Un cuento con fantasma y con sótano, una casa con memoria. Un libro para niños en el que se habla de la muerte: con amor, con ligereza, con una sonrisa.
Los nietos del perro no quieren ir a visitarle porque el abuelo les parece un tostón, siempre con sus mismas batallas y sus manías de anciano. Pero un día el abuelo se cansa y les contará la historia de su juventud, y los nietos no podrán creerse semejante aventura. Las imágenes del magnífico ilustrador aportan una extraordinaria fuerza y humor a la historia.
Los cachorros se quejan a la madre: ¡no queremos ir a ver al abuelo, es tan aburrido! ¡Siempre contando sus batallitas! ¡Y huele fatal! ¡Y hace ruido al comer!¡Nos da mucho miedo! Pero van y allí el abuelo comienza de nuevo con sus batallas. Aunque trata de jugar con los nietos no lo hace como a ellos les gusta y se marcha un poco triste pensando ¡no siempre fui un perro viejo! Al rato, el abuelo los llama y los sorprende con un disfraz del circo. Se monta en una bicicleta con una pelota en la nariz y ¡opla! qué divertido y sorprendente es todo lo que hace. ¿Dónde aprendiste todo eso? le preguntan. Y él cuenta entonces sus batallitas de cuando se fue de joven con un circo. A los cachorros les encantan estas historias y quieren escucharlas una y otra vez. Quieren ver el álbum de fotos y que les enseñe todos los trucos que sabe. Las ilustraciones de Tony Ross imprimen un aire de humor a toda la historia. El libro, además, contiene un extra: las guardas se han convertido en el álbum de fotos del abuelo. La primera, con fotos en blanco y negro, mostrando la vida de soldadito. En la última, fotos llenas de color y humor con las escenas donde el abuelo aparece en el circo. Una visión muy realista y nada frecuente de las relaciones entre abuelos y nietos, y una oportunidad para que los niños piensen en las diferentes vidas de sus abuelos.
La incorporación de un anciano a la familia por parte de su hija, tras haberse marchado sin dar explicaciones mucho tiempo atrás, sorprende a la nieta, que no acepta a su reciente abuelo. Pero, de una forma quizá excesivamente bondadosa, la convivencia hace que la niña termine descubriendo en el desconocido anciano a un hombre derrotado y arrepentido por el abandono de su papel de padre, dispuesto ahora a ser un abuelo de verdad. Premio Edebé de Literatura Infantil en 2004.
Gregorio es un niño de diez años que vive en un pueblo de Asturias. Cuando conoce a Santos, un hombre mayor y excéntrico inventor, no sabe que va a cambiar su modo de ver la vida. ¿Hasta qué punto una persona es capaz de percibir el movimiento continuo? Una maravillosa historia sobre la amistad y la fuerza de la imaginación.
Este libro poético y mágico nos presenta a la abuela como una diosa creadora y fértil capaz de poner vida en la tierra y de darle a su nieto todo lo que necesita: comida, naturaleza, felicidad… Pero la abuela, cuando ya ha hecho todo esto, es solo una abuela y ahí reside más que en ningún otro sitio su grandeza. Un libro para regalar a las abuelas, para decirles lo importantes que son en nuestras vidas.
Ané acaba de cumplir doce años y sus padres le rebelan una noticia sorprendente: su abuelo paterno vive en un pueblo marinero del norte y se llama Martín; el abuelo Lucas (ya fallecido) fue sólo el padre adoptivo de su padre; la abuela Rosita, cuando se casó con Lucas, ya estaba embarazada de otro hombre (de Martín) que la abandonó. Las razones de ese abandono son un misterio. La Semana Santa de ese mismo año, los padres de Ané deciden ir a visitar por primera vez a Martín. Ané tiene una gran curiosidad y la primera impresión que le causa el abuelo es desconcertante: no es un viejo pirata con pipa como esperaba sino un anciano con muy mala salud y gruñón. La nieta decide, desencantada, que su abuelo está demente, pero hay algo a su alrededor que la atrae y la repele simultáneamente. Durante esa Semana Santa escucha Ané ciertas habladurías que la dejan aún más intrigada. Dicen que Martín enloqueció de amor por Rosita y dicen también que mató a un hombre?
La abuela Enriqueta asegura que en su juventud fue pirata. Y no cualquier pirata, afirma que fue “Kety, la Roja”, una capitana que al mando de su barco surcó todos los mares. Esto es al menos lo que ella cuenta a su nieta Laura, aunque su hija no está en absoluto de acuerdo. Un viejo álbum hará que la madre de Laura recuerde su propia infancia y descubra algo sorprendente.