Este autor de origen judío que escribe sobre el mundo que le rodea consigue trasmitirnos con su cuentos un fresco de la sociedad judía rural polaca repleta de personajes inolvidables y de anécdotas llenas de humor. Saber de qué se ríe un pueblo y qué le hace gracia es también un modo de conocer su cultura. La inocencia, el amor por los animales y un punto de absurdo presiden estos cuentos donde se retratan personajes entrañables que nos hacen reír por su exagerada ingenuidad.
Érase una vez… …una niña cuyo padre tenía que estar de viaje seis días a la semana. Esta niña no podía dormirse sin que le contaran un cuento. Y cada noche, su padre la llamaba por teléfono y le explicaba un cuento. Dicen que los cuentos eran tan buenos que hasta los operarios de la telefónica suspendían todas las llamadas para escucharlos. Y este es el libro de estos cuentos. Gianni Rodari, es uno de los mejores autores de literatura infantil y su obra es reconocida en el mundo entero.
César Pompeyo es un niño muy desobediente, al que su madre regaña continuamente. Como castigo le da un par de azotes en el culete y este, harto de ser continuamente castigado, decide marcharse. ¿Qué hará el pequeño César ahora? Un relato original para los primeros lectores que recuerda que siempre es mejor comportarse bien.
El jefe del taller quiere arreglar su bici y necesita la llave verde, así que pide ayuda a sus empleados para que la busquen. Todos la buscan y encuentran muchas herramientas que habían perdido (un destornillador, una sierra, unas tenazas, hasta un balón…), pero no la llave verde.
Ésta es la increíble historia del primer hámster que se propuso escribir la gran aventura de su vida. Claro que Freddy no es un hámster normal y corriente, es un Mesocricetus auratus, es decir, un ejemplar dorado de primera categoría, obligado por la tradición a regresar a Asiria, la tierra prometida de sus ancestros. Por eso, lejos de resignarse a permanecer para siempre en la jaula de una tienda de animales, Freddy logra llamar la atención del señor Gregor, que busca una mascota para su hija Sofie. Ahora Freddy ya tiene un hogar, y como Sofie lo deja sentarse a su lado mientras hace los deberes, el muy espabilado no sólo aprende a leer, sino que pretende leerse todos los libros de la biblioteca de la mamá de Sofie. Sin embargo, la felicidad dura poco y Freddy es entregado a una nueva familia, donde tendrá que acostumbrarse a convivir con el hermoso y aristocrático gato Sir William y las cobayas cantoras Enrico y Caruso. Y aunque Freddy echa mucho de menos a Sofie, el ordenador de su nuevo amo John es su gran ocasión para realizar su sueño y conquistar la libertad. Esta primera parte de la serie Freddy es una historia tan divertida, inteligente y original como su propio héroe.
Un día, un diminuto insecto no mayor que una peca se cuela en la clase de la señorita Calipso.
Nadie se da cuenta hasta que… Pica, rasca, Pili se rasca, Pica, rasca, Jesús se rasca, Y visto y no visto, toda la clase se rasca y se rasca. Un texto pegadizo y unas ilustraciones estrafalarias. ¡Nunca los piojos fueron tan divertidos!
Manolito es un personaje que nace en un programa de radio al que su autora le pone voz y con el tiempo se convierte en el protagonista de una serie de libros de gran éxito. La gracia de Manolito reside justamente en la voz que escuchamos cuando leemos sus aventuras. En su origen oral. No oímos a un narrador que nos cuenta la historia de un niño de Carabanchel, sino que escuchamos directamente la voz que fluye sin descanso de este niño charlatán, que monologa, contempla el mundo y lo juzga, hace parodia de las reglas y convenciones sociales y utiliza un lenguaje infantil que será imitado por sus lectores. Los capítulos de este primer libro son pequeñas aventuras, sin conexión entre ellas, con las que el lector conoce a su familia, vecinos, amigos y al entorno de la escuela. Lo más divertido de Manolito es la recreación del lenguaje popular, sus diálogos vivos, sus reflexiones inocentes y a veces irónicas. Un personaje que ha conseguido en la litera tura infantil española ser reconocido por los dibujos de Urberuaga y por su vocabulario que se ha extendido a todas las capas sociales: “los niños de la infancia”, “qué rollo repollo”, “el mundo mundial” son frases hechas que se oyen más allá de la Plaza del Ahorcado.