“El niño que comía lana” de Cristina Sánchez-Andrade
El niño que comía lana
Sánchez-Andrade, Cristina
ISBN
978-84-339-9887-3
Editorial
Editorial Anagrama
Todo me resulta extrañamente familiar en las historias que se narran en este libro. Los veo (los lugares, los personajes, los objetos y los animales)… ¿Los conocí, hace mucho tiempo, o ya alguien me los había contado? -¿O es que quizás, a través de la ranura de la puerta del comedor, los escuché de la voz de los mayores, en las sobremesas infinitas de los domingos?-. Sea como sea, lo llamativo es que su autora haya creado materiales de leyenda, con ecos de literatura oral, de cuentos contados al calor de la lumbre, en los que lo fantástico se mezcla con lo verosímil, a través de una voz propia, original. Me gusta de estos relatos de Cristina Sánchez-Andrade ese tan difícil justo medio: no escatimar en lo desagradable, en lo sucio, o incluso lo escatológico y lo violento, al tiempo que la “mirilla” a la que nos asomamos nos permite ver, en un movimiento sutil, lo necesario para no caer en lo burdo y sí establecer con el lector un pacto a favor del deseo, a través de lo perverso.
No era nueva esta indagación en su literatura. En Ya no pisa la tierra tu rey (Anagrama, 2004), lo religioso y lo palaciego, lo sagrado y lo humano, se mezclaban promiscuamente en una novela lírica poblada de personajes extraños y anormales enfrentados “a la dura tarea de ser”, a veces crípticos, pero siempre evocadores de algo más allá de la apariencia. Pero es Las inviernas (Anagrama, 2014) el lugar donde se encuentra la semilla de estas nuevas historias, en las que reaparecen motivos y personajes que ya estaban en aquella novela. Nos ofrecen estos relatos imágenes maravillosas, a veces siniestras, a veces con una carga profunda de oscuridad. Y van desde esa magnífica caridad romana encarnada en la Faustina de “Hambre”, hasta la inquietante niña Puriña, la eivadiña que cose prodigiosamente y que no repara en clavar su tijerita en el indefenso jilguero; o la tétrica niña del palomar. Historias del exilio, cuentos de la aldea, a veces impregnados de un aire malsano. Retrasados, amas de cría, señoritos, gañanes, oficinistas, marqueses, pobres, aldeanos… Casi todos ellos habitando una Galicia mágica que recuerda a la Valle-Inclán, y que Sánchez-Andrade parece haber extraído del repertorio oral para recrearla con un brillo propio que fascina.
Irma Amado, Librería Numax (Santiago de Compostela)