“Los antepasados” de Mary Ann Clarke Bremer
Todo lo que nos queda, a partir de cierta edad, es memoria. Memoria de niñez, juventud, de amor o indiferencia…de vida. Y nos gusta hablar de ello. Nuestro pasado es el que conforma nuestro futuro, pues mantenemos latente sus evocaciones.
Y si, dado el caso que nos acercamos a un libro, lo abrimos y leemos, con pausada lentitud, como algunos lo requieren, y descubrimos a una autora como Mary Ann Clark Bremer, publicada por Periférica, en su colección Largo recorrido, con otros títulos en su catálogo, pero que se nos pasó abrir en su debido momento y saborear como se merece, y descubrimos Los antepasados, y lees y piensas (que es la más provechosa forma de leer) por qué tanta belleza en tan escuetas páginas, y quieres más y entonces vuelves al pasado: Una biblioteca de verano, Cuando acabe el invierno, El librero de París y la princesa rusa… y encuentras frases como:
«La soledad ha acampado en derredor, ha construido su campamento en torno a mi casa. Viaja conmigo hasta cuando viajo acompañada.»
«amé la música, aún la amo, como pocas cosas. Como amo los libros.»
…
Vicente Pina, Librería Codex, Orihuela (Alicante).
Sinopsis:
La bisabuela de la autora se casó con un soldado, de origen ruso, al que había cuidado tras ser retirado, herido, del campo de batalla en la Guerra de Secesión de los Estados Unidos de Norteamérica. Aunque en realidad es posible que amara a otro hombre que también se encontraba en aquella misma batalla… La tía abuela de la autora era una joven sufragista que defendía los derechos de las mujeres a principios del siglo XX. Ambas fueron sensibles y desafortunadas…
Así arranca esta delicada pieza de orfebrería. La bisabuela Ann, la tía abuela Josephine… En la tumba de esta última grabaron un lema: «Herida por la vida». Pero no fue sólo ella la herida por la vida. Las páginas de seductor libro nos llevan del pasado al presente, de un chalet en la vieja Suiza al Nueva York en construcción del siglo XIX. Pero también mucho más lejos.
El recuerdo y los objetos de las mujeres de la familia le sirven a la narradora para, como quien pasa las páginas de un viejo álbum de fotos, hacer memoria; mientras que la música o la literatura que resuenan al fondo le sirven para encontrar compañía en aquellos que, de un modo u otro, también conocieron la pérdida.