“Goya” de Ivo Andrić

Goya

Goya

Andric, Ivo

ISBN

978-84-17902-19-3

Editorial

Acantilado

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El profesor Leonardo Romero Tobar publicó hace tres años una meritoria, completa y entretenida monografía sobre Goya en las literaturas. El contenido respondía al título, pero además se aproximaba al cine o a las artes escénicas, dibujando así un amplio panorama de lo que la alargada sombra de Goya ha despertado desde sus coetáneos hasta nosotros, una ascendencia que ha llegado hasta la literatura infantil (ver la serie de Bambulo, de Bernardo Atxaga, inspirada en el sublime Perro semihundido) o incluso la industria pornográfica. Es relativamente fácil de explicar, por el talento con que fueron pintados, la presencia permanente de algunos grabados y cuadros de Goya en el imaginario universal, su larga fecundidad en forma de reflejos, glosas o intentos de reelaboración verbal más o menos exitosos. Y en aquel libro se hacía más o menos evidente que muy probablemente ha sido la perspectiva extranjera la que, sin necesidad de simplificar las cosas demasiado, ha visto en Goya a todo un paradigma de España, y ha contemplado su obra como el producto más acabado, rico y polisémico de la crítica y entrecortada llegada de la modernidad a nuestro país.

Coincidiendo con la gran exposición de los dibujos de Goya en el Museo del Prado, la editorial Acantilado trae ahora hasta nuestro idioma, con la mediación de Miguel Rodríguez, dos pequeños textos que Ivo Andrić, Premio Nobel de Literatura de 1961, escribió respecto al pintor aragonés. Y creemos que incluso los que se sepan o se crean más familiarizados con la figura de Goya, con su vida y su pintura, encontrarán en estas dos piezas breves no una nueva mirada sino dos, pues son muy distintas: en una se esboza la biografía de Goya de una forma lacónica pero iluminadora, y la segunda es una pura fantasía, igualmente llena de detalles llenos de talento y sensibilidad poética.

Si el primer texto, más breve, es una especie de “Goya para serbios”, una biografía breve (pero muy aguda en su rapidez, con digresiones divertidas, como esa, tan exacta, que justifica las dudas o lagunas en la biografía goyesca porque “en España, donde se habla mucho y con gracia, pero también se sabe guardar un cauteloso silencio sobre lo que no se desea contar, es difícil confirmar algo“), el segundo es “Una conversación con Goya”, claramente onírica, en la que el narrador se encuentra con un avejentado y un poco deprimido Goya en una taberna de Burdeos, donde hablan largamente de arte, es decir, de vida. Resumiendo: si en el primer texto se aboceta la biografía superficial del pintor, en el segundo se intenta descender a su psicología, a sus impulsos, a sus motivaciones y terrores. Y nos da la sensación de que en muchos momentos se da en el clavo: “nuestras ideas personales -dice el Goya de Andrić-, por más que nos esforcemos, no significan demasiado ni sirven de nada; […] debemos prestar atención a las leyendas, esos vestigios del empeño de la humanidad a lo largo de los siglos, y tratar de extraer de ellas, en la medida de lo posible, el sentido de nuestro destino“.