnos cuando la vida empieza a tambalearse.
P – Chiara Delle Donne, de la Librería Diógenes (Alcalá de Henares), le pregunta sobre sus propuestas concretas para evitar en el futuro las diferencias en la vejez, dado que hay muchos factores (de género, económicos, de clase social, de ámbito urbano o rural, de acceso a servicios sociales, el contexto de privatizaciones, entre otros), sobre qué se podría hacer en el futuro para igualar un poco las condiciones de vida y para que de alguna forma se produzca un empate más visible entre unos y otras.
R – Nuestra sociedad avanza en un camino hacia la igualdad, y avanza de manera bastante clara: hoy muchas más mujeres tienen pensión propia que hace treinta años, las chicas van a la Universidad, acceden masivamente al mercado laboral, las opciones de cuidado empiezan a repartirse un poco… Los chicos también han descubierto que cuidar es una actividad que produce bienestar, que produce placer, que compartir con la pareja los procesos de crianza les deja en una menor minusvalía, porque en el momento en que sean viejos podrán atender sus propias necesidades de una manera más eficaz.
P – Sus primeros libros se publicaron en editoriales más académicas mientras que, quizá, los dos últimos se dirigen a un público más general. ¿Algunos tienen una intención más divulgativa frente a otros más especializados, como Sin reglas? ¿Podemos esperar en el futuro otros que desarrollen temas más concretos?
R – A veces, cuando hago una presentación, digo que para mí Yo, vieja es la versión punk de Tan frescas: Tan frescas es un libro más general, más sesudo aunque también es un libro ameno, y plantea todos los temas relacionados con envejecer, pero es un libro de otro tipo. Luego hay libros míos que son más específicos, como el que has nombrado, que se centra en la sexualidad postmenopáusica, o, por ejemplo, el que tengo sobre la menopausia, que en este momento está descatalogado y que espero que llegue un día en que se pueda volver a leer porque me lo pide cantidad de gente.
P – Y, por último, de los libros que han aparecido más o menos recientemente, ¿le apetece recomendar alguno?
Últimamente he leído el Cuarteto estacional de Ali Smith, y me ha gustado mucho: no es una literatura fácil, pero me ha parecido muy interesante. Y también he leído el libro colectivo Alianzas rebeldes, que me parece sumamente interesante también.
Fotografía: Alisa Guerrero.
Entrevista de Juan Marqués para Las librerías recomiendan