“El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes” de Tatiana Ţîbuleac
VERANO EN QUE MI MADRE TUVO LOS OJOS VERDES,EL 5ªED
Tibuleac Tatiana
ISBN
978-84-17553-03-6
Editorial
IMPEDIMENTA EDITORIAL S.L
Que en la violencia puede latir la poesía, que en una relación deteriorada hasta lo irrespirable puede encontrarse una grieta para incrustar hilos de belleza verdadera, que el odio y la ternura no quedan tan lejos… Todo eso lo demuestra Tatiana Tîbuleac en su primera novela, sobre la que ya, casi once meses después de su publicación en España, resulta un poco ocioso llamar la atención, pues su calidad es un clamor. Sucede que “los recuerdos bonitos, aunque pocos y pálidos, ocupan mucho más espacio […], porque una sola imagen bella contiene vivencias, olores y recuerdos que duran días enteros”.
Determinadas circunstancias han puesto a una madre y a su hijo ante la ingrata evidencia de que tienen “una vida casi sin usar”. Ella ha inmigrado desde el Este de Europa a Inglaterra, donde ya ha nacido él, que se ha pasado la infancia atendido en instituciones de salud mental para menores. Lo que el lector se encuentra en las primeras páginas de la novela es de todo excepto motivos para dudar de la necesidad de esa reclusión, y la principal obsesión de Aleksy es el rencor extremo hacia su madre, a la que ve como un verdadero engendro moral y físico. En ese sentido, el punto en el que comienza la novela es tan infernalmente bajo que sólo puede mejorar, y ya se intuye que lo que se va a leer es la historia de una reconciliación o, cuando menos, una pequeña redención, ocurrida durante ese verano del título, que ambos pasan en un pueblo de Francia (donde principalmente se relacionarán también con inmigrantes (Karim, Sacha, Moira…), gentes tan desubicadas como ellos pero un poco menos perdidos (“y además éramos ingleses, lo cual explicaba muchas cosas”).
No podemos desvelar más. Sólo que el relato se expone en pasado, y es Aleksy quien nos lo cuenta, cuando las cosas ya han cambiado espectacularmente para él, al menos en lo material. Realmente bien escrita, con destellos fulgurantes aquí y allá, con ideas bellísimas y muy originales sosteniendo una historia de buena fuerza simbólica, la primera novela de la moldava Tatiana Tîbuleac (tras un primer libro de cuentos) ha sido proclamada por las librerías como el mejor libro de ficción publicado en España en 2019.