Un álbum en el que el niño debe recoger información sobre sus abuelos: a qué jugaban cuando eran pequeños, cómo se divertían cuando eran jóvenes, cuál fue su primer trabajo, cómo eran las cosas entonces y cómo son ahora, etc. Hay espacios que deben rellenarse escribiendo y otros en los que hay que pegar fotografías. ¡Y tienen que completarlo juntos! Una manera divertida y entrañable de que los abuelos compartan sus recuerdos con el niño, y de que éste aprenda a conocerlos mejor.
Con su estilo inconfundible, tanto a nivel literario como artístico, con ilustraciones y viñetas llenas de dulzura, Janosch fabula sobre cómo los protagonistas de esta curiosa historia inventaron el correo postal, el correo aéreo y el teléfono.
Este libro contiene la mayor concentración de niños raros por página: Niño alga, Niña búho, Niña cacto, Niño díscolo, Niña de espuma, Niño frío, Niña de humo, Niño inverso, Niña jirafa, Niño koala, Niña con forma de laberinto, Niña maleta, Niño sin niño, Niño con rabo de eñe, Niño pingüino, Niño queso, Niña sombra, Niño tren, Niña urgente, Niña de alto vuelo, Niña yunque con su martillo y Niño zancudo. El autor nos los presenta uno a uno, con todas sus peculiaridades y lo hace de una manera muy poética. Jugando con las palabras, compone un Tautograma, Versos de cabo roto, un Ovillejo, juega con las palabras esdrújulas, escribe un romance, rima con números, se atreve con un rap, rememora la cuaderna vía, apunta una canción, nos enseña cómo es un Limerick, nos desafía con un trabalenguas y despliega un sin fin de recursos poéticos que harán la delicia de grandes y pequeños, sean aficionados a la poesía o no. Las ilustraciones que acompañan los versos recrean el mundo mágico y extravagante que compone el autor.
En estos maravillosos poemas, R. L. Stevenson navega por los mares de la imaginación, invoca los fantasmas y los miedos de un niño y evoca la magia de las lecturas y los juegos infantiles.
Como los anuncios clasificados de los periódicos que sintéticamente ofrecen un trabajo o la venta de un piso estos micropoemas juegan con su esta estructura breve y un contenido absurdo. Una mirada que se vuelve poética al volverse extraña, dándole una vuelta a lo esperado. Las ilustraciones de Sean Mackaoui contribuyen a este efecto de irrealidad jugando con objetos sacados de contexto. Pequeños poemas, casi haikus, en los que se pregunta o se responde, se ofrece o se busca, en los que se plantean inquietudes, pensamientos y certezas. Pensamientos mínimos que reflejan el imaginario de la vida cotidiana y que nos muestran que la poesía está muy cerca, en todo lo que nos rodea.