“Tierra negra con alas”, de Juan Manuel Bonet y Juan Bonilla

Tierra negra con alas

Tierra negra con alas

Bonet, Juan Manuel / Bonilla, Juan

ISBN

978-84-17453-38-1

Editorial

Fundación José Manuel Lara

Donde comprarlo

He aquí un libro que, francamente, se veía venir, y con cuánta impaciencia lo hemos esperado quienes andábamos enterados de la divertidísima y erudita (pero más o menos inédita) complicidad que se traen desde hace años Juan Manuel Bonet y Juan Bonilla. En algún momento esa amistad hecha de bibliografías, viajes y notas al pie tenía que cuajar en un libro que, soñábamos, pudiese parecerse a este que ahora nos ofrece la Fundación José Manuel Lara, y en el que se nos brinda, simplemente, la más amplia y nutritiva antología que se ha hecho jamás de la poesía vanguardista hispanoamericana. No decimos “exhaustiva” porque los ciento noventa poetas convocados no son, ni mucho menos, todos los que ellos han leído y manejaban, pero sí son los más significativos y necesarios, y entre todos elevan una red de ismos, anhelos y experimentos que a su vez traza un mapa muy nítido de lo que aquellos movimientos dieron por aquellos años en aquellas dilatadas latitudes, desde Chihuahua a Tierra de Fuego.

El profesor Luis Rius, biógrafo de León Felipe, decía que la historia de la literatura es como una de esas ciudades viejas donde hay avenidas principales, calles importantes, plazas obligatorias… pero en las que si uno callejea por barrios apartados se encuentra de repente, al doblar una anodina esquina, una estatua deslumbrante que no aparecía en ninguna guía. En este libro de hoy tenemos, por descontado, la avenida Vallejo, el puerto de Borges, la plaza Huidobro, el paseo de los Andrade, la cuesta (arriba) de Neruda…, pero lo que abunda y sorprende, incluso a los que más o menos nos considerábamos remotamente enterados del asunto, es la aplastante cantidad de nombres perfectamente desconocidos y frecuentemente brillantes que aquí podremos leer. Y todos ellos van precedidos de una pequeña ficha en la que Bonet traza la vida y obra de cada autor (y no es raro que la primera sea más vanguardista, por estrafalaria, que la segunda). La aportación, decisiva, de Bonilla es la extensa introducción, que perfectamente podría haber sido una monografía autónoma, un estupendo ensayo exento, pero que, puesto al frente de esta reunión, la contextualiza de modo ejemplar. Y entre los dos han hecho la selección, y, conociéndolos, no extraña nada que aseguren haber compartido miles de correos electrónicos cruzados durante el proceso de elección y edición, o de que haya llegado a haber, dicen en la editorial, veintiocho versiones del índice.

Aunque buena parte de los autores reunidos estaban, ritualmente, fascinados por París, por donde muchos de ellos pasaron y donde se conocieron (y de hecho hay varios poemas en francés, o con interpolaciones de ese idioma, y por supuesto mucho tema afrancesado, mucha Torre Eiffel…), los tres epicentros principales son Buenos Aires, Sâo Paulo y México D.F., aunque también hay mucha Pampa, algo de Amazonas, no pocos Andes… Por lo demás, como sucediera en las vanguardias europeas, está la tentación de la poesía visual y el caligrama, la atracción por el cine y las nuevas músicas, desahogos ideológicos que manifiestan o anuncian la exagerada diversidad política en la que andaban o a donde llegarían estos poetas, o, como afirma Bonet, lo que al cabo más cuenta es el contraste, a veces llamativamente brusco, entre lo más cosmopolita y lo íntimo, entre lo futurista y lo privado, que pueden convivir en el mismo verso.

El interés que tanto Bonet como Bonilla sienten hacia las vanguardias históricas de cualquier idioma y en cualquier disciplina exige otro sustantivo (“obsesión”, “adicción”, “ciclotimia”…), y ya había dado muchos buenos frutos (el último, esa novela biográfica de Bonilla sobre la poeta mexicana Nahui Olin, que también recomendamos en su día en ‘Las Librerías Recomiendan’). Aquí explota en un libro que tiene mucho de caja de sorpresas, y que ha acertado a atrapar y recoger lo más locuaz de unos impulsos que quisieron ser vida frenética y fecunda, literatura urgente y bulliciosa, escritura colorista y revolucionaria, Hay de todo, por supuesto, pero todo encandila, y da un testimonio espectacular de cierto fantasma que también recorrió América, unos nuevos aires que encendieron muchas mechas a lo largo del Nuevo Mundo.