“Agua salada” de Jessica Andrews

Agua salada

Agua salada

Andrews, Jessica

ISBN

978-84-322-3657-0

Editorial

Seix Barral

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Tras la muerte de su abuelo, Lucy viaja con su madre a Donnegal, en la costa de Irlanda, para asistir al funeral y deshacerse de cosas inservibles de la vieja casa que ambas han heredado. Su madre regresa, pero ella decide quedarse una temporada en aquel lugar solitario y remoto en el que el mar, los espacios abiertos y la tranquila vida rural sustituyen la velocidad y el ruido de su rutina de estudiante universitaria en Londres. Hay en ello una necesidad obsesiva de entenderse, de encajarse en su urgente proceso de construcción y darse un sentido; una constante a lo largo de toda la narración, en la que Lucy repasa su infancia, adolescencia y juventud, mientras absorbe e intenta comprender las extrañas e intensas sensaciones que le descubre su nueva vida.

Agua salada se desliza entre su presente en Donnegal y el relato de su pasado a través de episodios de su vida y de su relación con su familia: su madre adorada, un padre alcohólico sin remedio y su hermano, sordo de nacimiento. Asistimos a su crecimiento, a los cambios en su cuerpo y a su progresivo desarrollo emocional, en el que advierte con desgarro inconsolable el desligamiento natural de su madre, por la que siente un amor profundo y una enorme admiración que se filtran a lo largo de toda la novela. En acuciante lucha por definirse y situarse en el mundo, comienza sus estudios en Londres siguiendo el camino que tanto deseaba, o, como ella dice, que tanto parecía que debía desear y en lo que pone todo su empeño. De ahí, quizá, sus dudas culpables, su inseguridad y su invariable desasosiego. Se entrega así a experiencias de un ímpetu juvenil vertiginoso y salvaje, sin abandonar, sin embargo, su parte de estricta responsabilidad, y que, de alguna manera, quedan justificadas al componer retazos de su incesante búsqueda.

En la soledad de su vida en Irlanda, descubre una realidad más auténtica que la que ha dejado atrás. El vértigo de la ciudad, el cambio constante, se le antojan ahora irrelevantes en contraste con la sensación de permanencia que transmiten la lentitud y el silencio, adquiriendo una especial conciencia de sí misma y de cada pequeña cosa de su entorno. La narración se compone de textos numerados, casi todos muy breves, que con un lenguaje muy sugerente, a ratos poético y simbólico, sucio y callejero en ocasiones, sin exuberancias ni artificios, componen una voz íntima, fresca y a la vez profunda, magnética y cargada de autenticidad. La escritura de Jessica Andrews en esta novela ha alcanzado probablemente el mismo nivel al que ha llegado la narradora en su anhelante indagación personal. Las palabras, dice, dan forma y contorno a los pensamientos, permiten aprehenderlos, jugar con ellos y explorar sus recovecos. Se intuye que, a través de sus experiencias, de su apremiante necesidad, ha alcanzado una especie de sosiego que, generalmente, se va logrando a través de un trayecto mucho más largo en el tiempo. Su inquietud por definirse y pensarse a través del lenguaje construye un hermoso relato, íntimo, profundo y maduro. Y es que querer comprender la vida con los cinco sentidos, acaso su sinsentido, ubicarse en ella y conseguir por fin apaciguar una frenética búsqueda, es tarea más que legítima, pero ardua, y tan difícil de alcanzar como no abandonarse al desaliento y la tristeza. Se precisa, normalmente, toda una vida para ello y las prisas juveniles no suelen dar buenos resultados, cuando se experimenta demasiado sin pensar demasiado. No es lo que le ocurre a la protagonista de Agua salada. Para nada.

Olivia Lahoya Cuende, Librería Estudio (Miranda de Ebro, Burgos)

Olivia Lahoya Cuende, con el libro reseñado, en la Librería Estudio.

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