“Manual de escapología” de Antonio Pau

Manual de Escapología

Manual de Escapología

Pau, Antonio

ISBN

978-84-9879-789-3

Editorial

Editorial Trotta

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Sentimos hacia la personalidad y la obra literaria de Antonio Pau una curiosidad semejante a la que Antonio Pau ha demostrado sentir hacia todos los rincones de la realidad y de la Historia. Y convengamos en que hay algo reconfortante en el hecho de que haya acabado en el Consejo de Estado alguien que, siendo todavía un niño, y sin haberse anunciado, llamó al timbre de Azorín para conversar un rato con él (y Victoria Camps ha contado que, cuando Pau interviene envuelto en su toga, los demás consejeros no sólo atienden con arrobo sino que toman notas). En 2011 le hicieron merecedor de la Medalla Lichtenberg, por su aportación a la difusión de la cultura alemana en España, que se ha encauzado a través de decenas de libros (entre ellos las biografías de referencia de Hölderlin, Novalis, Rilke o Thibaut) y de traducciones. Y siendo también uno de los mejores conocedores de la historia de Madrid, o un experto en el tango (escribió una celebrada monografía, que le prologó Ernesto Sabato), aparte de poeta medio secreto y albacea de Julián Ayesta…, pasó su infancia en Tánger (la ha contado en su precioso Tánger entonces, que incluimos en nuestro recorrido por libros sobre aquella ciudad) y convive en su casa con libros, arte, fantasmas románticos… y con una serpiente pitón. Pero dejémoslo aquí, sobre todo porque las personas extraordinarias se caracterizan principalmente por no considerar en absoluto extraordinarias sus peculiaridades, por ser incapaces de entender (ellos, que entienden todo al vuelo…) el estupor que causan.

Pero en lo que no podemos dejar de pensar es en la clasificación de posibles formas de fuga que acaba de organizar en este Manual de escapología. Teoría y práctica de la huida del mundo, fundando una disciplina muy estimulante, justificada por la cantidad de casos conocidos y, francamente, por el impulso psicológico que seguramente todos sentimos con preocupante fuerza en algún momento de nuestras sedentarias y rutinarias vidas. En alguno de sus libros, Enrique Vila-Matas reflexionó con razón sobre esa extraña envidia que sentimos cuando oímos que se dice de alguien aquello tan clásico de “lo dejó todo y desapareció”, y a eso, a ese instinto, se acoge ahora Pau para proponer una taxonomía curiosa y divertida, pero también sabia y llena de erudición. Y este Manual de escapología es, en sí mismo, una forma de huir, pues la lectura de un buen libro siempre tiene algo de reclusión buscada, de apartamiento gozoso, de crecimiento privado y silencioso y solitario. Sus treinta variantes de la fuga ofrecen consuelo, curiosidad, envidia o rechazo… pero ante todo ofrecen la felicidad consumada de su lectura.

Es tremendo que hasta para escapar haya que documentarse, pero, en fin, en este caso es un placer. Desde los estoicos o los gimnosofistas hasta los minimalistas o los neoruralistas de hoy, el recorrido de Pau es minucioso, creativo, convincente, y anda lleno de detalles y citas interesantes, aparte de contar con sus páginas de ilustraciones y su bibliografía (ah, ¡cuánto nos gustan las bibliografías!…). Por ofrecer sólo algún detalle, diremos que Pau descarta el suicidio no sólo filosófica o moralmente, sino que lo rechaza con razones como forma de escapismo: es otra cosa (y ésa sí que tendría una bibliografía apabullante). Y es apasionante la distinción que la lengua alemana hace de “sinceridad” y “verdad” (se explica en la introducción), o el juego del 30-Day Minimalism Game (“que consiste en tirar tres cosas cada día durante un mes. Y cuando ya se ha practicado ese juego varias veces, los minimalistas suelen jugar a otro; cada cosa nueva que entra obliga a salir a una antigua”), o su orteguiano modo de refutar a las “neotribus” nudistas (que “sostienen que el nudismo es natural, y el vestido es cultural; pero ¿no es precisamente la cultura lo específicamente humano, lo que caracteriza la singular naturaleza del hombre frente a la de los animales?”) o la síntesis a la que somete a esos solitarios de Port-Royal sobre los que tanto ha escrito José Jiménez Lozano.

Y, recogida en el capítulo sobre la alabanza de aldea, una gran cita de Antonio de Guevara (1539): “No sería mal consejo que el hombre retraído procurase de leer en algunos libros buenos, así historiales como doctrinales; porque el bien de los libros es que se hace en ellos el hombre sabio y se ocupa con ellos muy bien el tiempo”… Algunos libros buenos: de eso, justamente, se trataba.

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