“Madre soltera” de Marina Yuszczuk

Madre soltera

Madre soltera

Yuszczuk Marina

ISBN

978-84-121457-2-4

Editorial

EDITORIAL LAS AFUERAS

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“Quiero poemas nuevos, quiero poemas nuevos, / quiero que todo sea nuevo porque lo es”… Repasando la poesía publicada en España a lo largo de 2020 sentimos de repente la necesidad de recuperar y recomendar y hasta reivindicar este Madre soltera, de la argentina Marina Yuszczuk, uno de los libros más singulares, curiosos, valientes en lo literario y osados en lo confesional que pudimos leer, y también, de paso, uno de los mejores libros sobre “maternidades”, esa tendencia editorial tan clara últimamente, y que, por lo que vemos que se anuncia (y por lo que sabemos que se anda escribiendo), no va a apagarse próximamente.

Es curioso porque el comienzo de este libro está en su centro, y además es un centro que se anuncia: al llegar al corazón del libro, exactamente a su mitad, el poema “XXXV” arranca con un aviso explícito: “Ahora presten atención, porque llegamos al centro del libro”, y lo que sigue es un largo poema en prosa en el que asistimos al nacimiento de ese niño que justifica y co-protagoniza el libro. Pocas veces hemos leído la descripción de un parto de un modo tan directo y, a la vez, lúcido: “Me sentía entregada a algo muy serio y vertiginoso, como una montaña rusa a la que vas subiendo muy de a poco y cuando te querés dar cuenta te estás tirando a toda velocidad en un carrito”… El niño que nace en ese poema es la consecuencia del embarazo “por error” que se había anunciado en las primeras palabras del libro (un “error” que es tal vez causa de “un deseo tan profundo que no se sabía, y el cuerpo se adelanta y lo realiza”…), y es ese niño que crece y aprende y alegra y desespera a la autora y protagonista del libro en poemas donde es la vida misma la que late y duerme y pide de comer. ¿Antipoesía? Más bien lo contrario: poesía pura, poesía viva, poesía acuciante expresada de un modo prosaico pero a la vez hiperpoético: es la lección de Yuszczuk: “Una se esfuerza por decir su verdad, por mantener cierta fidelidad a la experiencia, pero yo parto de la base de que todo lo que está pasando no se puede escribir. Y sin embargo quiero decir algo. Vivo en el mundo de la infancia de mi hijo, en un año sin lenguaje”.

El libro está lleno de aciertos, de pequeñas joyas, de poemas a veces aparentemente triviales (“Como loca”, dice, sin más, uno) pero que, bien lo sabemos, contribuyen decisivamente a retratar honestamente esa mezcla de alegría y desesperación, abnegación y gloria, que es la paternidad. Cuando se afirma que “La noche es el infierno”, ¿seguro que se está hablando exclusivamente de una casa con niño pequeño? Se tiene “el cielo a mano”, “la vida es una lucha contra el mal”, “la imaginación / a veces es un plan” y una siente que “mi función es mantener la paz / o ser la paz / para mi hijo / ser una calma con los brazos abiertos / lista para recibirlo / cuando me necesite”.

Contradictoria, ambigua, pendular… la maternidad es la gran fiesta de los sentimientos encontrados: lo que sentimos que nos salva definitivamente es a la vez aquello que parece destruirnos, lo que nos enaltece es lo que nos anula. Son años de paréntesis, de “cuarentena”, de “confinamiento”, y, una vez sumergidos en esa locura maravillosa, no se ve la salida:

“Este es un poema para todas las madres que están cansadas, para que sepan que pensé mucho en ustedes este año. Estoy sola y perdida, me pregunto si cada una de ustedes también está sola y perdida. ¿A veces no les da la sensación de que nunca van a descansar? Pero sí, vamos a descansar, la vejez es una hermosa promesa”.

Juan Marqués, para ‘Las Librerías Recomiendan

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