“Ella dijo Destruye” de Nadia Bulkin

ELLA DIJO DESTRUYE

ELLA DIJO DESTRUYE

Bulkin Nadia

ISBN

978-84-949232-8-9

Editorial

LA BIBLIOTECA DE CARFAX

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Imaginad un mundo donde los muertos permanecen junto a los vivos, durmiendo en la misma cama, o sentados en su sillón favorito. Siempre distantes, ausentes, como carcasas huecas de lo que una vez fueron. Esperan en silencio a que un viejo petrolero reconvertido los lleve a Zurichia, un continente exclusivo para los muertos. Imaginad ahora que algunos de estos cadáveres se niegan a partir y acaban corrompidos y transformados en espíritus oscuros llenos de hambre y furia llamados sangrantes.

Como concepto, un más allá como espacio físico, fronterizo al nuestro, y con problemas de superpoblación, ya da una idea de lo alto que vuela Nadia Bulkin en sus relatos. En los otros doce que componen el volumen vas desgranando joyas absolutas del género, cuentos tenebrosos que parecen desarrollarse en limbos donde las leyes de la física se han suspendido temporalmente, donde el chamanismo más salvaje o la magia más sangrienta posee efectos físicos tangibles.

En su conjunto, los trece relatos son un constructo, un gólem armado con piezas de una orfebrería exquisita que constituye un monstruo literario casi imparable.

Ella dijo Destruye es un aullido sangriento, una caminata salvaje que deja los pies en carne viva. Su concepto del terror es tan atávico, tan visceral, que mi yo paleolítico tan sólo quería trepar a los árboles y arrojar fruta podrida a los depredadores.

Nadia Bulkin te mete en su saco y te lleva con ella a celebrar una hecatombe a algún dios alienígena de nombre impronunciable. Nadia Bulkin te hace sentir el calor de la pira y el olor de la carne. Y cuando crees que no puede sorprenderte más, se lleva a Lovecraft de turismo y reconstruye, ladrillo a ladrillo, Innsmouth en Indonesia.

La referencia al país asiático no es gratuita. Bulkin pasó su infancia a caballo entre Java y Nebraska. Sus relatos no pueden escapar a la historia reciente del archipiélago, cimentada sobre las heridas de la invasión japonesa durante la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, el auge del Partido Comunista de Indonesia y los genocidios perpetrados por el presidente Suharto. Son historias ancladas a una compleja situación sociopolítica, donde la rabia se entreteje con  la indignación ante la desigualdad social y la miseria. El único monstruo verdadero es el Estado.

El folclore y la mitología de la región aparecen con frecuencia. Sus bestias míticas son tan cotidianas como sus gentes, la superchería tan real como sus calles. No es extraño que un relato esté protagonizado por un dukun, un chamán local, y el siguiente por una cheerleader de alguna ciudad del medio oeste americano, enfrentada a la venganza oscura y desatada de los árboles.

Ella dijo Destruye te infecta como un puñado de insectos anidando en tu cabeza, como un diente podrido penetrando en el hueso. Es, sin duda, uno de los mejores libros de relatos del año. De esa extraña especie de unicornio que se queda contigo y te acompaña durante mucho tiempo. Es un compañero triste, es un compañero hermoso y despiadado, pero es un compañero necesario.

Y cuando lo terminas y lo cierras, sólo queda la oscuridad, la sonrisa eterna de una calavera, que puede morder, pero no besar.

Sergio García, Librería Dorian (Huelva)

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