“Compro oro” de Violeta Niebla

Compro oro

Compro oro

Niebla, Violeta

ISBN

978-84-121526-4-7

Editorial

Letraversal

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Dado que las últimas generaciones de españoles que hemos accedido a la vida adulta somos quintas bien curtidas en la inestabilidad, acostumbradas a la incertidumbre y a cierta improvisación general, es perfectamente natural que el tema del dinero, tradicionalmente poco tratado por la poesía, seguramente por considerarse un “tema bajo”, haya entrado de lleno en muchos de nuestros poemas, protagonizando a veces, incluso, libros completos.

De entre todos estos poemarios monográficos, ninguno nos ha gustado nunca tanto como el sorprendente Compro oro, de Violeta Niebla (Málaga, 1981), que es generacionalmente contundente sin dejar de ser poéticamente delicado. Sucede que ahora:

 

“Ha llegado el momento de manchar la poesía con dinero,
con esa mugre que se queda en los dedos
después de contar muchos billetes
o después de contar el mismo muchas veces.
Todos los días miro mis cuentas bancarias,
antes me miraba más en el espejo.
Ahora mis defectos están guardados en una cuenta nómina”.
Esa ansiedad que produce la inseguridad convive con la sensación de inmovilidad (“Llevo toda la vida con la misma ropa puesta“) o con la de dispersión: (“Esta tarde he pensado que quiero calcular / cuánto me cuesta vivir, / pero después / me he puesto a navegar / buscando casas en diferentes portales. // Vuelvo a procrastinar como cuando era joven, / como si tuviera tiempo“). Son consecuencias directas de la falta o la escasez de oportunidades, que hacen que la autora reflexione también sobre sus padres o sobre la abuela, de modo que el libro tiene también algo de un particularísimo libro familiar, o de un libro sobre la propia infancia, un balance general en el que lo más gris e incierto es el presente en el que se recuerda, se reflexiona y se escribe, a la busca de “otro instinto / como el de flotar, / como el de mantenerse en equilibrio en bicicleta“.
Y si se mira hacia delante el libro presenta una poderosa desolación, una tierra baldía muy bien expresada: “Me llevaré el vacío donde no haya vacío. / Me llevaré la nada a una subasta“. No es simple pesimismo, es una constatación de lo que hay, a día de hoy, formulado con una intensidad simbólica verdaderamente inspirada: “Mira esa casa que he levantado / para que se la lleve un huracán con nombre de niño / dentro de un año”.
Hemos leído Compro oro como una de las sorpresas más grandes de la poesía de este triturador 2020. Y la alegría de comprobar que aún hay talentos activos como el que Violeta Niebla vuelca aquí es mayor que la justificada amargura de su contenido.
Juan Marqués, para ‘Las Librerías Recomiendan

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