Febrero 2015
«Después vino el golpe y tras éste me dediqué a recorrer las librerías de Santiago como una forma barata de conjurar el aburrimiento y la locura. (…) De mis visitas a esas librerías recuerdo sobre todo los ojos de los libreros, ojos que a veces parecían los de un ahorcado y a veces estaban velados por una tela como de legañas y que ahora sé que era otra cosa. No recuerdo, además, haber visto nunca librerías más solitarias. Allí no robé ningún libro. Eran baratos y los compraba. En la última que visité, un librero, un hombre de unos cuarenta años, alto y flaco, me dijo de sopetón mientras revisaba una hilera de viejas novelas francesas si me parecía justo que un autor recomendara sus propias obras a un condenado a muerte. El tipo estaba de pie en un rincón, llevaba sólo una camisa blanca arremangada hasta los codos y tenía una nuez prominente que le temblaba al hablar. Le contesté que no me parecía justo. ¿De qué condenados a muerte estamos hablando?, dije. El librero me miró y nos dijo que él sabía, fehacientemente, de más de un novelista capaz de recomendar sus propios libros a un condenado a muerte. Después dijo que hablábamos de lectores desesperados. Soy el menos indicado para decirlo, dijo, pero si no lo digo yo no lo dirá nadie. ¿Qué libro le regalaría usted a un condenado a muerte?, me preguntó. No sé, dije. Yo tampoco lo sé, dijo el librero, y me parece terrible. ¿Qué libros leen los desesperados? ¿Qué libros les gustan? ¿Cómo se imagina usted la sala de lecturas de un condenado a muerte?, dijo. Y después: es como la Antártida. No como el Polo Norte, sino como la Antártida. Pensé en el final de Arturo Gordon Pym, pero preferí no decir nada. A ver, dijo el librero, ¿quién es el valiente capaz de poner sobre el regazo de un condenado a muerte esta novela? Levantó un libro que había gozado de cierta fama y luego lo arrojó sobre una espuerta. Le pagué y me fui. Al darle la espalda, el librero no sé si rió o se puso a llorar. Cuando gané la calle lo oí decir: ¿Quién es el gallito capaz de semejante hazaña? Y luego dijo algo más, pero no entendí sus palabras.»
Roberto Bolaño, “Un narrador en la intimidad” (Clarín)
Por extraño que pueda parecer, muchos libreros nos hemos enfrentado en alguna ocasión a una situación parecida: la de recomendar un libro para alguien sabedor de que será una de sus últimas lecturas. Pero incluso en momentos tan difíciles como esos, el librero es feliz de saber encontrar el libro perfecto para cada lector. Sea cual sea vuestra situación, ojalá que en alguno de estos diez libros que hemos seleccionado podáis encontrar El Libro.
Endurance: la prisin blanca
Lansing, Alfred
ISBN
978-84-942879-8-5
Editorial
Capitán Swing Libros S.l.
El libro de Jonah
Max Feldman, Joshua
ISBN
978-84-16213-16-0
Editorial
Libros del Asteroide
Tus pies toco en la sombra y otros poemas inéditos
Neruda, Pablo
ISBN
978-84-322-2423-2
Editorial
Seix Barral
La sublime locura de la revolución
Montanelli, Indro
ISBN
978-84-942357-5-7
Editorial
Gallo Nero Ediciones
La triste historia de tu cuerpo sobre el mío
Marwan Abu-Tahoun Recio
ISBN
978-84-616-3274-9
Editorial
Noviembre Poesía