“El boxeador polaco” de Eduardo Halfon

El boxeador polaco

El boxeador polaco

Halfon, Eduardo

ISBN

978-84-17007-95-9

Editorial

Libros del Asteroide

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No fue su primer libro, ni mucho menos, y sin embargo todos tenemos la sensación de que con El boxeador polaco comenzó algo, y algo que ya no se ha detenido. Fue en 2009, y ahora, diez años después, Libros del Asteroide lo devuelve a las librerías, lo cual, aprovechando la oportunidad de la relectura, nos permite ciertas reconsideraciones.

Para empezar, es claramente un acierto que en esta edición se incluya La pirueta, una nouvelle que Halfon publicó poco después, en 2010, y que comparte por completo la melodía de las narraciones contenidas en el libro de cuentos, y que de hecho prolonga alguno de sus personajes, sigue alguno de sus hilos. Es verdad que esa pieza de 2010 es notablemente más extensa que cualquiera de los cuentos de 2009, pero su inclusión en el volumen es perfectamente coherente, no chirría, y, al contrario (y por utilizar términos muy de moda en la política española), no resta sino que suma. Uno defiende, además, que “La pirueta” es el mejor texto que ha escrito Halfon hasta hoy, el más rico y misterioso, de modo que siempre será oportuna su reedición, sea donde sea, pues es como la condensación del mundo del autor, de su particular estilo, que adopta en este caso la forma de la crónica de un viaje a Belgrado en busca de un pianista serbio al que se había conocido tiempo atrás en un festival de Antigua. El amor hacia la música espontánea de los gitanos funciona como símbolo de esa curiosidad con la que el personaje llamado “Eduardo Halfon” asiste a todo lo que ocurre, aunque a veces manifieste indolencia, fatiga o incluso rechazo. Pero su apetito de conocimientos y experiencias es inagotable, y asiste a sus días con la actitud de la incertidumbre, del no poder saber qué va a ocurrir, algo que no queda desmentido ni cuando lo que le ocurre es más bien rutinario, gris o previsible. Esa actitud, con variantes y grandes epifanías, ha continuado en las novelas Monasterio y Duelo, y en los cuentos de Signor Hoffman. Es, digamos, un hombre pasivo en continua actividad, un hombre lento que no puede parar quieto, un hombre normal al que le pasan cosas extraordinarias, o que él sabe contarnos como si lo fueran.

Se puede decir, por tanto, que aquí, más que una reedición, tenemos la fijación definitiva del libro, se establece para siempre el “canon” de textos que conforman El boxeador polaco, en un nuevo orden, con La pirueta seccionada en tres secuencias, y manteniéndose como epílogo ese “Discurso de Póvoa” en el que Halfon muestra alguna de sus cartas, una porción de su filosofía literaria. Pero, más que entrar en esa conferencia, preferimos reparar en que a lo largo del libro se produce una especie de novela de educación aparentemente invertida: se pasa de la desgana casi arrogante con la que el personaje da clases de literatura a jóvenes indisimuladamente desinteresados, a los que Halfon desdeña en la primera página de “Lejano”, hasta esa última página en la que se declara un estupor final ante lo que la literatura pueda ser. Y, curiosamente, en ese proceso entre la altivez y la claudicación, es obvio que el personaje no se ha degradado sino que, al contrario, ha crecido mucho. Al perder seguridad ha ganado grandeza. No hay nada más feo en el mundo que saberlo todo, y en ese sentido El boxeador polaco es un libro de viajes en el que se narra una ruta por el buen camino, desde la excesiva confianza en uno mismo hasta la maravillosa confusión, que es, entre otras cosas, el único lugar desde el que poder hacer cierto tipo de literatura.

Y, para los que nunca han leído a Halfon, éste es, sin la menor duda, el mejor pasadizo para acceder a su universo.

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