Fantasía, creatividad, juego

Lo amamos por tantas cosas…RODARI maestro y pedagogo, RODARI periodista, RODARI escritor. Lo amamos porque en todas las facetas de su perfil profesional se muestra como un solo RODARI . Una persona comprometida con sus ideas, un defensor de la infancia, que brilla y convence por su autenticidad, porque cree lo que dice y dice […]

Por en Librerías Kirico

Lo amamos por tantas cosas…RODARI maestro y pedagogo, RODARI periodista, RODARI escritor. Lo amamos porque en todas las facetas de su perfil profesional se muestra como un solo RODARI . Una persona comprometida con sus ideas, un defensor de la infancia, que brilla y convence por su autenticidad, porque cree lo que dice y dice aquello en lo que cree.

La imagen de la infancia que ofrece en sus numerosos relatos y cuentos, coincide plenamente con las ideas que sostiene a nivel teórico sobre la educación y la literatura. Una imagen que nos devuelve una foto de niños libres. Libres para pensar, para imaginar, para ser. Llenos de sabiduría sobre el mundo, no para llegar a ser eruditos en el futuro, como él siempre afirmaba, sino para no ser esclavos.

Mucha gente amamos a RODARI porque es un gran promotor de la fantasía, menospreciada en muchas ocasiones, sobre todo en algunos sectores  relacionados con el ámbito educacional que intentan oponerla al conocimiento.  RODARI lo sabe y se esfuerza en poner en valor la importancia de la imaginación para todos, para adultos y para niños y así lo expresa en numerosas ocasiones, con declaraciones como esta:

Pienso que Newton hizo los descubrimientos que todos conocemos porque tenía una mente abierta en todas direcciones, capaz de imaginar cosas desconocidas. Tenía una gran fantasía y sabía usarla. Y hace falta una gran fantasía para ser un hombre de ciencia” . 

Lo amamos porque siempre cae rendido a los pies de la creatividad. Por eso en sus relatos, a “personaje” puede acceder cualquiera, y la situación ficticia puede producir un escenario de lo más surrealista. Le estamos agradecidos porque la frescura imaginativa de sus relatos supera a muchos másteres de escritura creativa. Es en Gramática de la fantasía cuando escribe para la docencia el mejor manual para inventar historias. Quiere demostrar que la imaginación es inherente al ser humano y que bien vale la pena desarrollarla desde la infancia, etapa en la que abunda, y se afana en ofrecer las claves, en describir numerosos recursos que ayuden en las escuelas a fomentarla y a pensar creativamente. Las ensaladas de cuentos, el binomio-fantástico, los cuentos al revés… se harán célebres no solo en Italia, sino que recibirán el reconocimiento de multitud de docentes de otros países. 

Su clave narrativa está en el Juego. Sabe que el medio natural por el que niñas y niños  se comunican, se desenvuelven, aprenden, descubren y conocen, viven, es el juego. No se si RODARI aprende de los niños o se siente sincronizado con ellos, el caso es que juega, juega y juega con las palabras, las dota de ficción fantástica y …voilá, la historia surge. Se me viene a la mente Érase dos veces el barón Lamberto, en el que despliega un extenso potencial creativo. No solo el argumento resulta singular , sino que no tienen desperdicio algunas de las descripciones detalladas de los personajes. Juega con la sonoridad del nombre, hace carambolas con el número 24…no se puede pedir más.

Fantasía, Creatividad, Juego… en definitiva, conceptos estrechamente vinculados a la infancia. Por eso amamos a RODARI, porque CREE EN EL NIÑO y lo respeta profundamente. El gran observador y conocedor de cómo funciona un niño, de lo que le motiva y le interesa, se maravilla de lo creativo que éste puede llegar a ser. 

Cuando leo Uno y siete, más que un cuento, lo siento como una disertación poética que muestra que la naturaleza del niño es única y está grabada en todos los niños diversos del mundo. Rodari quiere alzar la voz y gritar a los vientos, que todos los niños son iguales y singulares a la vez. Y cuando releo El paseo de un distraído, no puedo más que  reconocer la auténtica naturaleza de un niño en el personaje de Giovannino, ese pequeño que va dejando las partes de su cuerpo por la calle sin darse cuenta, porque anda demasiado absorto en descubrir el mundo y esa comunidad de vecinos adultos, que le ayudan y que con la más absoluta de las complicidades gritan al unísono cuando su madre se queja de lo despistado que es:

 “Señora, los niños son todos así

Lola Gallardo, Rayuela Infancia (Sevilla)