“Ella pisó la Luna” de Belén Gopegui

Ella pisó la Luna

Ella pisó la Luna

Gopegui, Belén

ISBN

978-84-397-3652-3

Editorial

LITERATURA RANDOM HOUSE

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Es revelador pero sobre todo emocionante este texto en el que Belén Gopegui reivindica los logros silenciosos y no vistos de las mujeres a través de la figura de su madre, Margarita Durán.

Este texto, que se concibió como conferencia para el ciclo titulado “Ni ellas musas, ni ellos genios”, está lleno de admiración, respeto y amor. Es el inmenso legado de una madre a su hija. Pero también se convierte en el inmenso legado de infinitas mujeres representado en una sola, porque Gopegui consigue que miremos a nuestro alrededor y veamos a las mujeres que forman parte de nuestras vidas, y que con su lucha silenciosa han transformado y transforman cada día no solamente nuestras vidas sino también las de otras muchas personas.

Gopegui también habla de su padre, a quien en este caso le da un honroso lugar de secundario para iluminar la vida de su madre:

“Margarita Durán y Luis Ruiz de Gopegui son mi madre y mi padre, y quiero contar parte de su historia desde la observación de dos caminos vitales diferenciados, marcados por el género en un determinado entorno político y social”.

Escuchemos, entonces, su historia. ¿Quién fue Margarita Durán?

Margarita se casó con Luis Ruiz de Gopegui en 1958, él había estudiado Ciencias Físicas, ella Enfermería aunque quiso estudiar Medicina, pero su familia se opuso.

La primera hija de ambos muere apenas un mes después de nacer, tenía espina bífida. Al año siguiente nace Miriam con una importante lesión cerebral debido a una negligencia médica. Combatirá y luchará por la vida de su hija con amor y cuidados diarios durante los más de veintiséis años que Miriam vivió, combatirá también ayudando a otros niños del barrio y a sus familias con el mismo problema de su hija, y denunciando la impunidad de médicos irresponsables y la falta de ayuda absoluta que entonces existía para las familias con personas dependientes.

Su tercera hija es quien cuenta la historia, Belén Gopegui.

Margarita Durán también se implicó junto al padre Llanos en la mejora de las condiciones sociales de su barrio y empezó a ir a Pozo del Tío Raimundo y a colaborar con la Fundación que aquél creó, logrando que la declararan de Interés Público y Social. Luchó por conseguir desde bancos para poder sentarse hasta la construcción de un nuevo centro 1º de Mayo o la rehabilitación de un viejo centro para convertirlo en Escuela de Hostelería. Y se hizo miembro de Amnistía Internacional cuando ni siquiera estaba legalizada en España.

En 1986 Miriam muere y tras un largo y doloroso duelo Margarita se implica aún más en su trabajo voluntario para Amnistía. Será coordinadora del grupo de Argentina y se pondrá en contacto con las Madres y las Abuelas de la Plaza de Mayo. Realizará distintos viajes en los que traerá a España numerosos documentos sobre personas desaparecidas para que en España se les pudiera hacer la justicia que se les negaba en su país.

Margarita murió en enero de 2015 tras haber firmado un testamento vital en el que pedía que su vida no se prolongara artificialmente.

Su hija dice que “fue una abuela incansable, divertida y vital durante quince años. Luego su cerebro empezó a desmigajarse. Su vida siempre me había hecho pensar en aquel verso de Miguel Hernández: No encontraréis a Delia sino muy repartida, como el pan de los pobres, y al final la metáfora se hizo realidad”.

Ésta fue, a grandes e inmensos rasgos, la vida de Margarita Durán.

¿Nos recuerda a alguien que conozcamos…?

Ella pisó la luna es un libro tremendamente especial porque encuentras en sus líneas a tu madre, a tus abuelas, a tus tías, a tus amigas, y encuentras también tu propio reflejo, el reflejo de muchas de nosotras, cuidadoras de amor infinito, luchadoras en busca de un mundo mejor, mujeres en busca de libertad.

Mujeres que están orgullosas de sus madres y las extrañan infinitamente.

“No desperdicies los días cuando yo me muera,

da cuerda al reloj, pide ayuda, persevera,

llama a los amigos, deja las flores y el llanto,

no era un final, sino un principio lo que cantaba mi canto.

Respira hondo, siente la vida en los huesos,

disfruta del porvenir, no de lo que ya hicimos.

Guárdate tus oraciones, la pena y el dolor,

ponle un estribillo a mi canto

mientras tanto, mientras tanto.

Olvídate del cielo que hay más allá del cielo

no llores, deja el llanto

mientras tanto, mientras tanto”.

(Canción “By and by” de la banda inglesa Chumbawamba, reproducida en el libro)…

Sagrario Santamaría Martín, Librería Taiga (Toledo)

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