“Algo en lo que creer” de Nickolas Butler

Algo en lo que creer

Algo en lo que creer

Butler, Nickolas

ISBN

978-84-17977-16-0

Editorial

Libros del Asteroide

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Escribiendo en 1970 sobre Miguel Delibes, su amigo, discípulo y paisano Francisco Umbral entendía que “cuando uno empieza a escribir, suele desasosegarse en la búsqueda de lo extraordinario, de lo remoto. Esta búsqueda es fatigosa y pueril. Viene un día el descubrimiento sencillo, asombroso y jubilar del entorno, de lo inmediato. De lo que hay que escribir es de lo que uno conoce. La literatura no es un safari, sino un diario íntimo”.

Nickolas Butler nació en un pueblo de Pensilvania y se crió en un pequeño lugar de Wisconsin, en el que aún reside con su mujer y sus hijos. Es fácil imaginar una casa con porches, olor a mermelada, un gran jardín y un garaje lleno de herramientas, anticongelantes para el invierno y grandes jarras de limonada para el verano en uno de esos pueblos que, como escribió en Canciones de amor a quemarropa con una mezcla perfecta de apego y desesperación, “tienen poco que ofrecer por mucho que se empeñen”. Y sobre esos lugares escribe, y lo hace, hoy por hoy, como nadie a quien hayamos leído. Realista, sí, pero ante todo con voluntad incisiva, capaz de llegar al fondo de las psicologías del lugar, menos elementales de lo que parecían, y rastreando motivos, exprimiendo los acontecimientos hasta que entreguen toda su verdad o, mejor, todas sus verdades.

Nunca una novela tan maravillosa habrá tenido un título tan disuasorio como la citada, que es una enorme novela sobre la amistad masculina, y por tanto un libro que (como comprobamos durante dos veranos en la Feria del Libro de Madrid) gusta muchísimo a las mujeres. Es el libro que mejor explica por qué dos amigos íntimos que tal vez llevan ocho años sin verse ni hablarse se reencuentran y a los cinco segundos ya están hablando, pongamos, de Mourinho, sin por ello traicionar o siquiera descuidar (más bien al contrario…) su pasado común, su afecto indiscutible, su mundo propio, su comunidad, su tribu, su sangre… “En un pueblo pequeño, huir de alguien es dificilísimo”, dice Butler, y también es complicado huir de lo previsible, de lo tácitamente acordado, de lo que se espera de ti o, de paso, de ti mismo. O, como leemos ahora en Algo en lo que creer, “Ésa es la bendición y la maldición más evidente de todo pueblo pequeño: tu familia, tus amigos, tus vecinos, tus compañeros de trabajo y tus sacerdotes parecen estar siempre contigo, como si los llevaras en el bolsillo o estuvieran observándote desde la ventana. Te conocen tanto como para saber, sin necesidad de preguntar, si estás contento o triste, distraído o enamorado, o si estás deseando desaparecer de allí”.

Ahora, tras perseverar hace tres años en su particular exploración de El corazón de los hombres, Butler penetra con su tercera novela en el peliagudo asunto del fanatismo religioso, en las sectas cristianas de los pueblos de por allá, en el centro del norte… Un matrimonio ya anciano ha de ver cómo su única hija va comprometiéndose con una nueva iglesia, y por tanto ausentándose más, y alejando de ellos a su único nieto, y entonces… Las novelas de Butler, si se nos permite decirlo así, son los libros de un buen chico, pero sobre todo los de un magnífico escritor. Un tipo trabajador, sí, pero además brillante. Y hay algo así como una profunda y consciente investigación sobre la bondad disuelta en la narrativa de Nickolas Butler, un estudio sobre la nobleza y la honradez que no se hace obvio, por supuesto, y que, gracias a su talento literario, tampoco resulta ingenuo. Al revés: es convincente, por veraz, y por eso su obra es tan reconfortante. Altura literaria y testimonio más o menos solapado de cierta integridad, de ejemplos de comportamiento. Porque no todas las lecciones morales son catequesis: algunas, como ésta, ayudan a que la literatura se cumpla.

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