"Clásicos para la vida", de Nuccio Ordine

Clásicos para la vida

Clásicos para la vida

Ordine, Diamante

ISBN

978-84-16748-64-8

Editorial

Acantilado

Donde comprarlo

“Cambiar el mundo, mi amigo Sancho,

no es ni utopía ni una locura, es, sencillamente, justicia”.

Don Quijote

Nuccio Ordine, tras publicar La utilidad de lo inútil, vuelve a regalarnos un libro imprescindible en el que nos recuerda los lugares donde encontrarnos como seres humanos. Seres humanos conscientes, responsables y críticos capaces de cambiar el mundo y hacerlo más justo.
Con este libro Ordine deja claras dos ideas fundamentales:
Una es la importancia de la educación y la enseñanza en nuestras sociedades y la otra, la importancia de los clásicos para comprender el mundo en el que vivimos.
La educación es sin duda un pilar esencial de nuestras sociedades, el conocimiento genera ciudadanos responsables, librepensadores y autocríticos pero entonces ¿en qué fallamos desde hace siglos?
Quizá los problemas son fundamentalmente que en muchos lugares no se garantiza el acceso a la educación a gran parte de la población y que en el caso de que ese acceso sea posible la educación es mala o está manipulada, ¿quizá por eso generación tras generación, siglo tras siglo, no aprendemos de nuestros errores para no volver a repetirlos? ¿Por qué repetimos constantemente los mismos errores que no nos dejan hacer de este mundo un lugar en paz y en equilibrio con los otros seres que lo habitan y con la propia naturaleza? Por eso la vuelta a los clásicos es importante y se hace necesaria, porque en ellos está todo, porque en ellos está quienes somos.
El hombre en esencia no ha cambiado un ápice desde que tenemos memoria de que poblamos el mundo, de ahí la conexión con textos de toda la historia, los mismos pensamientos, sentimientos y formas de actuar. Somos seres capaces de los actos más hermosos y de los más horribles… pero la memoria de todo ello no nos permite el aprendizaje a nivel global… ¿por qué? ¿Es nuestra naturaleza y somos incapaces?  ¿O estamos constantemente manipulados por otras fuerzas y por lo tanto en constante lucha de intereses? ¿Y si todo depende de una mala educación, de un mal aprendizaje?
Vivimos en sociedades en las que se cultiva vivir alienado de uno mismo, ajenos a quienes somos realmente, hombres y mujeres manipulados  para ser compradores de cosas. Quizá por eso los libros, la música y el arte son tan peligrosos, porque devuelven al ser humano su capacidad de recordar quién es y qué desea realmente, su capacidad de sentir empatía, de escuchar y de ver de verdad cuando mira.
Ordine alerta de forma muy acertada sobre la comercialización de la educación: parece que tener ordenadores de última tecnología que cuesten miles de euros es mayor signo de una buena educación que tener un buen docente, vocacional y consciente de la importancia de su trabajo. La educación se intenta comercializar y se está dando un enfoque erróneo de su objetivo: se han de pasar exámenes para lograr unos títulos que nos darán un trabajo útil para tener cosas.
Pero la verdadera educación enseña que el conocimiento es importante en sí mismo para cada uno de forma personal, y es importante también en nuestra formación como ciudadanos responsables de crear sociedades habitables, mejores. No se nos enseña que somos responsables de nuestras vidas y también, en parte, de las de los demás, y eso hace que dejemos todo en manos de no sabemos bien quién, y eso también nos facilita mirar para otro lado cuando no deberíamos hacerlo.
¿Cuál es el error que llevamos siglos cometiendo…? La educación en escuelas y hogares parece ser la clave. Pero ¿qué se enseña realmente en las escuelas, institutos y universidades? ¿Una de la soluciones no sería una formación humanística para todos, aparte de la profesionalización? La formación humanística debería ser esencial pues con ella podemos llegar a comprendernos y a comprender a los otros, ella guarda nuestra memoria y protegerla debería ser algo sagrado para así cuidarnos y cuidar el mundo que nos cobija.
A pesar de todo, la esperanza existe porque el mundo también está lleno de hombres y mujeres con el espíritu, la conciencia y el valor de Alonso Quijano, Don Quijote.
El mundo está lleno de doñas y don Quijotes dando batalla.
Librería Taiga (Toledo)
 

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