Librerías por la literatura infantil y juvenil

Fue a finales de los años setenta cuando en España comenzó a hablarse de la literatura infantil y juvenil como un subsector con vida y dinámicas propias. Hoy, más de 40 años después, la LIJ parece estar viviendo una época dorada. Como le gusta decir a Luis Zendrera, ya no es “un género menor”. El […]

Por en Buenas prácticas

Fue a finales de los años setenta cuando en España comenzó a hablarse de la literatura infantil y juvenil como un subsector con vida y dinámicas propias. Hoy, más de 40 años después, la LIJ parece estar viviendo una época dorada. Como le gusta decir a Luis Zendrera, ya no es “un género menor”.

El editor de Juventud y presidente de la OEPLI argumenta esta opinión en “la gran calidad y gran variedad” de los títulos que permanecen accesibles; en el reconocimiento que los autores españoles están teniendo en países extranjeros, con traducciones a países en los que hasta ahora no estábamos presentes, así como en el extraordinario crecimiento de las ventas (en 2020, según datos de los editores, este sector fue el que más creció, un 17,4%, hasta situarse en los 367,08 millones de euros).

¿Presencia en los medios de comunicación? Cuesta, sigue costando, pero cada vez hay más espacios para la literatura infantil y juvenil”, añade.

Las librerías que apuestan por la literatura infantil y juvenil, tanto las especializadas como las generalistas con secciones específicas, también han salido reforzadas en este período, aunque es pronto para saber si el contexto de pandemia fue un espejismo o asentó hábitos.

Según Librired, herramienta de análisis de datos de CEGAL, la materia Infantil y Juvenil registró un crecimiento de los 141,2 millones de euros de facturación en 2018 a los 150,75 millones de 2021. 

Por géneros, la ficción infantil y juvenil consiguió el año pasado superar dos años de descensos y situarse en los 12,1 millones de euros de facturación, el álbum ilustrado tiene una presencia potente, con 10,3 millones de euros, la fantasía creció de los 6,7 millones de euros a los 10,39 millones, mientras que el aumento más espectacular lo protagonizó el manga, que casi ha triplicado su facturación en librerías: de los 4,6 millones de 2020 a los 12,6 millones de euros de ventas el año pasado.

Por temáticas, los preferidos son los relatos de aventuras, de humor, de relaciones interpersonales, sobre la familia y el hogar, y de animales.  

Aunque con luces y sombras en esta etapa de madurez, desde la OEPLI se señala que si estamos donde estamos en la literatura infantil y juvenil y en el fomento de la lectura es gracias al “esfuerzo titánico de muchos eslabones que no se han rendido ni se rendirán jamás, librerías infantiles o con secciones infantiles que son la envidia de muchos países, bibliotecas públicas ejemplares, docentes implicados hasta la médula a pesar de no contar todavía, en la mayoría de los casos, con la biblioteca escolar que precisan.

En un momento en el que estamos inmersos en un cambio de paradigma en el concepto de la lectura, evidenciado en el Plan “Lectura infinita”, desde el Grupo Kirico estamos realizando un proyecto de largo recorrido, titulado Laboratorio de Buenas Prácticas, que cuenta con la colaboración del Ministerio de Cultura.

Uno de sus pilares ha sido un análisis de aquellos valores que aportamos las librerías a la dinamización lectora.

LIBRERÍAS POR LA LIJ

Según las entrevistas realizadas a más de 40 librerías, un 97,1% de las librerías se consideran agentes activos en el fomento de la lectura. La mayoría de ellas lo canaliza a través de la difusión de lecturas y recomendaciones por medios digitales y en persona (83%), la organización de todo tipo de actividades con estabilidad (80%), las selecciones temáticas (77%) y en menor medida, a través de la formación de otro tipo de mediadores (9%). 

Los públicos prioritarios son familias, prelectores y primeros lectores, reduciéndose el porcentaje a medida que aumenta la franja de edad: preadolescentes (60%) y adolescentes (28%). 

Aunque es uno de los trabajos más invisibles y menos reconocidos, las librerías Kirico manifiestan su compromiso con los procesos de selección y lectura previa a la recomendación que trata de abrir caminos a la lectura de calidad. 

Cerca de un 80% de las librerías entrevistadas dedican un tiempo extraordinario a esta faceta de su trabajo, lo que las consigue diferenciar de otro tipo de establecimiento o plataforma, ya que prima el conocimiento, tanto del fondo como de la novedad editorial, y el asesoramiento personalizado. 

“En general, diría que las librerías aportamos todos los valores positivos posibles. Aportamos visibilidad para la buena literatura, aportamos conocimiento para compartir, aportamos recomendaciones no mediatizadas por otros intereses que los de la propia calidad y aportamos la posibilidad de conocer cosas nuevas”, resume Izaskun Legarza, de Librería de Mujeres desde Santa Cruz de Tenerife. 

“Quien busca calidad sigue fijándose en el criterio librero y en su propio criterio con los libros en la mano”, opina Eva Amigo de Librería Unquera (Cantabria).  

Entre todas ellas sintentizan los valores positivos asociados a las librerías de proximidad: conocimiento, experiencia, cualificación, contacto estrecho y directo, conversación, asesoramiento, honestidad, dinamismo, diversidad, disponibilidad y valor añadido. 

“Existe un asesoramiento continuo sobre la calidad de la LIJ y la recomendación especial para cada niño. Le llamamos cada oveja con su pareja”, explica Lola Gallardo de Rayuela Infancia (Sevilla). “Esto supone un valor añadido importante, que exige trabajo y conocimiento, y por el que no cobramos más que el importe del producto vendido. El valor que esto aporta fundamentamente es el de contribuir a la formación de nuevos lectores”, destaca. 

Es en ese camino de formación de nuevos lectores donde las librerías detectan que “hay ciertas dificultades para avanzar”, no sólo debido al excesivo número de novedades (en 2021, se registraron 10.149 ISBN de libro infantil y juvenil, y se considera que hay 92.857 títuos vivos), sino también a “la edición masiva de libros “producto” que aportan muy poco o la edición de libros enfocados al aprendizaje de emociones, con un objetivo educativo que a veces acapara el panorama y dificulta la selección de libros más literarios”, añade Rocío Valverde de Librería Jarcha (Madrid). 

Según Sandra y Carmela de Libros para Soñar de Pontevedra, las librerías “somos conocedoras de lo que se publica con lo que tenemos una mirada más crítica y sabemos que “no todo vale” para los niños, la imagen y el texto son parte de su formación”.

Actualmente, “se publica mucho sin criterio y se viraliza en redes con lo que la gente demanda algo que es muy visible a pesar de que la calidad no sea la deseada. Cada vez hay más libros “receta”, sobre todo de sentimientos que no priorizan la calidad ni el disfrute del libro sino una enseñanza”. 

Ante esta saturación de información, al aturullamiento y confusión provocado por las redes sociales, no queda más que destacar, como dice Javier Soler de Librería Entre Libros (Linares, Jaén), que “la fuerza de nuestras recomendaciones está en la librería, en el encuentro en vivo y que se mantiene a pesar de que el cliente traiga su opinión predeterminada, a veces con buen criterio, adquirida a través de redes, blogs etc”.

“Los problemas desde las pequeñas librerías tienen que ver con la falta de tiempo o personal para visibilizarse continuamente en esas redes que, más que unirnos, parecen pescarnos. Todo va demasiado rápido. No hay reposo para los libros, las novedades son excesivas. Aunque leamos como posesas las modas se imponen”, reflexiona Izaskun.

Preguntadas sobre si detectamos una pérdida de influencia, las librerías responden que “no la hemos perdido porque estamos todo el día trabajando para seguir llamando la atención de los lectores y lectoras potenciales. Sí es cierto que en las redes sociales el bombardeo de recomendaciones por parte de diferentes prescriptores está empezando a “aturrullar” a nuestro público”, considera Cristina Sanmamed de La Puerta de Tannhäuser (Plasencia, Cáceres). 

AGENTES DE CERCANÍA CON GARANTÍA DE CALIDAD

Es, también, en ese camino de formación de nuevos lectores donde, en ocasiones, se entrecruzan las iniciativas de librerías y bibliotecas, tanto públicas como escolares, que encuentran en la colaboración una forma de extender y potenciar su trabajo cotidiano, incidiendo de forma positiva en la creación de comunidades lectoras.

De las librerías que han participado en este estudio un 84,2% tienen relación con las bibliotecas públicas, mientras que el porcentaje es ligeramente inferior respecto a los centros escolares, un 81,6%, especialmente enfocado a Infantil y Primaria (89,7%) frente a un 10,3% en Secundaria.

Las relaciones más frecuentes se establecen a través del asesoramiento, de la organización de eventos, y de la compra en librerías de proximidad. Con los colegios, se realizan actividades puntuales de dinamización lectora, ferias del libro o talleres de lectura.

Pero hay en este aspecto una reclamación de las librerías que apunta hacia un compromiso de la administración para que las adquisiciones de las bibliotecas pudieran realizarse en las librerías de proximidad, tejiendo lazos más estrechos en territorios concretos y como agente de cercanía de garantía de calidad.

Y si hay otro asunto que preocupa especialmente a las librerías es el de la presencia de las editoriales educativas en los centros escolares, que copan las relaciones y que en ocasiones ofrecen colecciones completas sin criterios de selección. 

“La venta directa de editoriales en el ámbito de la escuela hace mucho daño, ya que normalmente no hay selección ni recomendación, simplemente beneficio económico para las editoriales más potentes sin tener en cuenta el fomento de la lectura”, señala Rocío de Jarcha.

“Los centros escolares tienen que saber que su canal de compra debería ser siempre una librería. Creo que muchos centros no son conscientes de ello y compran directamente a las editoriales por desconocimiento”, incide Naia Hernández, de Sopa de Sapo (Bilbao).

Esta situación se ve favorecida por la precariedad con la que suelen trabajar las bibliotecas escolares.

Según los últimos datos disponibles del INE, sólo un 52,6% de las bibliotecas escolares españolas cuenta con una asignación específica dentro del presupuesto global del centro, mientras que un 24,4% de ellas sobrevive sin ningún gasto. De las que cuentan con presupuesto específico, en un 41,6% de los casos invierten hasta 500€.

En comunidades como Galicia, que gracias al Plan Lía cuenta con una red muy potente y estable de bibliotecas escolares, el porcentaje de bibliotecas que cuentan con presupuestos propios asciende al 89,6%.

El desarrollo de las bibliotecas escolares es uno de los grandes escollos en cualquier Plan de Lectura, ya que a las restricciones presupuestarias se une otra de las reivindicaciones históricas de centros y colectivo bibliotecario que no acaba de concretarse: la presencia de profesionales con formación adecuada y dedicación exclusiva.

COMPROMISO CON LA LECTURA 

El fomento de la lectura y el reconocimiento de las librerías como agentes culturales de proximidad y cohesión social va ganando fuerza pero, aún así, queda mucho camino por recorrer.

Para Naia Hernández es necesario “que se forme a profesionales en literatura infantil y juvenil, que se fomenten las bibliotecas escolares, las secciones infantiles en las bibliotecas públicas, que se oriente a las familias en fomento de la lectura.

Desde la Librería Diógenes de Alcalá de Henares (Madrid), Chiara Delle Donne señala que “la lectura de calidad genera buen gusto y aficción a largo plazo, más allá de las modas. Facilita el salto a lecturas más maduras”.  

“Más que literatura de calidad me gustaría hablar de la lectura de calidad. Estoy convencida de que leyendo juntos, aunque sea literatura de “baja calidad”, madres e hijos podrían formarse un criterio lector, y de eso se trata la lectura de calidad. No de imponer un gusto, sino de formar un criterio lector”, matiza Paola Dadá de La mar de letras (Madrid).

Para Lola Gallardo de Rayuela Infancia, el ámbito en el que habría que hacer énfasis es en las familias.

Hay que incidir en ellas y formarlas. Se podría llegar a todas las familias del territorio nacional a través de las bibliotecas y de las librerías. Nosotras, bajo proyecto, con programas, objetivos y evaluaciones. Educar a esas familias en cómo tienen que hacer para acercar los libros y ser una comunidad lectora”.

Por Sonia Domínguez / Imágenes cedidas por Rayuela Infancia, Sopa de Sapo, Entre Libros, Unquera y La Mar de Letras