“Poco hombre” de Pedro Lemebel

Poco hombre

Poco hombre

Lemebel, Pedro

ISBN

978-84-124802-7-6

Editorial

EDITORIAL LAS AFUERAS

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Escribo esta reseña el 12 de octubre, mientras el mundo hispanohablante se divide entre nada que celebrar, fiestas nacionales e indiferencia. La caracterización de Pedro Lemebel es irreductible, pero desde luego es ajena a la indiferencia, y me viene a la memoria su defensa de las culturas precolombinas (de su genealogía indígena) como paradigma de que para él hoy seguiría habiendo más por reivindicar que por festejar. Y, sin embargo, pocas plumas han dado tanta vitalidad a la lengua castellana, que es la hispánica, como la de este chileno del que en estos meses podemos, por fin, volver a leer un material que llevaba años fuera de circulación en España.

Si hay una editorial al margen de los grandes grupos (y de los independientes grandes) que merece tener en su catálogo a Pedro Lemebel es Las afueras. No sólo por afinidad sino por convicción ideológica. Por esa conjunción entre intemperie y latinoamericanidad que han sabido imprimir en varios de sus títulos. Y porque, también, si hay un chileno situado al margen, al margen del establishment, al margen de la oficialidad, que quedó al margen hasta de la izquierda que lo miraba «con risitas»; digo: si hay un escritor chileno verdaderamente a «las afueras», ése es Pedro Lemebel. De él ya publicaron una de las mejores novelas que podemos leer en este siglo, Tengo miedo torero, y ahora rescatan otro título suyo, Poco hombre, que es el que me ocupa y espero que os ocupe a vosotros a no mucho tardar.

Poco hombre es una constante declaración de intenciones. Desde el manifiesto que hace las veces de pórtico (una lectura imprescindible, una lectura que entusiasma, que se ha hecho música y que anida en nuestros corazones), hasta el breve texto «A modo de sinopsis» que sirve, como es obvio, de sinopsis y cierre.

Esta colección de crónicas, montada aún en vida de su autor y al cuidado de Ignacio Echevarría, toca todos los lugares míticos de peregrinación obligatoria. La oralidad no como recurso sino como puesta en escena: a veces convertida, incluso, en algo muy por encima de la escritura, que como dominadora, violenta al habla. Una oralidad omnipresente que se cuela en forma de anglicismos, giros lingüísticos y en ese recurso tan lemebeliano como la adjetivación a partir de sustantivos («mafia punga», «choros rapiña»…, en fin, no es esto un comentario de texto, pero no en vano estamos ante la loca barroca).

Otra parada obligatoria será la multiplicidad de formatos, pues al ser cronológica, recupera textos que fueron publicados en fanzines o leídos en radio. Esta antología recupera, pues, un corpus, que nos sirve para ver que la performatividad de Pedro Lemebel era algo que iba más allá de los, llamémosles happenings o como se quiera: que impregnaba su obra, que hacía partir a esta de aquella.

No seremos pocos los que disfrutemos con aquellas crónicas que dialogan con el otro gran escritor de las letras chilenas finiseculares cuando nos asomamos a la casa de María Canales que Roberto Bolaño rescató en su magistral Nocturno de Chile y cuya denuncia no pocas veces se puso de manifiesto en la literatura de ambos.

Ignoro si los editores Marga y Curro van a continuar editando el resto de crónicas tal y como fueron publicándose en su trayectoria original. Algún volumen hay que todavía no es posible conseguir en papel, por lo que sería plausible. En caso de que así sea, continuaremos celebrando. Si no, ya es suficiente con este acontecimiento editorial que no puede faltar en librerías y bibliotecas de todo aquel que se haya acercado alguna vez a la narrativa hispanoamericana y haya sido tocado por esta literatura herida.

 

Sara J. Trigueros, Librería 80 Mundos (Alicante)