"Comimos y bebimos" de Ignacio Peyró

Comimos y bebimos

Comimos y bebimos

Peyró, Ignacio

ISBN

978-84-17007-57-7

Editorial

Libros del Asteroide

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Durante mucho tiempo mantuvimos esa postura falsamente progresista que intuía que dedicar demasiada importancia a la gastronomía implicaba en el fondo algo un poco inmoral: las cosas del comer sólo importaban en cuanto a la necesidad (indiscutible todavía) de garantizar la alimentación de todo el mundo, y cualquier exceso, publicidad o sofisticación salía sobrando. Pero enseguida hemos visto cómo, casi de repente, muchos revolucionarios de hace no tanto blanden botellas de vino caro, y no es raro toparse con gentes de la clase media que prefieren ahorrar en calefacción para así no renunciar a las lascas de trufa blanca en la ensalada… La cosa, pues, se ha puesto de moda, y es que el mundo es, definitivamente, un sitio curioso, y es también, si no un valle de lágrimas, un territorio traidor, pero tampoco se puede negar que muy a menudo nos compensa con un entrecot en su punto, sencillamente perfecto, o con una fabada intachable, o con una tortilla de patata y calabaza que…
Y es de todo esto, tal cual, de lo que nos habla un libro estupendo que acaba de publicar Ignacio Peyró, y que en el fondo sigue la estela del maravilloso Diccionario sentimental de la cultura inglesa con el que, literalmente, nos deleitó hace dos o tres temporadas, un debut de verdad importante que lo convertía de golpe en un campeón de las letras. En este libro de hoy, como se advierte desde su subtítulo (“Notas de cocina y vida”), los asuntos gastronómicos son centrales, sí, pero sólo en una lectura superficial. El libro habla de cocina, pero ésta es apenas una guarnición decorativa para abordar temas muchísimo más generales e importantes. Este libro tiene algo de memorias personales, algo de historia de España, algo de sociología, algo de filosofía política… y casi sin salir de los fogones. Ése era el desafío y ése ha sido su éxito, porque es un libro memorable. Y será también un libro duradero: a la clásica “verdura de las eras” Peyró opone aquí la era de las verduras…
Ignacio Peyró pertenece ya a esa curiosa estirpe de prosistas españoles que, sin escribir ficción (o, mejor dicho, sin destacar en absoluto en ese terreno), son sin embargo los mejores escritores de prosa de cada generación, imbatibles a la hora de ofrecer ensayos, o columnas, o reportajes, o necrológicas, o diarios, o semblanzas, o viajes… Es la estirpe magistral de Gómez de la Serna, de Eugenio d’Ors, de González Ruano, de Chaves Nogales, de Pla, de Umbral o de Trapiello. Y no exageramos en absoluto si afirmamos que los dos libros que ha publicado hasta hoy Ignacio Peyró (así como sus prólogos o artículos) están a la altura de esa nómina galáctica, y entenderemos que alguien lo dude, o que desconfíe, pero casi mejor, porque habrá pocas experiencias más gozosas que acudir a las librerías a comprobarlo. ¿De verdad no hay algo netamente nerudiano en decir que una naranja es un “resumen del sol” o “un golpe de luz”, o creer que en cierto vino blanco se agazapa “un tragaluz del paraíso”? Bienaventurados los que tienen hambre y sed de buena literatura, porque ellos accederán a libros como éste.
Los clásicos decían que quienes se atracan o se emborrachan no saben comer ni beber, pero la verdad es que lo que pide el cuerpo es abalanzarse sobre este banquete de palabras que nos ofrece Peyró y ponerse morado, tan rojo como sus cubiertas, antes de extraer algunas pocas conclusiones elementales, a saber: 1: la vida es un lugar fenomenal; 2: hay libros que consiguen expresarlo; 3: entre los jóvenes escritores españoles, muy pocos consiguen expresarlo con la gracia y la altura de Ignacio Peyró; 4: comemos para alimentarnos, por pura necesidad, pero también para disfrutar: exactamente lo mismo afirmamos sobre la lectura; y 5: somos gente bien educada, y sobre quienes prefieren la llamada “sidra achampanada” a la sidra natural, por el momento no diremos nada.

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