“Memorias de un antihéroe” de Kornel Filipowicz

MEMORIAS DE UN ANTIHEROE

MEMORIAS DE UN ANTIHEROE

Filipowicz Kornel

ISBN

978-84-949837-4-0

Editorial

EDITORIAL LAS AFUERAS

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En Una biblioteca de verano, Mary Ann Clark Bremer cuenta cómo, leyéndolo, se enamoró perdidamente de William Hazlitt, muerto cien años atrás. Cualquier buen lector sabe que no hay nada inverosímil en tal sentimiento, y es frecuente la sensación de que nos gustaría conocer (o no) a tal o cual autor, o, para los que somos menos sociales (o nada mitómanos), la de estar o no seguros de que podríamos llegar a ser amigos de quien ha escrito esto o aquello. En ese sentido, qué bien nos cae ese caballero que se llamó Kornel Filipowicz, y qué tipo tan extraordinario debía de ser, y no sólo porque todos los testimonios conocidos apuntan a ello, o porque enamorara a alguien como Wisława Szymborska, tan exigente y a la vez tan bienhumorada…, sino por su propia literatura, por su capacidad para hablar con amabilidad incluso de la guerra y del miedo, por su tono, por su humor, nunca chirriante, o por su calma, nunca aburrida…

En octubre de 2017 la editorial barcelonesa Las Afueras importó por fin hasta los lectores españoles un texto de Filipowicz, Un romance de provincias, una nouvelle arrebatadora que retrataba superlativamente bien “ese ambiente singular que sólo logra crear alrededor de la persona una ciudad pequeña en la que todo el mundo se conoce, donde todo se sabe y cada intento de ocultar algo privado al ojo de la opinión pública se vuelve en contra del individuo”. La relación de una muchacha de provincias con un poeta varsoviano de paso daba lugar a consideraciones muy sabias (“hay ciertas cosas que le puedes contar al hombre con el que sólo has pasado una noche, pero que nunca revelarías al que conoces desde hace diez años”) y a un puñado de apuntes sobre literatura que, en buena medida, recordaban por su agudeza y su mordacidad a los que Filipowicz, Szymborska y otros amigos escribieron en su día en la ya legendaria revista Correo Literario. Pero lo más importante de ese relato era su modernidad y su verdadero feminismo, aparte de su pura y dura calidad.

Ahora, felizmente, en Las Afueras perseveran en la publicación de Filipowicz, y lo hacen con otra novelita que es otra delicia, llena de malicia y a la vez de ternura, de comprensión y de denuncia, de bondad y de rabia indirecta. Ya Primo Levi, hablando de los campos de concentración, explicó para siempre cómo para sobrevivir había que envilecerse, y Filipowicz, con mucho más humor, traslada esa certeza a unos pocos kilómetros más allá: la Cracovia de la Segunda Guerra Mundial. Pero antes hay un prólogo, escrito para esta edición española, en el que Adam Zagajewski esboza un retrato intelectual del autor (sobre el que ya aprendimos mucho en Trastos, recuerdos, la extraordinaria biografía de Wisława Szymborska que escribieron Anna Bikont y Joanna Szczesna), un “hombre erguido” que “no es capaz de ocultar su nobleza”.

En Memorias de un antihéroe tenemos a lo contrario: a un hombre muy dispuesto a olvidar todo resquicio de integridad con el único propósito (bastante legítimo, por otro lado), de conservar su vida y su salud, su calma doméstica y su soledad. Mientras allá fuera la gente se dispara, y después llegan los alemanes, y al final los rusos, y los vecinos se organizan para no pasar hambre, y se conspira contra los invasores, y se imprime propaganda antifascista, y… nuestro personaje tiene otros planes, otras oportunidades, y toma sus decisiones. Divertida y tremenda, sin caer en excesos trágicos que probablemente comprometerían la fuerza literaria de esta parábola, Kornel Filipowicz ofrece una especie de manual de lo que no hay que hacer en tiempos de peligro colectivo. La propia paz, a toda costa y caiga quien caiga, es la gloria del pobre hombre.

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