Arturo Uslar Braun escribió Hasta cien hombres. Daniel Nesquens, más modesto, se ha conformado con retratar a casi cien bichos. Este bestiario casi centenario (adviertan la rima) trata de resolver, sin conseguirlo, el eterno problema filosófico: ¿Es el hombre un lobo para el hombre? Con sus variedades no menos temporales: ¿Es el hombre un lobo para el lobo? ¿Es el lobo un hombre para el lobo? ¿O quizá es que el hombre es un hombre para el hombre? Quien haya leído “Diecisiete cuentos y dos pingüinos” se asombrará. Y el que no, también.
Harry Potter se ha quedado huérfano y vive en casa de sus abominables tíos y del insoportable primo Dudley. Harry se siente muy triste y solo, hasta que un buen día recibe una carta que cambiará su vida para siempre. En ella le comunican que ha sido aceptado como alumno en el colegio interno Hogwarts de magia y hechicería. A partir de ese momento, la suerte de Harry da un vuelco espectacular. En esa escuela tan especial aprenderá encantamientos, trucos fabulosos y tácticas de defensa contra las malas artes. Se convertirá en el campeón escolar de quidditch, especie de fútbol aéreo que se juega montado sobre escobas, y se hará un puñado de buenos amigos… aunque también algunos temibles enemigos. Pero sobre todo, conocerá los secretos que le permitirán cumplir con su destino. Pues, aunque no lo parezca a primera vista, Harry no es un chico común y corriente. ¡Es un verdadero mago!
Leo Lionni: 1910-1999. Nació en Amsterdam, padres judíos. Una infancia rodeado de arte: padre pulimentador de diamantes, madre cantante de opera, tio artista. Se mudan en 1925 a Genova y luego en 1939 a Nueva York. Vuela a Italia en 1962 a vivir.
Ana ha tenido que quedarse en casa porque es muy pequeña para ir al baile con sus padres y sus hermanas. “Aún eres muy pequeña, ni siquiera has aprendido a leer” le dicen para justificar que no puede acompañarles. Afuera llueve y tampoco puede salir a jugar. Solo le queda la compañía de su gato Emilio, pero a él le encanta trastear y, persiguiéndole, acaba en el sótano, un lugar donde tiene prohibido entrar. Allí hay libros viejos y telarañas. Esperando encontrar en algún libro dibujos que le entretuvieran, abrió unos cuantos y encontró: una zapatilla de cristal, dos niños perdidos con un trozo de pan, tres cerditos, cuatro músicos subidos uno encima de otro, cinco frijolitos cambiados por una vaca, seis pasteles para la abuela (y un lobo detrás), siete enanitos, ocho patitos, nueve soldaditos de plomo, diez colchones sobre un guisante, once ratas detrás de un flautista ¡y un reloj que tocó las doce! ¡La hora de volver a la cama corriendo! No importa si se dejó en la escalera una zapatilla, su mamá la recogió sin sospechar el mundo que había descubierto Ana. Una hermosa historia que es un homenaje a los cuentos tradicionales. Los lectores que reconozcan los cuentos se divertirán recordándolos, y para aquellos que no los conozcan será una buena oportunidad para leerlos.
Queharé es un cartero especial en un mundo especial. Lleva un zapato, dos pares de gafas, tres relojes de bolsillo y cuatro sacos de piel donde acarrea cinco fajos de postales, seis legajos de cartas, siete telegramas y ocho paquetes urgentes.
Un álbum muy especial donde los números y lo irreal son muy cotidianos.