“Tres truenos” de Marina Closs

Tres truenos

Tres truenos

Closs, Marina

ISBN

978-84-123036-7-4

Editorial

Editorial Tránsito

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En un contexto de supersticiones, que siempre son más opresoras para las mujeres, una joven de la comunidad mbyá guaraní da a luz gemelos, algo que, según las antiguas creencias del lugar, delata que ha sido adúltera…; una muchacha alemana llega a Misiones (Argentina), a través de Brasil, desde su Alemania natal, y lo hace acompañada de su hermano, que es mucho más consciente que ella de que conviene mantener en estricto secreto la relación incestuosa que los une; una joven estudiante que se gana la vida cosiendo vestidos para espectáculos de danza comienza a descubrir cuánto la motivan determinadas prácticas sexuales algo llamativas e incluso peligrosas…: ésos son los tres lados de un triángulo literario en el que lo que importa es que el centro está ocupado por la buena escritura, por esa prosa estupenda escrita en un lenguaje que es el nuestro pero que es distinto, y que nos hace recordar que un mismo idioma puede tener sabores muy diferentes.

Es en la primera historia, sobre todas, en la que Marina Closs (Misiones, 1990) se luce como nueva gran estilista, y en la que, apoyada en la etnia de la narradora, se permite unas audacias sintácticas preciosas, riquísimas, extremas pero no forzadas (“Yo era sí mujer”…)…, aparte de brochazos de buena poesía (“Cuando pasa un camión, en el monte, el corazón de un niño da un salto”). Pero la calidad se sostiene a lo largo de todo el libro, y comprende las tres historias, que son, en principio, absolutamente independientes unas de otras pero que, yuxtapuestas, forman un tríptico con sentido único (o con varios “sentidos únicos”, valga la contradicción). No son, pues, tres cuentos, sino que es una novela, pues como tal se presenta (y recordemos que una novela es todo aquello cuyo/a autor/a defienda como tal, sin líneas rojas, sin límites teóricos, con toda la más rabiosa libertad que se pueda).

Si la primera historia es de represión y castigo, y la última de experimentación con el propio cuerpo, la segunda es de desamparo, de desarraigo, y también de cierta liberación femenina a la hora de confesar secretos. Hay, así, cierta progresión en cuanto a lo dueñas que de su vida son las protagonistas, pero en todos los casos sobrevuela la sombra del desencanto, de la frustración, y sobre todo de la inseguridad: todas son vulnerables, en distinto grado, y por uno u otro motivo todas sufren algún tipo de esclavitud, todas anhelan otra cosa, ninguna es independiente. Eso sí: “Yo quiero estar viva. Es mi necesidad”, afirma la muchacha indígena de la primera pieza del libro, y también que “estoy viva por asombro”. En cuanto a la otra mirada, la masculina, relativamente ausente en este libro, sucede por ejemplo que “cuando los hombres no están enamorados, son un asco”.

El título general enciende la luz de la intención del libro, o al menos ayuda a aclararlo. Al margen de lo radicales o lo traumáticas que puedan ser las experiencias de las tres narradoras, todas tienen una fuerza personal y una voluntad comparables a la fuerza de la propia narración. En la naturaleza los truenos llegan después de la luz, pero aquí es un poco al revés: estas tres poderosas historias traen consigo tres fogonazos que iluminan tres posibles vivencias, menos o más recientes, de la historia de las mujeres en Argentina.

Juan Marqués, ‘Las Librerías Recomiendan

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