"El libro del mar", de Morten A. Strøksnes

El libro del mar

El libro del mar

Stroksnes, Morten

ISBN

978-84-9838-873-2

Editorial

Salamandra

Donde comprarlo

Hubo unos años, y todavía no hace demasiados, en los que buscábamos un poco de magia, no sólo wi-fi, y para eso los libros ayudaban mucho. Se ha dicho repetidamente que las buenas historias son como un atajo para acceder a una vida más plena (en la cual la imaginación tiene mucho que decir), pero los buenos lectores no queremos atajos sino caminos, no un milagro sino un proceso, no algo repentino sino algo creciente y constante que dure lo que dure nuestra vida, sin parar. Y sin embargo no deja de ser cierto que, especialmente en la infancia o en la adolescencia, hay determinados libros que suponen una inmersión directa en esa otra vida paralela que anhelamos compaginar con la real, libros que de alguna manera preservan y prolongan la pasión que nos arrebató en aquellos años de los descubrimientos.
Hace poco tiempo Neil Shubin nos regaló en Tu pez interior una teoría aventurada pero sugerente en la que, reflexionando sobre el hecho demostrado de que la vida terrestre comenzó en el océano, explicaba por qué nos fascina tanto el mar, por qué nos provoca esa evocación o aun esa melancolía, por qué lo llenamos (y nos llena) de símbolos y significados: resulta que cuando miramos el agua estamos, simplemente, añorándola sin saberlo, pues estamos contemplando nuestro hogar más remoto, en contacto inconsciente con nuestro origen, y entonces el ADN se pone nervioso y se altera y, en el mejor de los casos, necesitamos meternos un rato entre las olas o, en el peor, escribir un poema…
Pues bien, “Tres mil millones y medio de años pasaron entre el día en que apareció la primera forma de vida primitiva en el mar y el sábado de julio por la noche en que me llamó Hugo Aasjord: -¿Has visto el pronóstico meteorológico para la semana que viene?”. Así arranca El libro del mar, del noruego Morten A. Strøksnes, un libro que explícitamente juega pronto con el punto de partida de Herman Melville (“Cada vez que salgo de Oslo y viajo al norte me invaden las mismas ganas de escapar… escapar del interior y de sus hormigueros, de sus abetos, ríos, lagos y pantanos borboteantes. Adiós, hasta luego, me voy al mar, que es libre e infinito, rítmico y ondulante, como dicen las viejas canciones marineras…”) y que, aunque algo más narrativo, recuerda en su espíritu y en su estructura a Leviatán o la ballena, el fascinante y exitoso libro (prolongado poco después en El mar interior) de Philip Hoare. Un comienzo así es literalmente irresistible, y pronto queda claro que la autoficción (o, en este caso, mejor la crónica personal de los sucesivos intentos de pescar un tiburón boreal), se baraja con la historia de la ciencia, con la poesía, con apuntes paisajísticos y datos político-sociales o históricos que, para quienes anhelamos además cualquier cosa llegada de los países nórdicos, forman uno de esos libros que nos apasionarían incluso aunque no estuviesen muy bien, pues todo en ellos nos importa, pero es que este de Strøksnes está además muy bien, lleno de talento, gracia e interés, sin presunción personal ni narcisismo (algo que lastraba un tanto los de Hoare), escrito no con ganas no de lucirse sino de encandilar.
Si Samuel Johnson afirmó aquello tan célebre de que quien está cansado de Londres es que está casado de la vida, nosotros podríamos pensar que a quienes no les apetezca leer libros como éste es que está ya cansado de la literatura, pues renuncia a volver a los orígenes, a enfangarse en Homero y en Verne y salir a la caza de Moby DickEl libro del mar es pura alegría lectora elemental. Qué lástima no saber escribir libros como éste. Qué buena suerte poder leerlos.

Be the first to write a comment.

Deja un comentario