Visitas a librerías

Librería París, seis décadas recomendando libros

La librería París de Zaragoza lleva casi 60 años recomendado libros y participando activamente en la vida cultural de la ciudad. Sus clientes son más amigos que clientes.

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Poco se podía imaginar don José Muñío, que cuando en 1963 abrió por primera vez la puerta de la pequeña librería París, en el céntrico paseo de Fernando el Católico de Zaragoza, iba a ser un gesto que su familia iba a estar repitiendo durante ya casi 60 años. La familia Muñío sigue al frente de la tienda, ahora más grande y espaciosa, muy cerca del primitivo local, recomendando libros, haciendo presentaciones y participando activamente en la vida cultural de la ciudad. 

Hablamos con César Muñío, uno de los tres hermanos que siguen al frente del negocio familiar.

PREGUNTA: ¿Podríais contarnos un poco la historia de la Librería París, sus orígenes, la fundación, los primeros años…?

RESPUESTA: Fue José Muñío, Pepe, mi padre, quien se instaló allá por 1963 en un pequeñísimo local; resulta que la mujer del anterior propietario era francesa, de ahí lo de Librería París, un nombre que traía aires de modernidad y reminiscencias de libertad. Esa tiendecita fue testigo de un comienzo muy duro, de mucho esfuerzo personal y penurias familiares (¡que le pregunten a Bienve, mi madre!). Aquellos eran años difíciles pero de oportunidad para gente emprendedora, y es que tras una desoladora posguerra todo, absolutamente todo, estaba por hacer. Años en los que leer era casi elitista, años de libros censurados que se vendían a escondidas… En esa época no existían los departamentos financieros, y ser honesto y trabajador valía mucho, lo mismo que un apretón de manos. Félix Teira, espléndido autor aragonés nacido en Belchite, decía que él pudo tener a tiempo sus libros de texto cuando llegó a estudiar a Zaragoza porque aquel librero de pelo blanco de la París le fiaba a él y a muchos de sus compañeros, que luego iban pagando según podían. Mi padre siempre presumía y decía estar orgulloso de que jamás ninguna de aquellas familias le dejó a deber una sola peseta. Así estaban las cosas y así empezó todo. Con esa táctica y mucho trabajo mi padre consiguió sacar adelante su proyecto y tener más amigos que clientes y proveedores.

P: ¿Y cómo ha transcurrido, después, su trayectoria, hasta hoy mismo?

R: El cambio de ubicación a un sitio más grande, justo dónde seguimos ahora, fue muy atrevido pero fundamental. También la paulatina incorporación de más miembros de la familia: mi hermano Pablo, después yo mismo, mi hermana Esther y José Ignacio, fantástico cuñado. Y trabajadores que se fueron incorporando poco a poco, a los que estamos muy agradecidos.

Durante las décadas de los 70, 80 y 90, la librería funcionaba bien durante prácticamente todo el año, excepto los tórridos meses de verano, apoyándonos en la venta de papelería, material escolar y en las campañas de libro de texto, hasta que hubo que dejar esto último, en parte asqueados por toda esa corrupción que lo rodea, las prácticas desleales de malos libreros y los escasos beneficios que restaban tras soportar una brutal carga de trabajo. El otro motivo era que nos dimos cuenta de que descuidábamos a esos clientes que nos eran fieles todo el año. También buscamos camino fuera de la librería, ofreciendo nuestros servicios a clientes como bibliotecas públicas y departamentos universitarios, lo que significó otro aprendizaje y que ahora nos conozcan en las tres provincias aragonesas, así como en Soria, en La Rioja…

Y en la actualidad, tras casi dos años de pandemia, no podemos dejar de mostrar nuestro agradecimiento a nuestros clientes, que, además de volver con más ganas que nunca a entrar en la librería, nos han hecho sentir su reconocimiento por lo que hacemos.

Hemos sabido crecer, aportar valor y adaptarnos a los tiempos que han ido cambiando el perfil y las preferencias de la clientela. A las librerías nos “matan” cada diez años por distintos motivos: la tele, el vídeo, los suplementos dominicales, las grandes superficies, la piratería, el libro electrónico, Amazon, Covid…, pero bueno, ahí estamos, como Bruce Willis, difíciles de matar. Por algo será.

P: ¿Cuál sería, digamos, la “filosofía” de París, sus objetivos, lo que os motiva…?

R: Seguimos centrados en dar un buen servicio. Poner el libro adecuado en las manos de un lector; creemos que es la mejor manera de aportar valor a la cadena del libro, algo que pone la guinda a todo ese esfuerzo que en su momento se inició en la mente creativa de un autor. Y esto nos lo tomamos muy en serio, así como la táctica de Pepe, aquella de tener más amigos que clientes y proveedores.

Ésta es una librería que se atreve y sabe recomendar, somos libreros que leen y que además escuchan a los lectores, y entre nuestros objetivos está el conseguir trasladar esto a la venta online, en donde buscamos nuestro espacio partiendo del hecho de que no somos nada automáticos, más bien analógicos perdidos, y de que nuestra experiencia nos hace dueños del algoritmo perfecto.

P: ¿Cómo organizáis la librería?, ¿qué secciones hay?, ¿a qué temas o géneros prestáis mayor atención?, ¿lo hacéis según lo que reclaman tus visitantes, o responde a gustos vuestros, más personales?

R:  Primero debo decir que somos, aunque parezca una perogrullada, una librería con libros. Tenemos mucho fondo, tanto que a veces nos agobia mortalmente y especialmente en épocas como la campaña de navidad. Pero esto y que controlemos ese fondo (prefiero pensar que es así) les encanta a quienes nos visitan, tanto que a veces hasta se quejan de que “siempre pico algo”. Mantenemos ese espíritu de librería generalista en la que se puede encontrar casi de todo y, si no es así,  se consigue  rápido pues contamos con las mejores herramientas (¡gracias, CEGAL!).

Las secciones de materias están claras, rotuladas y surtidas de novedades, y nuestro fuerte, que es la narrativa y los libros infantiles y juveniles, está en ese orden que reclama el público, es decir, por subgéneros en el caso de la narrativa de adultos (histórica, intriga… ) y clasificada por edades de forma discreta y no taxativa la sección infantil y juvenil aunque, eso sí, todos los libros de contenidos están agrupados, digamos, por centros de interés tales como libros de dinosaurios, del cuerpo humano, de castillos…, que es como lo espera un niño. Lo de los gustos más personales es inevitable, y siempre se tiende a poner de frente esa portada que te ha encantado, o en la mesa de novedades ese último libro leído que tanto te ha gustado.

Otra cosa a la que prestamos mucha atención y que consideramos estrella en nuestra librería es el libro para obsequiar. Lo promovemos con nuestras recomendaciones, dando facilidades para poder hacer cambios en caso de fallo y, lo más importante, aportando un argumento incontestable: por lo que vale un libro, ¿qué otra cosa tan personal, fantástica y estupenda puedes comprar a esa persona a la que aprecias? ¡Nos encanta envolver para regalo!

P: ¿Cómo es la relación de Librería París con el resto de las numerosas iniciativas culturales y literarias que se celebran o desarrollan en Zaragoza? ¿Os implicáis, se cuenta con vosotros?

R:  Participamos activamente en presentaciones, encuentros con autores, talleres, cuentacuentos…, y no sólo en Zaragoza. Colaboramos con editoriales, organizamos nuestros propios actos y además ponemos en marcha proyectos tan bonitos como “Tras las portadas”, dirigido a un público tan difícil como el adolescente y que ahora estamos retomando, todo un atrevimiento que conseguimos llevar a cabo gracias a la implicación de bibliotecas y centros de enseñanza.

P: ¿Qué hay de las instituciones? ¿Estáis satisfechos con su implicación? Estáis, por ejemplo, muy cerca de la Universidad…

R:  Por supuesto que trabajamos con diferentes departamentos de la Universidad de Zaragoza, que reciben de nuestra parte información bibliográfica y novedades a examen.

Y la parte mala, hablando de instituciones, es cómo nos afecta toda la burocracia relativa a la nueva legislación de contratos, que está provocando que las licitaciones acaben en manos de grandes empresas que no conocen fondos locales ni aportan recomendaciones personales. Sólo se valora el precio y, como tenemos precio fijo, el desempate se logra con discriminación positiva (empleados con minusvalía, mujeres en plantilla…). Sabemos que es difícil, pero hay que buscar una solución.

P: ¿Qué libros, entre los aparecidos últimamente, nos recomendarías especialmente?

Pues llevo una temporada en la que quiero pasármelo bien leyendo, así es que de lo leído en los últimos meses me quedo con La tienda de la felicidad de Rodrigo Muñoz Avia, que consigue montar una delirante historia a través de correos electrónicos, La muerte del hipster de Daniel Gascón, a la espera de que Netflix lo descubra y haga una serie, y ahora mismo estoy con Rodrigo Cortés y Los años extraordinarios. Anoche mismo estaba en la página 33, justo en el capítulo de la pelea con la monja… ¡no os lo perdáis!